Ángel Gil Cheza: “Nosotros ya no escribimos literatura, nosotros escribimos cine”

Por Anna Maria Iglesia

@AnnaMIglesia

Tras haber estado en los primeros puestos de ventas en Amazon con su novela El hombre que arreglaba las bicicletas, Ángel Gil Cheza regresa a la narrativa con una nueva novela, La lluvia es una canción sin letra. En esta ocasión, sin embargo, viene respaldado por Suma de Letras, que le avala como narrador y que avala su segunda novela, una historia en la que se entremezclan dos historias y dos tiempos –el presente y la época de los vikingos en Irlanda- que se entrecruzan durante una excavación arqueológica. La huida y la búsqueda, las preguntas sin respuesta y la invención de un relato para cubrir los vacíos que la realidad empírica no puede responder.

 

Quisiera empezar la entrevista estableciendo una analogía entre el arqueólogo y los novelistas: los dos construyen un relato a partir de unos elementos e indicios que reclaman un relato

La novela empieza con esta analogía, es decir, empieza cuando yo estaba trabajando en Irlanda en una excavación y encuentro unos restos de una mujer de unos diecisiete años que había sido decapitada. El descubrir los restos de esta joven, que había muerto en unas circunstancias tan trágicas como puede serlo una decapitación, me llevó a querer descubrir qué había pasado y a inventar, por tanto, una historia que lo explicara.

De ahí la necesidad de escribir una novela

Una elevada proporción de la población ha pensado en una alguna ocasión de escribir una novela, algunos, como afortunadamente fue mi caso, tenemos la oportunidad de hacerlo: yo siempre había tenido en mente la idea de escribir o, mejor dicho, de escribir un texto largo, una novela, puesto que, con anterioridad, en mi larga trayectoria como músico había escrito canciones y algún poema. La excavación fue la excusa y el punto de partida para atreverme con la novela.

La novela, por tanto, empieza a escribirse antes de escribirse sobre el papel, empieza cuando tú te preguntas y tratas de buscar respuesta acerca de la historia de la joven vikinga

La novela empieza cuando el arqueólogo siente y padece la frustración de no poder contestar a las preguntas que verdaderamente le interesan. Frente a los restos de aquella joven tan sólo pude contestar a algunas cuestiones técnicas, como la edad o el sexo, pero no pude ni podré saber nunca cómo era esa joven, qué carácter tenía, si era feliz…

La literatura te ofrece la posibilidad de encontrar una posible respuesta

Exacto y, además, la literatura me servía también para salvar la frustración que todos los arqueólogos sentimos cuando no podemos conocer y rescatar las circunstancias de vida de quienes encontramos los restos enterrados. Yo no soy arqueólogo de profesión, yo llegué a Irlanda y, en concreto, a esa excavación por circunstancias de vida y económicas, pero sin tener una preparación en arqueología; creo que es por esta razón, por no ser propiamente arqueólogo, que, al hallar los restos de la joven, se me plantearon unas preguntas y unos dilemas que iban bastante más allá del trabajo como arqueólogo. Podría decir que aquella excavación me obligó a interrogarme sobre cuestiones más propiamente existenciales, es decir, tenía frente a mí los restos óseos de un ser humano, unos restos que despiertan inevitablemente en mí un cierto vínculo con aquella persona que algún día fue, y necesito saber qué paso, me preocupa saber cómo sucedió y qué vivió la joven.

El protagonista es Josep Folck, que termina trabajando como arqueólogo, pero que es un librero, alguien que por su pasión por los libros está predispuesto para buscar más allá de las páginas

Creo que Josep Folck nace, en parte, porque yo mismo soy un librero frustrado. De adolescente quería ser librero y de hecho estaba el primero en la lista de interesados en el traspaso de la librería de mi pueblo, una librería frente a la cual había transcurrido muchas horas leyendo en los años de adolescencia. Mis circunstancias por entonces no me permitieron asumir la responsabilidad de una librería y dejé correr la oportunidad, así que seguramente Josep nace de esta frustración. A esto, diría yo, se suma la necesidad que, de forma casi inconsciente, tenemos quienes escribimos de acercarnos a nuestra realidad, al mundo del escritor, del librero o del editor, un acercamiento que, además, gusta al lector

La literatura, podríamos decir, se recrea así en su mismo mundo

En literatura estos mundos nos gustan, ya seamos escritores o lectores

La novela tiene una estructura dialéctica: comienza con la pérdida de un libro valioso y prosigue con el descubrimiento de unos restos humanos y el redescubrimiento de la historia que tras ellos se esconde

No me lo había planteado de esta manera, pero sí es verdad que puede establecerse esta dialéctica, en primer lugar porque hay un continuo diálogo y una constante referencialidad entre los elementos que componen la novela, entre la pérdida y el hallazgo o entre el libro robado y el esqueleto de la joven. La novela plantea la necesidad de reconstruir a partir de los elementos que se tienen, por pocos que éstos sean, y esto es precisamente lo que hace el protagonista: reconstruye lo sucedido con el libro aparentemente robado y trata, a la vez, de reconstruir la historia de la joven. Si lo piensas bien, es una metáfora del oficio del escritor: el novelista construye una historia a partir de los elementos que tiene, a partir de unos datos.

