FICXixón 52: Titli, el reverso oscuro de Bollywood triunfa en Gijón

Por Sergio Valbuena Pantiga.

Tras un frío arranque el 52FICX emergió con algunas películas de interés que han subido el nivel a una sección oficial que con la perspectiva de la distancia se ha quedado un tanto irregular. Destacar el altísimo número de público en las salas que vuelven a colocar al certamen gijonés entre los más populosos del panorama nacional.

Destacar la película ganadora, Titli (India, 2014) donde su director Kanu Behl nos ofrece un mosaico sin esperanza en una sociedad donde la supervivencia no entiende de ética ni de moral. Una visión de Nueva Delhi alejada de la perspectiva habitual a la que estamos acostumbrados en Bollywood donde las capas de maquillaje y los efectos de color no dejan penetrar la oscura realidad. Aquí una pequeña familia de tres hermanos cuya labor es robar coches ven como su negocio se viene abajo y necesitan de un gancho femenino que les relance. Entra en escena Neela (Shivani Raghuvanshi, que se llevó el premio a mejor actriz) y se convertirá en el epicentro de la historia aunque ella tiene su cabeza fuera de esa casa. Una historia perturbadora, asfixiante y sin concesiones que engancha desde el primer momento aunque a veces la sangre derramada parece salpicarte a la cara.

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Melbourne (Irán, 2014) es otra de las destacadas, se llevó el premio a mejor dirección, jurado joven y a mejor guión (dirige y escribe Nima Javidi). Con la referencia al cine de Asghar Farhadi latente en todo el metraje nos adentramos en una historia que transcurre en tiempo real y que nos envuelve atrapándonos en la casa donde se desarrollan los hechos. Amir y Sara son una joven pareja que deciden irse a estudiar a Melbourne y que ese mismo día en el que viajan, en la vorágine de llamadas, visitas y despedidas un bebé que duerme plácidamente unas horas, cuando la canguro que lo cuida vuelve, aparece muerto de manera repentina. Aquí comienza realmente la historia y cómo enfocan desde una perspectiva a veces amoral algo tan grave y serio como la muerte de un bebé.

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Poca discusión hubo en el premio al mejor actor que fue a caer a manos de Dawid Ogrodnik por su brillante actuación en Life Feels Good (Polonia, 2013) y donde Maciej Pieprzyca construye una poderosa historia de superación basada en hechos reales para conmover sin abusar y tirar de psicología positiva bajo la voz en off de Mateusz que lleva media vida escuchando de todos que es un vegetal. Desde luego es una película cuyo potencial puede traspasar muchas fronteras y donde la historia de lucha conmueve apoyándose en unos padres luchadores y un enfermo obstinado en hacerse entender. Una película que como ejercicio psicológico es de obligado visionado y que nos enseña que la felicidad no tiene límites.

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De Francia nos llegaron tres historias bien diferenciadas y con desigual resultado. Agradó Hippocrate (Francia, 2014) dirigida por el médico Thomas Lilti y donde aprovecha su condición para alertarnos de lo que sucede en el sistema sanitario francés que como bien explicaba en su presentación en Gijón, no difiere en mucho de nuestra seguridad social. Jugando con múltiples visiones es capaz de hacernos encajar un puzle donde cohabitan el niño de papá al que le salvan el culo siempre o el inmigrante a quien no se perdona un fallo con la amenaza del despido. Todo adornado con escenas donde no hay material, las residencias de interinos parecen guetos punk y el personal se encarga de más pacientes de los que debería.

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Thomas Cailley debuta en la dirección con Les combattants (Francia, 2014), una historia de amor en Las Landas con el verano y la incertidumbre de septiembre de por medio. La pareja protagonista (sobremanera Adele Haenel) se adueñan de la pantalla en una ruleta de estilos que van desde la comedia más desenfadada y adolescente al drama emocional más puro e intenso.

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Metamorphoses (Francia, 2014) versiona el clásico de Ovidio adaptándolo a las clases obreras en pleno siglo XXI. Aquí Christophe Honoré se permite unas licencias (quizás excesivas) que acaban por agotar un film cuyas intenciones se mueven entre la alta pretensión narrativa y la búsqueda de la belleza entre lo mundano.