La novela que Vicente Blasco Ibáñez escribió para ganar la Primera Guerra Mundial
Por Alejandro Gamero (@alexsisifo)
Cuando se piensa en novelas inspiradas en la Primera Guerra Mundial es frecuente recordar obras como Adiós a las armas de Hemingway o Sin novedad en el frente de Erich Maria Remarque. Lo que no es tan habitual es mencionar a Vicente Blasco Ibáñez, un autor que es recordado sobre todo por sus aportaciones al naturalismo con obras como La barraca, Entre naranjos y Cañas y barro. Sin embargo, el escritor valenciano no solo cuenta con una novela sobre el tema, Los cuatro jinetes del Apocalipsis, sino que además esta obra fue considerada durante muchos años como la novela por excelencia de la Gran Guerra y casi podría decirse que tuvo mucho que ver con que el desenlace del conflicto bélico fuera favorable a los aliados.
Todo empezó en 1914, cuando Blasco Ibáñez se trasladó a París para intentar hacer algo de fortuna con la literatura. Entre 1911 y 1913 el escritor había perdido grandes sumas de dinero en la Patagonia en un proyecto fallido en el que intentó poner en marcha numerosas tierras de cultivo con agricultores valencianos. Cuando la Primera Guerra Mundial estalla en el verano de 1914 Blasco Ibáñez aprovecha la oportunidad para visitar el frente y convertirse en corresponsal de guerra. Y tanto éxito tienen sus artículos y sus crónicas que el mismísimo presidente de la República francesa, Raymond Poincaré, le hizo como encargo personal que escribiera una novela sobre la guerra para levantar el ánimo de las tropas aliadas, como contraposición a la propaganda alemana. Así nació Los cuatro jinetes del Apocalipsis, un episodio novelizado por Basilio Trilles en Tiempo de valientes.
Ahora bien, ¿hasta qué punto pudo decidir una simple novela el final de una guerra? En Europa la novela de Blasco Ibáñez pasó bastante desapercibida, eclipsada sobre todo por Sin novedad en el frente, pero en Estados Unidos obtuvo sin éxito sin precedentes para la literatura española ‒y casi podría decirse para la universal, pues no se había vivido un fenómeno semejante desde La Cabaña del tío Tom‒. En un solo año se llegaron a vender más de doscientos mil ejemplares, una cifra que se incrementó con rapidez y que llegó a los dos millones en 1921. Incluido en la lista de los libros más vendidos del New York Times en 1919, ese mismo año se convirtió en el libro más leído en Estados Unidos según Publishers Weekly. En 1921 The Illustrated London News llegó a calificarlo incluso como el libro más leído del mundo aparte de la Biblia. Ese mismo año la novela se convirtió en una de las adaptaciones cinematográfica más taquilleras del cine mudo hasta el momento, protagonizada por Rodolfo Valentino.
Que Los cuatro jinetes del Apocalipsis se convirtió en un fenómeno capaz de influir en la opinión pública norteamericana está más allá de toda duda. En 1917, poco después de que la novela fuera traducida y se convirtiera en bestseller en Estados Unidos, este país decidió tomar parte en el conflicto. La versión oficial es que su entrada en la guerra se produjo como consecuencia del hundimiento del Lusitania por un submarino alemán el 7 de mayo de 1915, una catástrofe donde murieron 123 estadounidenses. Sin embargo, Santiago Posteguillo ofrece una explicación más literaria en su ensayo La sangre de los libros: la novela ‒concebida desde un principio como una estrategia bélica‒ quizá pudo remover las conciencias de los norteamericanos hasta el punto de precipitar su participación en el conflicto. Pero quién puede culpar a un escritor por especular con una teoría en la que un libro tiene tanto poder como para poner fin a una guerra.
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