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De las aulas al teatro y del teatro a las aulas

Por Mariano Velasco

La ola, obra basada en un experimento realizado por un profesor americano con sus alumnos sobre el porqué del holocausto, ofrece un excelente material para trabajar en institutos y universidades.

 

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Dejando a un lado los mayores o menores aciertos de este espectáculo teatral (léase mejor para ello la crónica publicada recientemente por Culturamas), se trata aquí de sugerir una serie de pautas e ideas para acometer un análisis de La ola (Teatro Valle Inclán) como herramienta educativa u objeto de trabajo de clase, dirigido a alumnos de cualesquiera disciplinas, no ya solo de Literatura, Teatro o Historia sino, sobre todo, de esa asignatura tan puñetera y difícil que acaba siendo la vida.

Para mayor aceptación de un público en ocasiones difícil de motivar, téngase en cuenta que se trata de un montaje teatral hecho por gente muy joven, un grupo de siete actores que conforman un magnífico reparto coral y que representan a siete personajes tipo seleccionados con notable acierto. A nuestros alumnos-espectadores (de ESO para arriba) no les resultará difícil identificarse con alguno de ellos: el rebelde, el disciplinado, la rarita, el marginado, la inteligente, el guaperas o la simplona.

Dicen los surfistas que las olas llegan a la playa en grupos y que la tercera de cada serie es siempre la más fuerte. A partir de esta idea, un profesor de historia de un instituto americano en los años 60, en una sociedad sumergida de lleno en el conflicto ético y moral que supuso la Guerra de Vietnam —y todavía con secuelas heredadas generacionalmente de quienes participaron y sufrieron en sus carnes las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial—, decide someter a sus alumnos a un arriesgado experimento convirtiéndolos en miembros de un grupo, la “Tercera Ola”, sostenido a base de estrictas reglas y disciplina. Y todo ello para tratar de hacerles ver cuál es y cuál ha sido siempre el funcionamiento de los regímenes totalitarios.

El punto de partida para iniciar el debate en el aula bien puede ser el mismo que plantea uno de los personajes, y que funciona a su vez como arranque para el argumento de la obra: ¿por qué? La pregunta se refiere en concreto a por qué la sociedad alemana de la época del holocausto, muchos de cuyos integrantes seguro no estaban de acuerdo con las ideas del régimen, permitió, consintió y calló —si no participó— ante tal barbaridad.

Permitámonos la licencia de adoptar el papel de profesor para sugerir que no haría falta ceñirse a la situación concreta que plantea el texto. Más bien al contrario, aventurémonos a descender algunos peldaños en esa “escalera del mal” cuyo escalón más alto estaría ocupado por el genocidio nazi. Adoptaríamos así una perspectiva mucho más actual y cercana al alumno, poniendo sobre la mesa casos más recientes como los últimos e impactantes episodios de terrorismo yihadista, sin ir más lejos. Y la pregunta seguiría siendo la misma: ¿por qué?

Si continuamos descendiendo peldaños bien podríamos acabar situándonos de lleno en el ambiente del cual forman parte nuestros alumnos, y en lo que hay de barbarie consentida en su propio mundo: racismo, xenofobia, violencia doméstica, tribus urbanas, grupos ultra, acoso escolar… Y es que, en palabras de Marc Montserrat Drukker, director de “La ola”, de lo que habla realmente esta obra es del silencio, “de la pasividad, de callar cuando algo está mal”. Concretemos entonces algo más la pregunta: ¿por qué callamos?

O a nuestros alumnos no les corre la sangre por las venas, que todo puede ser, o seguro que habrán comenzado a surgir ya otra serie de temas que “La ola” saca a colación:

La necesidad de pertenecer a un grupo: “poder de la comunidad” es uno de los eslóganes que hace fuertes a los miembros de la “Tercera Ola”. Se trata de subrayar el poder de quienes forman parte del grupo frente a la debilidad de aquellos que se quedan fuera. Que levante la mano quien no se haya sentido débil, rechazado o deprimido por haber quedado excluido, pongamos por caso, de un grupo del WhatsApp.

La ausencia de diferentes puntos de vista: “poder de la disciplina” es otro de los eslóganes que sustentan a la “Tercera Ola”, donde la verdadera seguridad la proporciona el “todos a una”, el que nadie se salga del guión establecido. Podría parecer a simple vista el planteamiento más difícilmente trasladable a la sociedad de hoy, inmersos como estamos en la cultura de internet y la vorágine de las redes sociales. Pero, ¿puede el exceso de información llegar a convertirse también en un factor de aislamiento? ¿Cuál es el verdadero poder de los medios de comunicación y, sobre todo, cuáles son sus verdaderas intenciones?

El miedo y la falta de libertad: y es que sentirse dentro de un grupo tampoco asegura la felicidad absoluta. ¿Hasta dónde estamos dispuestos a soportar nuestra falta de libertad y a cambio de qué? ¿Nos sentimos vigilados y examinados dentro de nuestra propia “Tercera Ola”? ¿Podremos fiarnos de nuestros propios compañeros?

El poder y la superioridad: la figura del líder carismático y manipulador no es una imagen del pasado. A poco que reflexionemos sobre nuestro comportamiento en nuestro quehacer cotidiano daremos con personas a la que, consciente o inconscientemente, rendimos pleitesía y admiración, y por las que, con mejores o peores intenciones, nos dejamos manipular. ¡Ojito!, que estamos en época de elecciones. Y un aspecto interesante derivado de este punto: ¿puede un líder mostrar en algún momento debilidad?

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Seguro que los profesores, que de esto saben más que nosotros, sabrán argumentar y sugerir nuevos, variados y más originales planteamientos derivados de esta estimulante obra que es “La ola”. Desde aquí se trataba solo de aprovechar la presencia de este espectáculo en nuestra cartelera teatral para proponer lo que puede resultar una interesante actividad que despierte las adormecidas neuronas de los alumnos. Contribuir, en definitiva, a algo que al final todos, en mayor o menor medida, exigimos a nuestro deficiente sistema educativo: formar mentes con espíritu crítico y creativo que sean capaces de reflexionar.

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