ARCO y la contundencia de la mirada
Por Paloma Rodera.
Arco es considerada la feria de arte contemporáneo más importante de nuestro país y, por ende, de gran calado a nivel europeo. Es una cita ineludible para artistas, galeristas, coleccionistas y para un gran sector del público general. Como sucede en el caso de los gigantes también tiene sus detractores, bien sea por envidia o por convicción.
Después de hablar con varias personas relacionadas con el mercado del arte que visitaron esta edición de la feria he confirmado, por un lado, la necesidad de una feria en la que mostrar el arte, las galerías, las publicaciones relacionadas con el arte y la cultura. Es cierto que siempre se busca la noticia que genera el escándalo, como un modo más de publicidad. Hace unos años fueron las pinturas realizadas por niños, en otra fue la escultura de Francisco Franco en una máquina expendedora o el paseo de una drag queen . Este año ha tocado, a mi entender, una versión más Light, pero no menos escandalosa, un vaso de agua medio lleno por valor de 20.000 euros. Este tipo de iniciativas buscan provocar en un tiempo en el lo original es difícil de presentar, pero que sin embargo pone de manifiesto una realidad sociológica sobre la visión pública del arte o nos remite a cuál es la posición de la cultura en política social.
Desde una perspectiva interna al mercado del arte diré que he visto propuestas rotundas, de gran sencillez, pero con la potencia suficiente para tener algo que decir a un público posmoderno al que pocas cosas pueden seducirle y sacarles de la confusión diaria de imagen en la que se haya inmerso. Hoy, cuando la necesidad de la cultura se hace tan patente como herramienta para generar el espíritu crítico en los ciudadanos, así como de ser la llave para evadirnos y, a su vez, ser el mejor instrumento de denuncia, eventos como Arco tienen el suficiente poder, y el deber por su posición, de defender esta cultura que la política ha decidido relegar a una distracción.
Menciono a continuación la presencia de Latinoamérica en esta edición. Estos puentes que empiezan a tenderse en otros ámbitos y que han dado testimonio en Arco son de vital importancia para el desarrollo artístico y para la creación de lazos entre continentes que tienen que convertirse en fuertes y estrechos, ya que es gracias a este intercambio que se produce una simbiosis entre procesos creativos y resultados.
Afirmo, sin miedo a equivocarme, que esta ha sido una de las mejores ediciones de la feria en los últimos años. Buena disposición del espacio, obras bien trabajadas y muy potentes, que han causado impacto fuera del mundo del mercado del arte, llegando a un público general, no exclusivamente centrados en la intención de aumentar su colección. Esta función didáctica, de algún modo colateral, es uno de los éxitos rotundos de la muestra. Tendremos que esperar un año para nuestro próximo encuentro con el arte contemporáneo en la próxima edición de Arco.