Amor en la guerra
Por Monty Brox.
Y más concretamente en la Segunda Guerra Mundial. Que es en la que nos vamos a centrar hoy. Pues bien sabido es que el mar brilla con más intensidad en las peores situaciones. ¿Y qué hay peor que una guerra?
Si hablamos de romanticismo tenemos hablamos de Daniel Steel, es inevitable. Ya que es el máximo exponente del amor en palabras negro sobre blanco. Ella cuenta, entre otros, con dos títulos ambientados en la dicha guerra. El anillo, donde una joven judía alemana se ve obligada a huir de su país natal y embarcarse sola en una aventura a unos Estados Unidos totalmente desconocido para ella. Y El honor del silencio, en la cual la protagonista es una chica japonesa que vive en Pearl Harbor durante el infame ataque y que, de repente, se convierte en una inocente enemiga para sus vecinos americanos.
Pero la segunda gran guerra no solo afectó a las personas que vivían en los territorios directamente afectados. Como podemos leer con claridad en La magia de un día cualquiera de Ann Howard Creel. En el que conocemos la historia de una chica norteamericana que ansiaba ser exploradora, que se enamora de un joven soldado poco antes de que este tenga que partir a la guerra y que se ve obligada a contraer matrimonio con un granjero sureño, de vida simple, dando al traste con todos sus sueños de aventuras.
El matrimonio por conveniencia parece ser un factor común en los romances bajo la sombra del tercer Reich. Ya que en la misma situación se encuentra la protagonista de El regalo de un nuevo amanecer de Eva Ibbotson. Una joven judía austríaca que ha de casarse para poder viajar a Gran Bretaña y escapar de la persecución nazi. Aunque en este caso pase de ser una joven acomodada de vida tranquila a la mujer de un ilustrado aventurero. Eva Ibbotson es una maestra a la hora de mostrarnos las diferentes caras de la Segunda Guerra Mundial. En Una canción para el verano, el perseguido por el régimen es el protagonista masculino y ella, quien se le encuentra escondida en una estrafalaria escuela de talentos de Austria.
¿Alguna vez habéis pensado como sería de desastroso enamorarse por primera vez como mujer adulta al comienzo de la invasión de tu país? Pues ese es el escenario que nos muestra Paullina Simons al comienzo de su trilogía El jinete de bronce. Empieza justo con la invasión alemana de Rusia, con una adolescente descubriéndose como mujer y enamorada de un jovencísimo oficial del ejército rojo. Del que, para colmo de males, su hermana está enamorada, mientras él insiste en negarse sentir nada por nadie en una situación como la suya. Aunque… ¿Cuándo una guerra ha sido problema para el amor verdadero, por muy mundial que esta sea?
Y dejo para el final lo mejor en amores bélicos. Dos historias muy distintas pero escritas con igual maestría por dos autoras españolas que nada tienen que envidiar, casi al contrario, a las anteriores. Por un lado Sangre y Corazón. Juicio de genes, el tortuoso romance entre un prisionero judío y la hija del alto cargo militar nazi del campo de concentración. Una historia tan tierna como dura y desgarradora, en la cual Alexandra Manzanares dará detalles del horror vivido por los prisioneros, con el arte de no llegar nunca al morbo o al sadismo gratuito.
La otra historia con firma ibérica es Amarte siempre de Arlette Geneve. En la cual conoceremos a una jovencísima francesa que ha sufrido la pérdida de toda su familia a manos del ejército alemán y, ahora lucha contra ellos desde la resistencia. Ayudando a los pilotos caídos en Francia a cruzar la frontera de forma segura hasta España, es como conocerá al aviador norteamericano que le robará la poca razón de vivir que le quedaba. Igualmente una historia contada con el mejor de los gustos y tactos, donde no se rebaja ni un grado de la dureza de lo acontecido, pero que aun así deja entre ver el amor y la bondad del ser humano sea cual sea la situación.
La Segunda Guerra Mundial es sin duda uno de los peores escenarios para encontrar el amor, pero con estás historias queda claro que no solo no es imposible, sino que además pudo dar pie a romances históricos. Ahora solo tienes que elegir el que más te haya llamado la atención y hacer eso que tan bien nos permite la lectura: disfrutar de las vivencias desde la barrera.
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