Clasificar novela: novela histórica, de viaje, policiaca. Palimpsesto de géneros

La verdad es que La lluvia es una canción sin letra es muy difícil de catalogar en un único género: si se dice que es una novela histórica se está faltando a la verdad y, lo más probable, es que un purista del género histórico lo niegue rotundamente; si se dice que es una novela negra, sin duda alguien argüirá que son demasiados los elementos históricos para poderla enmarcar dentro del género negro y, siguiendo esta lógica, sería absurdo definirla como una novela costumbrista a pesar de que hay elementos costumbristas por la descripción del contexto social y la cotidianidad de los protagonistas. Yo, sinceramente, creo que La lluvia es una canción sin letra es una novela que escapa de los géneros, se trata de una novela para el gran público, una novela que tiene, o al menos esta era mi intención, un punto diferente: quería construirla desde una perspectiva muy cinematográfica, es decir, quería que el escritor ayudara al lector a colocarse tras la cámara y así permitirle realizar los saltos temporales y geográficos que definen la narración.

Resulta difícil pensar que hoy día sea posible escribir siendo ajenos al cine, hemos incorporado el lenguaje cinematográfico y las imágenes configuran nuestro relato cotidiano

Nosotros ya no  escribimos literatura, nosotros escribimos cine. Nosotros escribimos la película que vemos, la película que nos hemos imaginado. Cuando escribí esta novela escribí la película que me hubiera gustado hacer y ver y esto sólo es posible porque trabajamos con imágenes aunque escribas una novela. Cuando escribes un guion, que es precisamente el reto al que me estoy enfrentado ahora, la imagen es el punto de partida, pero este requisito indispensable para el guion ya no es exclusivo de la escritura cinematográfica: para la gran mayoría de escritores de hoy nos es imposible obviar la imagen, el mundo de la imagen en el que estamos inmersos, y su lenguaje. Al fin y al cabo, la influencia de la imagen sobre la literatura es el reflejo de nuestra manera de captar la información de forma rápida, instantánea y masificada en el sentido de muchas informaciones en el mismo momento, informaciones que se solapan y que son perecederas, pues son instantáneas, inmediatas.

De la misma manera cómo se ha incorporado el lenguaje cinematográfico, en la nueva narrativa, en concreto en la ALT LIT, se comienza a incorporar el lenguaje propio de las nuevas tecnologías y de las redes sociales

Sí, es cierto, pero hay que tener cuidado con esto: la literatura es y debe ser literatura, nunca transcripción de la realidad. A veces, al participar como jurado en premios literarios, he tenido la posibilidad de leer manuscritos en los que se abusa de este nuevo lenguaje, en concreto recuerdo un caso en el que se abusaba extraordinariamente del formato del e-mail que entorpecía la lectura. Una novela no tiene que ser un documento fidedignito de la realidad, la novela tiene que llevarte hacia la realidad, pero no tiene que representártela. Toda trascripción de la realidad sin reelaboración es absolutamente infumable

A propósito de esto, tu tuviste que enfrentarte al reto de  transcribir y reproducir el lenguaje y el modo de vida de la sociedad vikinga irlandesa, de la que se conservan pocos datos

Sobre los vikingos en general se conservan principalmente las runas, pero sobre los vikingos en Irlanda apenas se conserva nada, por dos motivos principalmente: en primer lugar, porque los archivos eclesiásticos fueron saqueados y, en segundo lugar, porque es un país que ha sufrido muchas épocas bélicas que han destruido muchos de los restos. Mi trabajo de investigación fue bastante intenso, pero fue un absoluto disfrute, sea la investigación sea el reto y la oportunidad de introducirse en el mundo vikingo y tratar de describirlo.

