George Egerton: la atracción más dulce, la más fatídica
Por José de María Romero Barea
Pseudónimo de María Chavelita Dunne, George Egerton es considerada una de las escritoras que ayudaron a dar forma al concepto de la Nueva Mujer. Su primera colección de cuentos, Tónicas (1893), la propulsó a una efímera popularidad. Ha sido reconocido como un libro pionero en la causa feminista, a pesar de que la propia Egerton jamás quiso erigirse en defensora de dicha causa.
Por el contrario, la autora inglesa trató en vida de distanciarse de sus homólogos feministas. En lugar de argumentar a favor de los derechos civiles, Egerton promueve en su literatura un cambio en la mentalidad femenina, en desacuerdo con las opiniones victorianas. Tanto en sus cuentos como en sus novelas, Egerton insta a sus lectoras a hacer lo mismo que ella hizo en vida: asumir, reconocer y plegarse al poder hechizante de una sexualidad sin restricciones.
Nacida el 14 de diciembre de 1859 en Melbourne, Australia, criada en Nueva Zelanda y educada en Alemania, Dunne estudió para ser enfermera a pesar de que su deseo era ser artista. Trabajó en hospitales de Londres y Nueva York. La autora se fugaa Noruega en 1887 con Henry Higginson, un hombre casado, y más tarde se establecen en Inglaterra. En 1888 abandona a Higginson y se traslada a Londres. En 1891, se casa con el novelista canadiense Egerton Clairmonte y cambia su residencia a Irlanda, donde tienen un hijo. Su matrimonio termina en divorcio en 1895.
En Tónicas, tal vez el más autobiográfico de sus libros, encontramos ya las constantes de su escritura: las lagunas narrativas y el flujo de la conciencia nos presentan las cavilaciones del yo introspectivo de la protagonista. La preocupación temática es la de obras posteriores: la pureza femenina es una construcción masculina que niega a las mujeres el derecho a esperar y experimentar la libertad sexual y la satisfacción.
“¿Qué cuente cómo fue? No es sencillo, pues lo patético se puede convertir en ridículo al contarlo. Veamos. Claro que fue por casualidad, si es que existe la casualidad. Digamos si no la suerte. Las tres viejas damas que tejen nuestros destinos estaban aburridas, así que les dio por mí” (p. 133). Su breve romance con el escritor Knut Hamsun sirve de inspiración para uno de los relatos más célebres de la colección, “Ha llegado la primavera. Confidencias”. Egerton establece un paralelismo entre la exploración del terreno amoroso y el cambio de paisaje interior de su heroína. Ser una mujer independiente le permite hablar sin tapujos: “Mientras que el hombre sea hombre y la mujer sea mujer, el amor será para ellos en algún momento de sus vidas la atracción más dulce y posiblemente la más fatídica. Desdéñalo, bien por ambición o por ganancia, hazle todos los desaires que quieras, antes o después se vengará” (p. 138).
“Ha llegado…” ofrece un fresco de la modernidad femenina a finales del siglo XIX en el Antiguo y en el Nuevo Mundo, aunque también de una subjetividad específicamente victoriana. El relato se ajusta a la convención del bildungsroman pero adaptada a una tradición modernista emergente. El texto explicita una red de puntos de referencia a través de los cuales se cuenta la historia de sus protagonistas: “El hombre o la mujer que pone en peligro un gran talento, sea la escritura, la pintura o el teatro, por contraer matrimonio, está trocando su primogenitura maravillosa por un plato de lentejas, y unas lentejas bastante mediocres (…) aún no ha habido un matrimonio en el que uno de los dos no sea un perdedor y, por lo general, la parte que tiene más talento es la que paga la cuota más alta” (p. 150).
Los relatos de Disonancias (1894) muestran el mismo estilo fragmentado de Tónicas, aunque su narrativa es más redondeada, unificada, fluye más fácilmente. Disonancias, su segundo libro de cuentos, es excepcional en su representación de la psique femenina y la maternidad. Era y sigue siendo un texto pionero en su análisis del desarrollo de la Nueva Mujer y sus ideales.
