La Editorial Funambulista cumple 10 años y lo celebra con Fernando Pessoa
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Editorial Funambulista celebra sus primeros diez años de vida con una edición muy especial del Libro del desasosiego, de Fernando Pessoa. En un encuentro al que asistieron algunos de sus autores (José Ovejero, Jesús Pardo, Tomás García Yebra…), el director del sello, Max Lacruz, presentó el libro del inolvidable escritor portugués.
Este año se cumple el treinta aniversario de la publicación en España (en Seix Barral –dirigida en aquel entonces por Mario Lacruz–, con organización y traducción de Ángel Crespo) de la primera edición en castellano, que fue la primera traducción a cualquier lengua, del Libro del desasosiego. A partir de esa edición el éxito de la obra fue mundial en innumerables lenguas. Editorial Funambulista, que cumple en este mismo 2014 diez años de andadura, homenajea la efeméride con esta antología personal y traducción de Luis Morales, destinada al lector no iniciado o con prisa, y configurada en un orden original y audaz, casi transgresor, que prescinde de la numeración y disposición habituales para darle la consistencia del diario de una jornada cualquiera en la (no) vida de Bernardo Soares, alter ego de Fernando Pessoa. Prepárense para celebrar el Día Mundial del Desasosiego y salir fortalecidos de la experiencia.
Como recuerda Lacruz en el acto de presentación, coincide el cumpleaños de la editorial con el de la primera edición de la obra del escritor portugués, que hace ahora 30 años, en 1984, fue introducida en España mediante una edición a cargo de Mario Lacruz, padre de Max, que tradujo Ángel Crespo, cuya viuda, Pilar Gómez Bedate, estaba también entre los celebrantes. «Pessoa no era entonces un ‘valor seguro’, pero Ángel sí estaba seguro. Pessoa ya era un valor consolidado en el grupo que Ángel frecuentaba, para los escritores portugueses de entonces, era el indiscutible maestro, y a él le entusiasmaba la idea de difundirlo en España. Tuvo una repercusión enorme», nos ha dicho.
Subraya Luis Morales, antólogo y traductor de esta nueva propuesta, que ésta es «una antología de fragmentos, no es la totalidad del libro. El criterio de selección ha sido muy personal, avalado por el criterio del editor, a partir de los subrayados que yo tengo en las ediciones que manejo, partiendo de esa consideración de Libro del desasosiego como un diario íntimo de Pessoa, porque creo que nunca ha sido tan él mismo como con el heterónimo de Bernardo Soares. De ahí que el filtro haya sido quedarnos con los textos que tocan directamente al interior de su alma». Morales entiende su trabajo como una invitación, una manera de atraer «a ese lector más generalista que había oído hablar del Libro del desasosiego, que sabía que tiene cierto volumen, y no se ha atrevido con él». Admite que esta sobredosis de Pessoa entraña riesgos, y lamenta que al institucionalizarse y convertirse en un producto cultural se registre «un cierto manoseo de su figura. Creo que muy pocas de las personas que se hacen fotos con su estatua en el Chiado saben lo oscuro y lo trágico de muchos de sus versos, de su producción». Lo cual ‘molesta’, pero no impide: en su opinión, es el gran poeta del siglo XX.
Un libro perfecto, pues, para celebrar estos diez años de trayectoria. «10 años después ―echa Lacruz la vista atrás― uno se da cuenta de que en realidad lo podía haber hecho de una manera distinta. Lo que hemos hecho bien es que alguna gente nos ha identificado y nos va siguiendo.» En estos tiempos difíciles, «el no haber desaparecido ya es un mérito». Admite que, en el mundo editorial, 10 años es nada, «si ahora mismo cerráramos, caeríamos en el olvido en menos de tres años, para dejar huella una editorial necesita varias décadas». Es Lacruz un editor que vive a caballo entre España y Luxemburgo, una ‘cercana lejanía’ que le aporta una perspectiva peculiar. «Desde allí veo mucha diversidad, lo cual me congratula mucho. Creo que en España se publica mucho y muy bien, cuando voy a una librería española lo que tengo son ganas de dejarlo, pienso que hay tanta gente que lo hace igual o mejor que yo y me digo: ‘para qué seguir’. Y sin embargo, cuando me vuelvo a ir, sigo haciendo mi trabajo…»
Pensando en los próximos diez años, asegura que «el gran reto es el asunto digital. Y soy a la vez optimista, en el sentido de que es imparable y aporta cosas muy buenas, y pesimista, en el sentido de que igual se lleva por delante a muchos editores, incluso a nosotros si seguimos tan pegados al papel. ¿Se podrá seguir editando con garantías y habrá negocio? ¿Quiénes lo tendrán ese negocio? No lo sé». Le preguntamos, para terminar, cuál es la razón, si sólo hubiera una, que le impulsa a seguir editando. Se lo piensa. Se decide: «Ver la sonrisa de ciertos autores».
