La curiosidad una excelente habilidad
Por Fco. Javier Clavero Champsaur
“No tengo talentos especiales, pero si soy profundamente CURIOSO”
Albert Einstein
Y no solo para los que escribimos, sino para todo ser humano que pretenda evolucionar en su transitar por esta vida. La curiosidad es una de esas capacidades imprescindibles, para crear en nuestro imaginario lo que luego se convertirá en texto escrito. Podría haberla denominado observación, sin embargo ese matiz entre ambas de mirar, investigar buscando averiguar algo, que supone el ser curioso, es donde deseo poner el acento. El hecho de mirar y observar nos brinda posibilidades de ver con detenimiento, tal vez sin una motivación determinada. La curiosidad nos ofrece la posibilidad de introducir los por y para qué, los cómo entre otras preguntas.
Tiene un sentido de investigación fundamental para el que escribe, sea cual sea el género por el que se mueve. Extrae pequeños grandes detalles necesarios para el texto que desarrollamos; llegando a poder convertirse en una actitud que nos provea de enseñanzas de incalculable valor. De cualquier observación activa podemos sacar un aprendizaje que nos sirva para nuestro actual proyecto literario o para los siguientes. Cuando seamos capaces de pararnos y enfocarnos en la observación de lo que ocurre a nuestro alrededor, estaremos generando un hábito que al poco puede ofrecernos fuentes de inspiración sin límite.
Acabo de mencionar a las musas de la inspiración y lo he hecho de manera casi obligada, ya que es uno de nuestros caballos de batalla: Si llega o no, si se queda o se va… Dejando claro que no hay reglas o fórmulas válidas al cien por cien para todos y cada uno debe buscar la que más le acomode. La curiosidad hace que nuestras neuronas trabajen y siendo así: ¿No será mucho más fácil que nos visite la susodicha inspiración? Ni que decir tiene que cuando esta se convierte en una actitud ante la vida, somos capaces de ver cosas que de otra manera nos resultaría difícil, por no decir casi imposible.
Hasta ahora, la hemos presentado como una actitud ante la observación, pero si la traspasamos al plano del aprendizaje o al de la investigación, podemos descubrir que es una Motivación a prueba de desánimo, diría yo que puede convertirse en energía ilimitada que nos lleve a aprender más y mejor, sabiendo que todo ello se traducirá en textos más vivos, brillantes y sobre todo que gusten a nuestros lectores. Acudir a cualquier academia, escuela con este estado de ánimo llevado al extremo, consigue que seamos verdaderas esponjas, que absorbamos todo lo que nos ponen por delante, incluso lo que sucede a nuestras espaldas, siempre y cuando tenga el fin que nos hemos propuesto.
La curiosidad es una de esas habilidades que también hay que saber mantener en equilibrio y bajo control, como el resto de los hábitos siempre tiene que tener un fin concreto; ya que de lo contrario, en lugar de estar a nuestro servicio, pasan a esclavizarnos. No hay duda de que todo aquel que pretenda escribir debe tener el hábito de leer y mucho, sin embargo cuando tu objetivo de escritura pasa a un segundo plano, porque el hábito de leer se ha hecho dueño de tu tiempo, y se lo dedicas todo, no encontrando el momento de coger papel y lápiz o teclado; podríamos aseverar que has caído en sus “garras”.
Por lo tanto, curiosidad: Sí, en las dosis adecuadas para mantener eso que llaman equilibrio, que todos ansiamos pero muy pocos alcanzan. Este afán observador e investigador debe convertirse en una tarea que nos abra puertas para obtener la información y por supuesto la formación que nos ayude y nos haga crecer como escritores, dando a nuestras obras la solidez y consistencia de quien hace un trabajo exhaustivo y excelente. La consecuencia de un trabajo bien hecho suele ser la propia satisfacción, el decir: Misión cumplida; si además el Éxito nos visita, será una situación ideal. En caso contrario, tenemos la certeza de seguir hacia delante, y que el combustible de la curiosidad será un vehículo que nos impulse cada día a superarnos y a mejorar más y mejor.