El “Fausto” de Pandur: una gran experiencia romántica del siglo XXI
Por Horacio Otheguy Riveira
Un espectáculo sensacional para los amantes del teatro de Tomaž Pandur (Hamlet, La caída de los dioses…) y para quienes no lo conozcan y quieran entregarse a una experiencia teatral diferente, mágica, dolorosa, fascinante, y a ratos con explosiones de humor o de provocación. Gran elenco en un contexto plástico y musical extraordinario.
El horror al vacío de un intelectual que ha probado los conocimientos mundanos más aparentemente profundos (el derecho, la filosofía…) le enfrenta a una soledad con ansias de muerte y a la vez de una vida mejor, más plena, cueste lo que cueste. El Dios que conoce no responde a sus desgraciadas preguntas, y en escena un paredón es el contacto directo con la angustia, y las posibilidades de salir de ella.
Los postes y tarimas ya están instalados
y cada cual aguarda expectante una fiesta
Johann Wolfgang von Goethe (Alemania, 1749-1832).
Y la gran fiesta de este Fausto de Pandur arriba al corazón del espectador a partir de una imaginería teatral muy personal con ambición de ser compartida por la mayoría de público posible, y es esta generosidad tan creativa la que le permite potenciar ideas muy novedosas con otras clásicas, abordar la densidad de parte del poema dialogado de Goethe y a la vez romperlo con palabras nuevas, con personajes diferentes, con una dimensión poética de aquí y ahora en la que hay lugar para el desafío y las convenciones, para el horror de entregarse a los demonios sin saber que el auténtico monstruo está en su propio interior.
Ni Dios ni el Diablo
Un hombre desespera ante un paredón enorme por donde el amor pasa de largo en forma de perro solitario. Una pared, garabatos científicos y proyectos humanos, pero el hombre que ha transitado por mucha vida insustancial es convencido por Mefistófeles y su familia de que todo puede cambiar. Una familia que compone un cuadro ridículo, típicamente televisivo, una irrupción de parodia insólita, pues si bien nadie habla del Diablo, todos sabemos quien es, aunque su troupe con esposa frívola e hijos medio tontos, lo ofrece todo para perderse también junto al antihéroe Fausto.
Una epopeya romántica que no se parece a ninguna otra, como suele suceder con este director esloveno con impactantes trabajos en España desde hace muchos años. Y no se parece a ninguna otra porque en el viaje emocionante, profundo y por momentos dramática y visualmente impactante, y en otros momentos divertido… Pandur nos lleva al corazón de la tragedia de nuestra época en busca de alternativas permanentes, pero con la certeza de que ni Dios ni el Diablo tienen carta de ciudadanía, sino que estamos solos con el poderoso influjo de nuestra imaginación, y la poderosa energía de todas las artes en busca de un destino…
El drama se va entrelazando con la comedia. Fausto corre, pelea, gana la felicidad buscada y la pierde porque abandona a la dulce niña hija de Mefistófeles, y que —como en los folletines de antaño y de ahora mismo— deja embarazada para luego abandonarla y no hacer nada para impedir que se vuelva loca… Una trama convencional que trasciende en un vendaval de emociones cuya percepción cambia según la perspectiva del espectador.
Es esta una grandeza más de este trabajo excepcional; son tantos los elementos aquí planteados que podría volver a ver la función (que ya vi dos veces) y encontraría otros ángulos, saborearía nuevas referencias, prestaría atención a otros textos e interpretaciones.
A lo largo de la función se producen cimas como cuando Alberto Frías irrumpe con su voz de contratenor y atraviesa la escena hasta desaparecer: no se entiende lo que canta pero la tristeza agónica que transmite nos deja en el borde mismo de un acantilado en el que también a nosotros nos cuesta respirar.
El gran Emilio Gavira —que ejerce de cura que entrega a Fausto el pacto de sangre— vuelve a cantar maravillosamente (como en La caída de los dioses) y su voz de barítono le permite atacar una muy difícil aria de Wagner, lo que le facilita ser personaje y a la vez narrador, con momentos de humor sublime.
Víctor Clavijo es un Mefistófeles deportivo y chulesco, más bajito que el desgraciado Fausto que acepta su ayuda, y al final también más triste, con menos chispa, toda su familia hundida en el mismo arroyo donde tantas veces envió a otros.
Y Roberto Enríquez ha de enfrentarse al farragoso texto principal, haciéndolo suyo con la naturalidad del hombre que piensa en voz alta. Marina Salas es la muchacha desesperada que busca en el agua la pureza perdida, Ana Wagener una diablesa que oscila entre la torpeza de la frivolidad y el angustiante sinvivir de su decrepitud. Pablo Rivero el incestuoso en vano, el dolor eternamente adolescente.
Pero además, en el intermedio, una feliz parodia de ellos mismos hablando del texto de Goethe y metiéndose entre el público a leerlo en una magnífica edición española y haciendo callar a los espectadores porque no les permiten concentrarse… y luego, en la espectacular segunda parte, en un rincón, calladito y pelando patatas el propio Goethe…
Si al finalizar la función nos sentimos demasiado solos ante tanta exhibición de pasiones y juegos escénicos, en el programa de mano el director nos da un abrazo de confianza y poética solidaridad:
… entramos en el paisaje interior de Fausto en un abrir y cerrar de ojos, en las partículas de su mundo real e imaginario, en su búsqueda de un momento perpetuo de alegría y realización.
Su búsqueda es nuestra búsqueda.
Una búsqueda que nunca termina.
Fausto
Espectáculo basado en la clásica leyenda medieval del Dr. Faustus, la tragedia en dos partes de J. W. Goethe, Faust, y diversos estudios y obras de arte inspirados por la historia del hombre que vendió su alma al Diablo.
Versión: Livija Pandur, Tomaž Pandur y Lada Kastelan
Dramaturgia: Livija Pandur
Dirección: Tomaž Pandur (foto)
Intérpretes (por orden alfabético): Manuel Castillo, Víctor Clavijo, Roberto Enríquez, Alberto Frías, Emilio Gavira, Aarón Lobato, Rubén Mascato, Pablo Rivero, Marina Salas, Ana Wagener
Escenografía: Sven Jonke (Numen/For Use)
Vestuario: Felype De Lima
Iluminación: Juan Gómez Cornejo
Música: Silence (Boris Benko, Primoz Hladnik)
Vídeo: Dorijan Kolundzija
Caracterización: Sara Álvarez
Fotos: Aljosa Rebolj
Lugar: Teatro Valle Inclán. Centro Dramático Nacional
Fechas: Del 21 de noviembre de 2014 al 11 de enero de 2015
Funciones con accesibilidad para personas con discapacidad auditiva y visual: Días 11 y 12 de diciembre.
Encuentro con el público: sábado 20 de diciembre al finalizar la representación. Entrada libre, hasta completar aforo.
¿No van a llevarla a ningún otro teatro después? ¡No puedo ir en esas fechas!
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