21% de literatura

Por Marina Alonso Cortés.

Hace un tiempo me preguntaron por qué creía que el 21% de I.V.A era demasiado para la cultura, la literatura en mi caso; podría decir que no es un producto de lujo, que en otros países es mucho menos de la mitad…pero la respuesta no tiene nada que ver con cuestiones políticas.

Los lectores, ya sean casuales, habituales o verdaderos devoradores de libros viven como suyas las aventuras que leen en sus libros, están hechos de ellas, casi forman parte de su vida.

Somos Romeo esperando a Julieta y Julieta buscando a Romeo con un folio en blanco al lado para cambiar el final. Somos invitados en una de las grandes fiestas de Gatsby, los únicos que conocemos su rostro y el motivo por el que celebra esas extravagantes celebraciones mientras mira esa luz al otro lado de su embarcadero. Somos todos los casos que resolvimos con Poirot o con Sherlock Holmes. Somos Ana Frank ocultos en una minúscula habitación. Somos Bastian escondidos en un almacén mientras a lomos de Fújur ayudamos a Atreyu a salvar Fantasía. Somos ese retrato de Dorian Gray que envejece mientras él sigue tan joven como siempre. Somos ese libro que nos gustó tanto que no quisimos ni ver su adaptación al cine, o ese otro que leímos mil veces hasta saberlo de memoria. Somos esa niña que robaba historias para que su amigo escondido siguiera soñando. Somos Daniel buscando el cementerio de los libros olvidados. Somos ese violinista que puso un poco de esperanza en el mundo nazi. O ese inocente niño sin prejuicios que sólo quería un amigo aunque le separaran de él una valla y un pijama de rayas. Somos adultos que siguen esperando la carta de Howarts.  Somos los prejuicios de Elizabeth y el orgullo de Darcy. Somos unos cuantos amigos buscando un misterio entre ciudades de papel. O un par de turistas en Nueva York que quieren descubrir si las ardillas de Central Park están tristes los lunes. Somos un mundo amarillo. Y esas brújulas que buscan sonrisas perdidas. El profesor Lagdon resolviendo misterios. Somos todo esto y mil historias más que descubrimos entre las páginas de un libro.

Pero también están los momentos que proporcionan. Esas tardes de invierno en los que la lluvia no deja de caer, o un día de verano tirados en la hierba mientras lees el que se puede convertir en tu nuevo libro favorito. O esas páginas que hacen más ameno un interminable viaje en avión.

No es un lujo, es tener la suerte de haber elegido una pasión llena de letras que te da todo esto, y seguro que podríais añadir muchas  cosas más. La imaginación no se compra, y la cultura, la literatura, es mucho más que un par de números en una factura.