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David Larible reinventa el teatro-circo con magnético encanto

Por Horacio Otheguy Riveira

Larga es la historia del arte circense; siete generaciones de la familia Larible forman parte de esa historia: un mundo de fantasía al servicio de hombres y mujeres transformados en niños felices de estar junto al «mejor clown del mundo».

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Tiene compromisos  en muchos países lejanos y cercanos, pero este italiano universal escogió Madrid para el estreno mundial de un montaje formidable, una representación en la que empieza como «pobre» payaso a merced de un tirano, a su vez mandoneado por un director de casting implacable.

Como un niño víctima de los caprichos de los adultos, el payaso no puede hacer más que volcarse en lo suyo y pasar toda la función Laribleando: una función muy difícil porque ha de ser todos los artistas que concurren al casting donde cada vez se le pide algo más complicado y retorcido. Pero él puede con todo.

Porque poder con todo en manos de David Larible significa reírse del propio mundo circense en breves y divertidas parodias, pero también ir creciendo como artista en una puesta en escena maravillosamente iluminada por Mirko Oteri, y musicada por un pianista excepcional, Stephan Kunz, que interpreta partituras de clásicos, bandas sonoras de películas (impactante versión de Érase una vez en el Oeste, de Ennio Morricone) y sus propios temas.

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Un espectáculo completo, de gran producción y óptima calidad en la que el pobre payasito del comienzo acabará adueñándose de toda la pista y poniendo en su sitio al déspota que lo volvía loco. Pero eso sí, sin dejar de ser el chavalín travieso que vive en el corazón del clown que irrumpe de pronto cantando My Way con una voz espléndida y en varios idiomas, o tocando la trompeta, o jugando a la ópera con un público entregado, asombrosamente entregado debo decir: sólo le sucede a Larible que todos los espectadores que lleva al escenario están deseosos de acompañarle, de poder jugar a su lado en una serie de secuencias divertidísimas.

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Todo él es de un magnetismo fabuloso, música que cautiva, gags que se encadenan relacionados con efectos de luces, durante hora y media que se vive con la sensación de un gran show de más de dos horas, tantas las buenas cosas que allí suceden y que acaban con una triple despedida:

Primero: un final muy divertido con varios espectadores jugando a su lado en un cuadro de fantástica juerga. Después otro final con un niño en un espejo imaginario y una canción de Roberto Benigni para la primera despedida… y por último una canción de amistad para siempre; la mejor canción posible que invoca la emocionante posibilidad de volver a vernos.

David Larible hizo de todo un poco bajo carpas de Europa, América del Norte y del Sur: por ejemplo, trapecista, equilibrista, malabarista y acrobacia con caballos, mientras estudiaba en un conservatorio de música y danza clásica. Hasta que decidió ser payaso, un clown flexible, de cuerpo de goma, y al mismo tiempo como de peluche, que te toma de la mano y te lleva a la felicidad de ser el mejor bufón del mundo por unos instantes, una tarde, una vida que él suele regalar en el «más difícil todavía» cuando visita —sin cámaras, con una discreción absoluta— los hospitales de niños y enseña a los médicos a payasear para convertir en carcajada el sufrimiento de los más débiles.

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Escrito, dirigido e interpretado por David Larible

Al piano: Stephan Kunz

Y la colaboración de: Andrea Ginestra

Dirección artística: Alessandro Serena

Dirección técnica: Massimiliano Macello

Diseño de luces: Mirko Oteri

Logística: Andrea Vallotto

Producido por Circo e dintorni

Producción en España: Teatro Circo Price y Productores de Sonrisas

Lugar: Teatro Circo Price

Fechas: del 6 al 22 de febrero de 2015

 

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