Más allá del lenguaje, el reto era poder mostrar con verosimilitud la expresión de los sentimientos, la manera de pensar, de comunicarse y de sentir de los vikingos y, en particular, de una joven vikinga

Estos aspectos que mencionas, incluso teniendo fuentes escritas, resultan imposibles de saber. Hoy podemos pensar que tenemos acceso a toda la cultura actual, pero no es cierto, nosotros tenemos acceso principalmente a la cultura que sale en los medios, a la cultura que se muestra, pero ¿cuántas obras literarias de gran valor no van a ver la luza? ¿Cuánta música brutal no va a ver nunca la luz? No somos conscientes de la cultura que forma y pertenece a nuestro tiempo  y que, sin embargo, se nos escapa, que no llegamos a conocer.

Y no sólo se trata de la cultura, son muchos los individuos viven el silencio, quienes acceden a los micrófonos y tienen visibilidad son una minoría

Y aunque no lo parezca, puesto que vivimos en la sociedad del mostrar, hay grandes nombres de disciplinas como la literatura, la música o el arte, en su más variada acepción, que viven en el silencio y asumen que nunca van a triunfar, pero que, pese a todo, siguen creando, porque crean para ellos. Pensar que lo que está en el calderero y, por tanto, aquello que es visible representa nuestra cultura en su totalidad es un grave error.

En relación a esto, te quería pregunta sobre la publicación y la auto-publicación en internet: ¿la consideras un medio y una oportunidad privilegiada para alcanzar esa visibilidad literaria que todo autor y toda obra ansía?

Es muy complicado autopublicarse y llegar a la gente para lean tu obra; hacerte un hueco es verdaderamente difícil puesto que son muchos los autores y las autoras que tratan de abrirse camino, tu libro tiene que enfrentarse en cierto modo a muchos otros libros, algunos de ellos con editoriales detrás, editoriales que, como todos sabemos, tienen auténticas maquinarias de guerra. A las dificultades propias de la publicación virtual, se suma la maquinaria del sistema editorial, de la bestia editorial, como la suelo llamar yo, que tiene sus propias dinámicas y sus propias fuerzas centrífugas que circunscriben todo a un centro al que tú debes llegar. Y no es fácil. Lo fácil, lo único fácil, es el trámite de la autopublicación en Amazon, pero es solo el primer paso, pues lo complicado y lo que verdaderamente importa es llegar al público y, hay que tener en cuenta, que no siempre llegan los mejores: es una cuestión de suerte, al mismo tiempo que depende mucho del producto que ofrezcas. Yo soy consciente de que he tenido la suerte de haber podido despertar la atención de los lectores.

Ahora que tienes detrás de ti Suma de Letras, ¿sientes que juegas en una liga superior?

En parte sí, en cuanto es imposible negar la importancia y el valor que tiene el hecho de que un editor respalde tu trabajo, que dé la cara por ti y apueste por ti. Es importante tener a alguien que te avale así como es esencial el poder llegar al circuito de las editoriales porque es la manera de llegar a las librerías y de tener un reconocimiento más amplio, puesto que todavía hoy el mundo digital se escapa del mundo real. Todavía hay muchos lectores que no se mueve en el mundo digital, lectores que sólo leerán tu obra si está publicada en papel. Esto no quiere decir que la gente que publica en papel sea mejor de quien se auto-publica: hay gente que se auto-publica y escribe literalmente mierda, evidentemente que sí, pero también es cierto que hay gente cuyas obras publican grandes editoriales y que escriben mierda.

Sin embargo, como sucede también en la prensa, el papel conserva un prestigio, puede que ancestral, pero un prestigio que se impone a lo virtual

Tenemos miedo a los cambios; cuando llegó la televisión a color, algunos se negaron a comprarla, y cuando llegó la radio a mi pueblo, algunos de los vecinos pensaban que había hombrecitos dentro. Y lo mismo cuando Gutemberg inventó la imprenta, no fueron pocos los que se pusieron las manos en la cabeza y le daban los días contados. Ahora, sin embargo, nos hemos aferrado tanto a la imprenta que nos parece mentira la aparición del libro digital y la idea de que para nuestros hijos el libro en papel sea un lujo.

¿Crees que el libro en papel terminará por ser un objeto de lujo? No son pocos quienes pre-anuncian su desaparición

El libro en papel sobrevivirá, pero sí es cierto que si yo ahora mismo tengo que leer un texto por motivos de trabajo, seguramente lo leeré en formato digital. Por el contrario, no dudaré en comprarme el libro en papel de un autor que me interesa y admiro; el otro día, de hecho, compré sin dudarlo El cielo era una bestia de mi amigo Robert Juan-Cantavella, corrí a la librería a comprármelo porque para mí es mucho más que un libro, es mucho más que un contenido. Lo quiero en papel porque sé que es un texto que revisaré, que volveré a leer porque es un texto que será, al menos para mí, de referencia y lo quiero en mi estantería;  otros libros, sin embargo, nunca los compraría en papel.

 

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