El efecto pigmalión en los libros
Por Fco. Javier Clavero Champsaur.
“Los que piensan que es imposible, no deberían molestar a los que estamos intentándolo”
Thomas Alba Edison
Me pregunto que hubiera sido de Pigmalión si en lugar de ser un magnífico escultor, producto de la mitología Griega, su Galatea hubiese sido un “Texto” en vez de una maravillosa escultura que acaba por convertirse en una bella dama. Pigmalión enamorándose de su obra puso sus pensamientos así como el enfoque, volcando toda su fuerza y su vida en ella. Los Dioses sorprendidos con su devoción y apiadados de sus deseos, le dieron vida a la escultura cumpliendo sus anheladas aspiraciones. Pigmalión un excelente escultor había visto recompensada con creces, aquello en lo que había puesto sus expectativas.
Sobre el efecto Pigmalión, no vamos a extendernos, ya que hay mucho escrito, y sí diremos que tiene decenas, sino cientos de demostraciones (unas científicas y otras no tanto) y es algo a lo que sin darnos cuenta, en muchas ocasiones sacrificamos nuestros esfuerzos y dedicación: A convertir en realidad expectativas que nos hemos creado en nuestra mente. La pregunta sería en qué tipo de expectativas nos enfocamos: En perder el puesto de trabajo, en quien queremos deje de hacerlo, que las cosas no salgan como nos gustaría y en lo que nos ocupa en este foro… Que aquello que escribamos no gustará, no será todo lo bueno que debería, en definitiva que no cobre “vida”.
No nos damos cuenta que tal vez seamos nosotros quienes más bien lejos de dar vida a nuestra obra, generando expectativas de realización sobre ella, nos enfocamos en todos los “no, pero y es que” de los que somos capaces de inventar. Alejamos las posibles fuentes de vida, sin ser conscientes de que el resultado no es el que ansiamos. Si pensáramos en nuestra obra como algo que cobrará vida, o mejor, que ya la tiene y vamos a hablar de ella como del hijo que ha colmado todas nuestras esperanzas de crecimiento y realización; vamos a seducir a quienes nos escuchen hablar de ella y no porque intentemos convencerlos, sino por la pasión, devoción y admiración con que lo hagamos.
Sin embargo, ojo, con traspasar la linde y volvernos egotistas, incluso petulantes al hacerlo. Esto no solo es una ciencia, más bien un arte en el que el “yo” debe desaparecer y vernos inundados de una verdadera tanto como sincera humildad y esto es algo que todos en nuestro fuero interno, sabemos el lado de la frontera en el que estamos: ¿Hablamos o escuchamos? ¿Nos interesa lo que nos cuentan, prestamos atención? ¿La gente nos escucha sin prisa por que terminemos o por interrumpirnos? Las respuestas las tenemos todos y están dentro de nosotros, tan solo tenemos que dejar que fluyan hacia fuera. Ah, por cierto las comparaciones en este caso son malas consejeras salvo que sean espejos donde mirarse para mejorar.
Por supuesto que todo esto ni es particularizable ni generalizable, tan solo son pensamientos convertidos en líneas que deseo nos ayuden a motivarnos, para que nuestros obras cobren vida antes, más y mejor de lo que podrían hacerlo; al igual que Galatea. Más no solo de expectativas de realización vive el ser humano, ya que este tendente a la ley del mínimo esfuerzo, podría pensar que es capaz de atraer todo lo que se le ponga por delante, sin dar nada a cambio; craso error. No insistiremos en el sembrar para cosechar, dar para recibir, ponerse en lugar de lo deseado y preguntarse: ¿Te lo mereces? Sin duda hay que trabajárselo, hay que ponerle dedicación, esfuerzo y sí, sacrificar lo que no es prioritario para nosotros y para los objetivos que nos mueven. Pero cuando la información, la formación, la educación, la comunicación y la motivación están encajadas en su sitio, consigues crear una obra: “Tu Obra”, entonces es el momento de poner en marcha el efecto Pigmalión.
Y si echamos la vista atrás, veremos que todos lo hemos aplicado en algún momento de nuestra vida y como en otros lares, no hay garantía de éxito; pero si ni siquiera tu pones expectativas de triunfo en aquello que haces, como quieres que lo hagan los demás; entonces sí, la garantía existe y es de fracaso. Ahora os animo a seguir escribiendo con la fuerza que Pigmalión empleó en esculpir a Galatea y nuestras obras cobrarán vida para darnos con creces, lo que un día les dimos a ellas, al transformarlas de proyectos en nuestra mente, a eso que sin duda son palabra mágicas para todos nosotros: Libros leídos y admirados por muchas personas.