«La Templanza», nueva apuesta narrativa de María Dueñas
«Soledad Montalvo lo sabía todo porque, por primera vez en su vida, a aquel minero vivido, bragado, fogueado en mil batallas, se le había cruzado en el camino una mujer que, al socaire de sus propios intereses y sus propias urgencias, iba siempre tres pasos por delante».
Actualidad editorial:
María Dueñas vuelve al panorama literario con La Templanza (Editorial Planeta, 2015), una novela que partiendo del México poscolonial y pasando por La Habana, llega hasta el Jerez de los grandes bodegueros en la segunda mitad del siglo XIX, ciudad que se acabará convirtiendo en escenario principal de la trama. “De hecho, todo empezó en Jerez: buscaba información sobre indianos con capitales de retorno que eran empleados en la industria y el negocio vinatero, tan floreciente durante aquella época gracias a las enormes exportaciones de vino. Una vez localizado Mauro, el indiano protagonista, tocaba tirar del hilo para inventarle un pasado. Es ahí donde empieza la segunda parte de la investigación que me traslada al otro lado del océano”, comenta la autora durante la presentación de su libro. Tras el enorme éxito de sus anteriores trabajos, El tiempo entre costuras y Misión Olvido, la escritora María Dueñas podría ya considerarse una auténtica generadora de best-sellers.
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La Templanza se inicia en la década de 1860, cuando Mauro Larrea ve peligrar la fortuna que durante tantos años le ha costado levantar trabajando duramente y con tesón en las minas mexicanas. Ahogado por las deudas y la incertidumbre, se traslada a La Habana donde espera encontrar nuevas oportunidades para prosperar y solventar su situación. En un inesperado giro del destino, Larrea se verá obligado a enfrentar un reto de honor que se convierte en arriesgada apuesta. De ella resulta ganador de unas propiedades inmobiliarias en Jerez, entre las que se halla La Templaza, nombre con el que se conocen una bodega y una finca de viñas casi abandonadas. Trasladado a la ciudad andaluza, intentará pasar por indiano rico para vender cuanto antes aquellas propiedades. Pero no contaba que en su camino se cruzaría Soledad Montalvo, esposa de un marchante de vinos londinense y última descendiente de la familia bodeguera a la que en su día pertenecieron los terrenos. Una mujer envuelta en sinuosos claroscuros que ejerce sobre el minero una poderosa y contraproducente atracción.
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–Retomas el aire de la España colonial, esta vez en el siglo XIX, ¿se encuentran mejores tramas en aquella época o quizá mejores personajes?
–Un poco de todo. Tirar del hilo del escenario, en este caso, lo que me lleva al momento. Yo quería hablar del comercio del vino y del Jerez próspero del XIX –en la década de 1860 el vino de la zona era una de las cosas que más se exportaba–, y durante el proceso de documentación conocí lo que eran los capitales de retorno en manos de indianos que volvían a la madre patria para invertirlos en industrias nacionales.
Sin embargo, mi personaje no era rico sino más bien un desarraigado por necesidad, un hombre arruinado que el azar retorna a España (“un desterrado de dos patrias”). Y ella es igualmente una desarraigada aunque por razones distintas: un matrimonio que la lleva al Londres industrial que posteriormente debe dejar por circunstancias ajenas a ella. El tercer golpe de azar sería poner a estos dos personajes juntos en la ciudad andaluza. Ambos tienen una personalidad mestiza pues conservan mucho de lo que fueron, pero ahora se sienten un poco extranjeros en su propia tierra; y además esa es la percepción que tienen los demás hacia ellos. En el fondo son dos buscavidas con pinta de señores distinguidos que van a cubrir sus necesidades, recurriendo a argucias de todo tipo aunque sea al margen de la ley o incluso de la ética.
–El rigor histórico en tu novela es importante para enclavar a los personajes.
–Sí es cierto que me esfuerzo mucho en ser rigurosa, quizás porque vengo del mundo académico donde el rigor es fundamental. He trasvasado mis herramientas y forma de trabajar a la escritura creativa y de ficción. No me sentiría a gusto si no fuese capaz de dotar de rigor a todo lo que hago, entonces la historia que transcurre tanto en México como en Cuba o Jerez está documentada y contrastada. Recurro a todo tipo de fuentes e información, para luego pasarlo por un filtro que me permita tamizarla pues no pretendo escribir un tratado sino una novela, pero con verdadera solidez.
–¿Es un lastre un éxito temprano como fue El tiempo entre costuras?
–Para nada, es un golpe de fortuna. No he sentido ninguna presión a la hora de volver a escribir otra novela. Yo estoy muy agradecida a ese libro y a todo lo que significó. Me ha permitido emprender otros retos posteriores, como es poder arrancar el lanzamiento de La Templanza nada menos que con medio millón de ejemplares.
–¿Cómo llegas a Mauro Larrea, a ese hombre que ha hecho su fortuna a fuerza de mucho tesón y trabajo?
–Intento transmitir a los personajes una serie de valores sólidos que a veces les es posible mantener, y otras se les derrumba. Tienen claves muy contemporáneas, aunque no quita que son hijos de su época: la figura del emigrante que se hace a sí mismo, que triunfa haciendo las Américas, era algo habitual… otros también se podían quedar sin triunfar. Busco darle características propias, ficticias pero a la vez mezcla de componentes muy humanos y reales.
–Todos los personajes buscan sobrevivir en una novela cuyo título podría tener un doble significado.
–La Templanza es por un lado el nombre del viñedo que llega a manos de Larrea de la forma más impensada e impulsiva posible, y por otro lado esa templanza tiene otra dimensión, la que busca el personaje tras mucho tiempo de lucha y de ir desatado por la vida. Los problemas le han ido surgiendo por todas partes y ha tenido de todo, menos templanza y sosiego.
–El amor llega en tu novela tarde, pero arrebatado, sin templanza.
–Del amor entre ellos me gustaba que fuese insospechado para ambos pues ya piensan que en su vida no se van a volver a enamorar: Soledad por su situación personal con un matrimonio estable y distinguido; y Mauro porque tiene otras urgencias antes que el amor, han pasado otras mujeres por su vida desde que enviudó, pero no considera volver a enamorarse y menos en ese momento. Sin embargo, el amor les llega a los dos de una forma desbordada, muy apasionada… él está dispuesto a darlo todo por ella, pero Soledad tiene una familia y un marido al que tiene claro le debe lealtad. Buscaba escribir sobre un amor entre personas maduras que cargan muchos lastres del pasado y que ya creen que jamás se va a presentar, pero surge para trastornarles completamente sus existencias.
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Por Benito Garrido (@benitogarridog).
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Enhorabuena y un millón de gracias por deleitarnos una vez más por esta bien documentada y relatada obra.
La fluidez descriptiva llena de detalles precisos, hacen al lector comprender los avatares de la economía internacional del siglo XIX protagonizada por los indianos españoles, cuyo triunfo se expresaba en sus casas solariegas, palacetes, vida social…
Gracias María por hacernos disfrutar a la vez que aprender. Por estas historias de ultramar y de retornos a la madre patria.
Por ese bosquejo que relata lo gozoso y lo sombrío, el contraste entre lo que el pensamiento atormentado procesa y lo conveniente de una pensada y templada actitud.
El nombre de tu obra no sólo tiene nombre de Hacienda de vinos y bodegas, es también nombre de actitud y de aptitud de su protagonista.