Fernando Albizu : “No sé si terminaré bien o en un psiquiatra”
Por Yolanda Moreno
El rey Fernando VII de España “El Deseado” (1784-1833) resucitará en el escenario del Teatro Español, y lo hará bajo la piel del actor Fernando Albizu, protagonista de Trágala, trágala…, escrita por Íñigo Ramírez de Haro y dirigida por por Juan Ramos Toro (Yllana).
Días antes de su estreno, este próximo miércoles 25 de marzo, Albizu charla con CULTURAMAS sobre la obra y el personaje que interpreta.
El actor, que ha tocado todos los ámbitos, dio su primer paso en el cine en 1994 con un cortometraje, y desde entonces fue compaginando pequeños papeles en la gran pantalla con su participación en series de televisión como
Cuéntame cómo pasó, Hospital Central, Casi perfectos o Doctor Mateo.
En cine, destaca su papel en Gordos (2009), bajo la dirección de Daniel Sánchez Arévalo, película que le otorgó una nominación a los Premios Goya como Mejor actor revelación y el Premio de la Unión de Actores al Mejor Actor de Reparto.
En cuanto a teatro, ha actuado en numerosos montajes, siendo sus trabajos más recientes, dos de los mayores éxitos del Centro Dramático Nacional, El inspector, de Gogol en versión y dirección de Miguel del Arco, y Luces de bohemia, de Valle Inclán, con dirección de Lluís Homar. Ahora, bajo el mando de un hombre de Yllana —la gran Compañía nacional de teatro gestual—, interpreta a Fernando VII en Trágala, trágala…, un papel que
reconoce que le está costando, “es un personaje muy muy contradictorio”.
¿Qué se van a encontrar los espectadores que vayan a ver ‘Trágala, trágala…’?
Una comedia histórica donde hay momentos en los que se revive la historia, desde la época de Fernando VII, y un análisis crítico en la relación que hay entre la política y la sociedad de aquella época y la de ahora, que son bastante parecidas.
En la presentación de la obra el autor dijo que va a ser una “bomba” previa a las elecciones.
Realmente bomba no lo sé. Se van a repartir a diestro y siniestro, eso sí. Están reflejados todos los estamentos sociales, y a todos se les da un poquito. Entonces, bueno, el que se pica ajos come, dicen. Yo espero que pique (risas).
¿Qué reacción esperan del público?
Habrá de todo supongo. Dependiendo de los momentos, habrá gente que se moleste, habrá gente que se levante y se vaya, habrá personas que se rían mucho… Creo que va a haber un poco de todo. Pero básicamente se van a reír y lo van a disfrutar, y seguramente aprendan cosas de la historia que no sabían.
¿Tras ver la obra podremos comprender mejor la historia de España y también la realidad actual?
Comprender la historia de España, no lo sé, pero sí saber algo más de este personaje, que ha sido bastante denostado siempre. Espero que a la gente le haga pensar, porque de alguna manera en el fondo de la obra lo que el autor propone es que la culpa de lo que tenemos, la tenemos los españoles, el pueblo. Los dirigentes están ahí porque los colocamos. Además, hay varios aspectos históricos de este señor que hablan de esto. Uno de ellos dice que los mismos que aplauden nuestras entradas triunfales, son los mismos que aplauden nuestros degollamientos. Y eso quizás define un poco el carácter español.
¿Y cómo ve la España actual Fernando Albizu?
La veo en un momento de cambio, creo que están pasando muchas cosas, que hay un revulsivo. A través de la crisis han faltado muchas cosas, y creo que tenemos un momento idóneo para dar un paso adelante o volver un paso atrás, exactamente igual que pasó con Fernando VII.
Háblenos un poco más de su personaje…
Me está costando muchísimo, porque es un personaje muy muy contradictorio. Tiene momentos maravillosos. Es de los primeros borbones cultos, hablaba latín y francés, sabía muchas cosas en comparación con su padre. Era un hombre culto, pero luego tiene momentos muy fuertes. Fue un auténtico asesino, mató a muchísima gente, unos por amor a Dios, y otros por amor al trono. Hay una especie de dislexia interna en el personaje, que a mí como actor me está costando. Los arcos de interpretación son complicados, no sé si terminaré bien o en un psiquiatra (risas).
Cuando le presentaron la oportunidad de interpretarlo, ¿cuál fue su reacción?
Lo primero que dije fue: “esto no se puede hacer”. El autor había escrito un personaje con el que se podría hacer una serie de televisión, había metido tanta información, que la función habría durado seis horas. Era absolutamente imposible. Hablé con Yllana, con dirección, y me dijeron que no, que había que aligerarlo, que le iban a dar un toque de musical, con canciones de Ron Lalá. De esta manera, se ha ido trabajando conforme hemos ido ensayando, buscando las cosas más importantes. Nos hemos dejado muchas cosas en el tintero, seguramente los puristas y los historiadores se nos echarán encima, porque hay mucha información que hemos tenido que desechar, pero es que era absolutamente imposible ponerlo todo. Mi primera reacción fue que no se podía hacer, y luego ya me convencieron y fui poco a poco. Conocí a Íñigo, un autor que trabaja en favor del autor y la obra, y me interesaba mucho trabajar con Yllana un texto tan diferente a lo que yo estoy haciendo habitualmente.
¿Podremos ver en la obra personajes históricos y también actuales?
Hay de todo. La obra va oscilando entre el hoy en día y la época de Fernando VII. A través de mi personaje se va yendo y viniendo, y hay personajes que recuerdan mucho a personajes actuales. Algunos incluso con el mismo nombre. Hay un personaje que se llama Pablo Iglesias, que no es Pablo Iglesias, pero que digamos es el discurso. Hay muchas cosas que son muy actuales, y vemos que 200 años después seguimos haciendo lo mismo. La historia se repite, en exceso.
Estamos en pleno año electoral, ¿esta obra puede hacernos reflexionar antes de ir a votar?
Estaría bien, a mí me gustaría que la gente reflexionara. Yo creo que es un momento de dejar de votar a los de siempre, en el sentido de yo soy de derechas y hay que votar a la derecha, o yo soy de izquierdas y hay que votar a la izquierda. Hay que reflexionar y hay que votar propuestas y a gente que trabaje. Tenemos que dar un paso adelante y votar ideas. Creo que hay que trabajar para las ideas y para levantar el país, no para levantar a cuatro.
En la obra, la música, la escenografía, el vestuario… ¿juegan un papel importante?
Absolutamente todo. La música de Ron Lalá, aparte de ayudar a contar la historia, relaja los momentos más tensos, que los hay. Es una música agradable, el público entra en otro sitio… Todo aporta, la escenografía es muy especial, y eso también va a aportar, da muchos puntos de vista. La iluminación, el vestuario… absolutamente todo está puesto al servicio de la obra.
Inmersos en los ensayos antes el estreno inminente, ¿cómo está siendo el trabajo con los compañeros?
Con los compañeros muy bien, hemos formado una piña y vamos todos a una porque es como tiene que ser. Todos estamos en función de la obra y en función del director, y necesitamos apoyarnos los unos a los otros. Somos una familia realmente, nos llevamos bien y nos reímos mucho, porque pasamos muchas horas juntos.
¿Nos puede hablar de algún otro proyecto profesional?
Hay cosas en el aire pero hasta aquí puedo leer. Cuando esté firmado se hará. De momento, entre el estreno y el mes que me espera, tengo más que de sobra (risas).