El relato “Momento psicológico en tres períodos” sigue a la heroína de Egerton de la niñez a la madurez. Cada título de los tres episodios refuerza el tema del relato de crecimiento: “La niña”, “La adolescente” y “La mujer”. El despliegue narrativo permite al lector ganar en penetración de pensamientos, sentimientos e ideas a medida que se desarrollan. El tema principal es la diferencia entre hombres y mujeres en la sociedad victoriana. Uno de los subtemas es la soledad de las mujeres.
“Luego también ella se marcha y la niña apoya la cabeza contra el tronco del viejo árbol. Piensa que si se machacara la frente contra la corteza áspera sería un alivio, tan encendidas tiene las mejillas y tanto le escuecen los párpados. Se muerde la lengua de humillación. Esperaba que hubiera entendido” (p. 247). “La niña” regala al lector espectaculares descripciones de la vida finisecular y sus paisajes sentimentales, en el estilo singular y sugerente Egerton.
A través de la percepción de las distintas protagonistas, el lector es capaz de participar en un viaje de la infancia a la edad adulta, pasando por la adolescencia. En “La adolescente” hay elipses y lagunas en la narrativa, que dicen tanto: “Cuando dos chicas son vistas juntas varias veces se las amonesta con severidad; de ser necesario, se las separa en todas las actividades recreativas. Quizás sea esto lo que añade emoción a un coqueteo con una compinche del propio sexo” (p. 251).
El relato “La mujer”, queda abierto, mientras la narradora se retira a vivir en compañía de otras mujeres solitarias: “Ningún poder de la tierra, ninguna ley de la sociedad, escrita o sin escribir, es lo bastante fuerte para hacerme ir por un camino que yo no elija. Lo único que el mundo le debe a cualquiera es el pan y nada más; nadie debe morir de hambre, pero el hambriento o la hambrienta habrá de comprar el pan en los términos que el mundo dicta, es decir, trabajando” (p. 298).
En la colección de relatos Tónicas y Disonancias, Egerton se siente impulsada a explicar la vida real de la mujer, no la sentimental, como tantas veces la literatura de este periodo. De hecho, el pseudónimo masculino hizo que Dunne pudiera escribir con libertad y escapar de las expectativas que los lectores victorianos y los editores tenían de las escritoras. Amiga de Bernard Shaw, Ellen Terry y JM Barrie, la experimentación de Egerton con la forma y el contenido anticipa el modernismo de escritores como James Joyce y DH Lawrence. El propio Thomas Hardy reconoció la influencia de la obra de Egerton, en particular, en la construcción de su personaje Sue Bridehead, en Jude el oscuro (1895).
Sin embargo, la obra crítica sobre Egerton sigue siendo insuficiente. Se sabe muy poco sobre su vida y opiniones (y lo que se sabe está plagado de contradicciones). Se negó a ser entrevistada, no quiso que se escribiera su biografía y apenas hay documentos gráficos sobre ella. La autora inglesa vivió como escribió: sin estridencias. Solitaria por vocación, dedicó sus trabajos y sus días a sus recuerdos hasta su muerte en 1945.
Las historias de Tónicas y Disonancias, reconocidas por su política sexual radical y su estilo episódico, han obtenido atención de la crítica inglesa y han sido reimpresas en numerosas ocasiones en su lengua de origen. Con esta edición de Cátedra, Letras Universales, a cargo de la profesora y traductora María Luisa Venegas Lagüéns, los lectores en castellano tenemos la oportunidad, por vez primera, de apreciar los cuentos de Egerton.
El volumen contiene una introducción académica, una breve bibliografía, una cronología de los acontecimientos biográficos, y notas editoriales explicativas. La traducción es excelente. En su introducción, la profesora Venegas Lagüéns analiza la novela en sus contextos sociales, políticos y culturales y da una gran visión del clima literario fin-de-siècle. Se definen con claridad las referencias intertextuales, filosóficas y culturales y se explican las alusiones geográficas, históricas y lingüísticas en notas editoriales bien informadas, que proporcionan información sólida para la comprensión plena del texto.
Se trata, sin duda, de una contribución notable al conocimiento y difusión de una escritora imprescindible. Esta reimpresión de Tónicas y Disonancias viene a paliar el conocimiento deficiente e interesado de la genial escritora inglesa. Estos sugerentes cuentos bien merecen la atención de las lectoras y los lectores, académicos incluidos. Gracias a esta nueva edición, George Egerton recibe la consideración que merece.
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