El gran misterio de Bow, de Israel Zangwill

Por Marta Marne de Leer sin prisa.

La mañana del 4 de diciembre de mil ochocientos algo la señora Drabdump duerme más de lo habitual. Siempre se despierta y se pone en pie a las 6 de la mañana, pero hoy parece que la espesa niebla que cubre Londres ha cubierto también sus ojos. Son las 6:30 y siente que ha dormido demasiado, está aturdida y somnolienta. Apresurada, prepara el desayuno al señor Constant, uno de los huéspedes que viven en su casa en la planta de arriba. Golpea la puerta con energía y le avisa de que es tarde, que debe ponerse en pie o no llegará a la reunión que tiene concertada esta mañana con los trabajadores descontentos del tranvía.

La señora Drabdump recorre la casa de modo apresurado haciendo sus tareas habituales, ese retraso le costará horas. Pero el señor Constant sigue sin levantarse. La señora Drabdump comienza a inquietarse y una horrible sensación termina por apoderarse de ella: la convicción de que el señor Constant ha sido asesinado. Trata de entrar en la habitación, pero está cerrada por dentro. Desesperada, acude a su vecino el detective Grodman. Tras conseguir echar la puerta abajo se encuentran con una horrible estampa: el cadáver degollado del señor Constant reposa en su cama.

Debido a que Grodman es detective va adelantando trabajo a la policía. Comprueban que las ventanas estaban perfectamente cerradas desde dentro, que el arma homicida no aparece por ningún sitio, que el cuerpo del señor Grodman aún está caliente y que parece ser que no hay forma humana de haber salido de esa habitación sin haber dejado alguna prueba.

Comienzan las pesquisas para dar con el asesino, con métodos que dejan mucho que desear, pero no olvidemos que la novela fue escrita en 1892 y los métodos de investigación eran aún un tanto rudimentarios. Buena muestra de ello es que para comprobar que las ventanas estaban debidamente cerradas las abren para dar fe de ello, y así de paso avisar desde la ventana a un policía que por allí pasaba.

El atractivo de El gran misterio de Bow reside en dos aspectos. Por un lado, la ya típica trama de «misterio de habitación cerrada», tan popular en las novelas de finales del siglo XIX y principios del XX, con métodos deductivos para dar con la solución más que con el análisis de las pruebas obtenidas. Un verdadero juego de ingenio, en el que los sospechosos se van descartando uno a uno a través de la lógica deductiva.

Por otro lado, uno de los grandes atractivos de la novela es que estamos ante una novela plagada de humor británico por los cuatro costados. Diálogos incisivos y personajes magníficamente perfilados, desde sus características físicas a sus nombres. Por ejemplo, el policía encargado de llevar a cabo la investigación, un pobre pusilánime que no sabe muy bien por donde encarar el caso, se llama Edward Wimp, apellido que traducido viene a ser débil, flojo, pelele, mequetrefe. Ya me diréis con que autoridad encara alguien con ese nombre una investigación. El juicio en el que trata de dilucidarse si estamos ante un suicidio o un asesinato también es un buen ejemplo de ese humor tan peculiar y sofisticado, con anotaciones en paréntesis de las reacciones del público asistente del tipo (Risas) (Conmoción) o (Murmullos de diversión).

El broche final no es tan solo la resolución del misterio, el cual me ha resultado original e interesante, sino una nota del propio autor en que nos narra las reacciones del público según fueron leyendo la historia por entregas en el periódico Star desde Agosto a Septiembre de 1891. Recibió decenas de cartas en las que los lectores elucubraban sobre quién era el asesino, y a medida que el público escogía a un culpable, él iba descartándolo, hasta dejar como culpable al único del que nadie había sospechado. Sea cierto o no que decidió así el final de su novela, resulta interesante comprobar cómo el autor disfrutó viendo el interés que despertó su trama entre los lectores y cómo terminó convirtiéndolo en un juego en el que tuvo en cuenta sus aportaciones.

 

3 thoughts on “El gran misterio de Bow, de Israel Zangwill

  • el 3 marzo, 2015 a las 11:25 pm
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    No me hubiera fijado en este libro, pero tras leerte, desde luego me lo voy a apuntar.
    Besotes!!!

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  • el 14 abril, 2015 a las 7:27 pm
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    Hay una buena adaptación de esta novela en Hollywood, estrenada en 1946. Se trata de una película de serie B, rodada en el esplendor del cine negro norteamericana, que además fue el debut del gran director Don Siegel. Su pareja protagonista es un dúo de actores, Sidney Greenstreet y Peter Lorre, supongo que los conocerás, que se hicieron famosos en la época por sus papeles secundarios en clásicos como «El halcón maltés» o «Casablanca».

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