Edith Wharton, cuando las desdichas provocan buenos libros
Por Pilar Martínez.
Muchas veces, la elección entre dos amores, dos pasiones, se convierte en un camino casi imposible de completar. Pero ¿Por qué elegir, si tenemos la posibilidad de ser felices con ambas pasiones?. Algo así debió de tener en su brillante mente Edith Wharton cuando decidió, erigió y reforzó los dos pilares sobre los que asento el resto de su vida, la literatura y el diseño.
La autora que hoy presentamos se consolidó como uno de los nombres indispensables y una de las figuras de obligado cumplimiento en la literatura norteamericana y mundial. Hablante de francés además de inglés casi desde la cuna, escribió en ambos idiomas la extensión de su obra. A raíz de ella ganó el prestigioso premio Pulitzer en 1920, y en 1923 fue nombrada Doctor honoris causa por la universidad de Yale.
El entusiasmo que Wharton comenzó a sentir por la literatura desde los inicios de su niñez, nació de una manera tan vigorosa que asombró a todos sus familiares y círculos de amigos, en gran medida debido a la falta de imaginación y escaso interés por la lectura de los mismos. La infancia y juventud de la escritora marcó de manera clara su repertorio literario, una infancia caracterizada por la soledad de su protagonista, con una madre artificial , un padre distante y un posterior matrimonio de conveniencia que fue definido por la autora como uno de sus mayores errores y que terminaría en divorcio años después. Bisexual, tuvo un largo idilio con la cantante de ópera Camilla, y relaciones esporádicas con la poetisa y guionista Mercedes de Acosta. Su vida al igual que la de muchas mujeres de la época y posteriores estuvo dividida y definida por sus ambiciones literarias y las demandas que encontraba en su vida privada y en su casa. Todo ello la hicieron extraña y demasiado diferente del resto de las mujeres de su tiempo a los ojos no solo de su marido, sino también ante los ojos de conocidos y círculos cercanos. El New york patricio en el que nació, se crió y educó, fue el marco principal que inspiró la crítica presente en sus novelas, así como sus experiencias y desdichas personales fueron la base a raíz de la cual nacieron todas sus obras.
Sin lugar a dudas la obra de Edith Wharton marcó un tiempo fundamental en la transición hacia la novela costumbrista europea en la literatura norteamericana. En sus novelas encontramos una férrea crítica hacia las hostiles leyes económicas y sociales que solo generaban beneficios para algunos privilegiados, así como un claro confinamiento social y sexual característico de sus protagonistas y el cual se encuentra presente en la exploración de toda la obra. De esta manera, observamos en la misma todo tipo de variantes de la vida privada entre hombres y mujeres enmarcadas en un contexto social muy restringido, estas fueron temas como el adulterio, la pasión nunca expresada y diferentes problemas matrimoniales entre otras. La obra que más fama y reconocimiento aportó a Wharton fue La edad de la inocencia, la cual recibió una cálida acogida y en propias palabras del Times book Review «un brillante panorama de la Nueva York de hace 45 años. La novela más solicitada en bibliotecas públicas y un best seller en librerías».
Hablar de Edith Wharton es hablar de su amistad con uno de los escritores con más renombre de todos los tiempos, Henry James. Su relación con él hizo bastante daño a la imagen literaria de la autora, pues en múltiples ocasiones se la consideró como una imitadora de su maestro. Sin embargo el estilo de Edith Wharton poco o nada tuvo con que ver con el de Henry James, pues se caracterizó sobretodo por una actitud más realista en relación con la descripción meticulosa de los quehaceres y cambios sociales de la vida y sociedad norteamericana. Una de las características de muchas de sus novelas es el frecuente uso de la ironía. Habiendo crecido en la clase alta de la sociedad de la preguerra, Wharton se convirtió en una de las más astutas críticas de este grupo social.
Finalmente, Edith Wharton moriría en 1937 dejando su última novela La bucaneras inconclusa, y siendo finalizada por Marion Maiwaring que encontró la sinopsis y notas que la autora dejó escritas. Lo que podemos dejar claro observando la vida y obra de nuestra autora, es que la esencia que de ella se desprende, impregnó el mundo de la literatura de una manera tan férrea que hoy en día su presencia se sigue notando, y ese es el mejor legado que una persona de la talla de Edith Wharton puede dejar.
Gracias por los apuntes biográficos sobre Edith Wharton. En cuanto a su producción literaria, opino que La edad de la inocencia es su libro más sólido. Por cierto, la versión cinematográfica de Martin Scorsese no estuvo a la altura de la novela.
Recomiendo la lectura de Los niños. Una reflexión sobre la soledad y la vejez.