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Max Lacruz, editor de Funambulista.
Diez preguntas para diez años de vida
Desde que se creó Funambulista ha lanzado 180 títulos intentando ser fiel a su filosofía. Ha rescatado a autores como Lajos Zilahy, Soma Morgenstern, Mario Lacruz, Nicos Cavadías o Stefan Heym, y apostado por escritores extranjeros como Yoko Ogawa (cuyo libro La fórmula preferida del profesor es el más vendido de la editorial) o Pascal Quignard, hoy muy representativos de su catálogo, tanto como lo son los españoles Tomás García Yebra o Félix Teira.
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P.- Diez años caminando sobre el alambre… ¿cuesta mantener el equilibrio?
Cuesta mucho, editar es nuestro país es cabrearse y tener la tentación de dejarlo varias veces al día… pero luego piensas que si te ha salido algún libro bien y alguien lo ha sabido valorar, ya ha valido la pena.
P.- ¿Cuáles eran vuestras intenciones cuando os lanzasteis a la aventura?
Las mismas que, imagino, las de muchos otros editores, quiero creer que con vocación, bonita palabra, ¿no?, dar a conocer otras voces nuevas u otras voces no nuevas pero que conviene que no se dejen de escuchar. Y de paso, no perder demasiado dinero, sabiendo que es un negocio ruinoso. Publicar al menos un 25% de primeras obras o de gente desconocida, que es donde un editor cumple mejor su papel y donde cobra sentido el oficio… Publicar sólo lo que otros ya publicaron o a autores que lo tienen fácil para publicar, no tiene mucho mérito…
P.- Os encomendasteis a Roger Caillois, quien –comentando el Zaratustra de Nietzsche– dijo del funambulista que «sólo logra su objetivo confiando en el vértigo y no intentando resistirse a él». ¿Qué significa eso en el terreno editorial?
Aceptar el riesgo de lanzar libros que pueden no ser aceptados, entendidos, valorados, comprados… Aceptar que lo que hacemos entraña un riesgo, y asumir ese riesgo, el riesgo de que las cosas salgan mal, porque, a veces, salen mal.
P.- En el abarrotado panorama editorial español, ¿qué hace de Funambulista una editorial singular?
Quiero creer que dar voz a una serie de libros que igual no la tendrían, no es mucho, pero sí es mucho…. ¿no? Creo que tenemos varias colecciones que aportan algo “diferente”. Ahora abriremos una colección de no ficción, cosa que me ilusiona mucho.
P.- Entre vuestras intenciones estaba (leo en vuestra web) prestar «especial atención a las literaturas francófonas y a las de los países del Este del continente». ¿Siguen siendo «dos ámbitos especialmente atractivos y novedosos para nuestro mercado»?
Lo francófono parece que ahora, con dos Nobel recientes, vuelve a tener un poco más de predicamento, después de unos años en que podías publicar un Premio Goncourt sin que nadie te hiciera el menor caso… Las literaturas del Este siguen siendo una asignatura pendiente en el ámbito editorial hispanófono, sólo llega una parte muy pequeña, los nombres más conocidos, es como si nos costara aceptar que hay media Europa que, en muchas cosas, y en lo literario también, es tanto o más Europa que nosotros…
P.- La editorial también (sigo leyendo) aspiraba «funambulísticamente a convertirse en una rampa de lanzamiento para autores que a ambos lados del Atlántico escriben en castellano, en una tribuna para voces nuevas más allá de las modas y las leyes del mercado». ¿Satisfechos?
Intentamos tener una buena presencia de autores del otro lado de charco, creo que es de justicia que así sea. A algunos autores latinoamericanos les cuesta llegar a España, parece que el cupo está cubierto con los grandes nombres que publican en los buques insignia de la edición española, y es una lástima, porque hay nombres muy interesantes que merecerían más atención. Creo que todo editor en lengua española ha de tener una vocación pan-hispanófona. Y lo dice un editor catalán y con una colección en catalán.
P.- ¿El mejor recuerdo?
Haber colaborado con algún autor que “se dejó” para que su libro mejorase, esa labor de comadrona que debería ser la de todo editor…
P.- ¿El peor momento?
Cada vez que te afean un libro, a veces con razón…
P.- ¿Por qué habéis elegido El libro del desasosiego para celebrar vuestro aniversario?
Por otro aniversario: porque ahora hace 30 años que lo publicó mi padre, Mario Lacruz, en Seix Barral, por primera vez en español, en la traducción de Ángel Crespo. Y creo que fue uno de los libros que más le gustó haber publicado a mi padre.
P.- ¿Preparados para los próximos 10?
En diez años el mundo del libro tal como lo conocemos será irreconocible, pero a la gente le seguirá interesando leer, o, al menos, eso espero. Lo que no sé es qué papel tendremos los editores, si es que tenemos alguno… Lo importante es leer, no publicar.
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