El mejor amigo del protagonista
Por Tomás Navarro.
¿Quién no ha deseado ser considerado como el mejor amigo de alguien alguna vez en su vida?
Tener el título de mejor amigo es un anhelo al que muchos niños han aspirado. De niños solo podías ser el mejor amigo si tenías alguna virtud que despuntara sobre el resto como correr muy rápido, saltar muy bien a la comba, ser más valiente que nadie o tener algún tesoro envidiado por el resto de los niños.
Afortunadamente con el paso del tiempo maduramos e incorporamos nuevos criterios para seleccionar a nuestros mejores amigos. Con la adolescencia llegan las conversaciones interminables, las largas horas compartidas en la calle, los paseos repletos de confidencias y los sueños compartidos. El mundo que se nos presenta cuando somos adolescentes requiere que busquemos a alguien que comprenda nuestros miedos, que comparta nuestra visión del mundo y que nos apoye incondicionalmente. ¡Que bella e intensa resulta la amistad entre adolescentes! ¡Que tirana y cruel se torna cuando es una moneda de cambio!
Llegamos a la edad adulta, una edad donde la pasión va dejando paso a la razón. ¿Pero realmente es así? Posiblemente, durante tu etapa adulta, hayas sufrido la indiferencia de alguien que deseabas que fuera tu amigo. La falta de una amistad correspondida o la traición de una amistad interesada ha provocado que se derramaran amargas lágrimas y que se levantaran elevados y fríos muros. La edad adulta es un momento complicado en nuestras vidas. Compaginar las exigencias laborales y familiares requiere del soporte incondicional de una bella amistad. A veces encontramos esa amistad en nuestra pareja, que además de ser nuestra amante, también es nuestra amiga; otras veces la encontramos en una persona cercana… pero cuidado, cuando buscamos desesperadamente algo, cualquier cosa nos parece buena, por lo que es muy, pero que muy fácil, que nos equivoquemos en nuestras elecciones. No olvides que en la edad adulta todo va rápido, vivimos rápido, amamos rápido, elegimos rápido y nos equivocamos fácilmente.
Poco a poco la vejez llama a nuestra puerta pidiéndonos que bajemos nuestro ritmo y que adoptamos un punto de vista más sereno y tranquilo. A la vejez llegamos con una amplia experiencia y con una buena dosis de indulgencia y tolerancia. Los amigos de toda la vida pueden fallecer, todo va más lento y las distancias se hacen más grandes. En la etapa final de nuestra vida necesitamos sentirnos queridos y respetados, ambas virtudes propias de la amistad. Citando a Jacinto Benavente, el amigo que sabe llegar al fondo de nuestro corazón, ése, como tú, ni aconseja ni recrimina; ama y calla.
Después de esta paseo por la amistad a lo largo del ciclo vital estamos en condiciones de poder diseñar el mejor amigo de los protagonistas de nuestra obra. En términos generales el mejor amigo de los protagonistas de una novela tendrían que ser sus confidentes, sus referentes, un apoyo y alguien en quien confiar. El mejor amigo es alguien en quien se confía, alguien al que se le explican los pensamientos, dudas y miedos del protagonista. El mejor amigo tiene el honor de conocer lo que va a pasar antes que nadie; es más, es la única persona que conoce las motivaciones y secretos mejor guardados de nuestro protagonista.
Pero tal y como nos propone José Ferrater, amistades las hay de muchas clases, entre ellas dos. Una clase se funda en afinidad de temperamentos, o en comunidad de ideas, o en coincidencia de intereses, o en cualquier cosa por el estilo. Otra clase de amistad no se funda en nada. Es la amistad por la amistad.
Es posible que dibujes una fina línea de amistad entre dos personas sin una base racionalizada; es decir, que para poder ser el mejor amigo del protagonista no es necesario compartir nada. Por ejemplo, en la novela en la que estoy trabajando el protagonista masculino tiene un mejor amigo que actúa como confidente, pero que tan solo se encuentran en el gimnasio y en llamadas de urgencia.
Por otro lado, otra de las personas que más influyen en el protagonista es un antiguo compañero de colegio que aparece de nuevo en su vida por mera casualidad.
En el caso de la protagonista femenina, no queda claro el origen de la amistad con su mejor amiga. He decidido no explicarlo, ni tratarlo en detalle, quizás para que nos demos cuenta de que en la edad adulta podemos hacer grandes nuevos amigos.
¿Quieres conocer mi secreto mejor guardado? En realidad, el mejor amigo del protagonista de mi novela es el lector… has leído bien, el lector.
Cuando el lector se convierte en el mejor amigo del protagonista, le estoy otorgando un papel crucial en el libro. Mi querido lector será la primera persona que sepa lo que va a ocurrir. El mejor amigo del protagonista es tan importante como el protagonista ya que es el referente y el apoyo que le va a dar seguridad.
El lector, involucrado activamente, no podrá dejar de leer, de ofrecer su ayuda al protagonista, de estar presente y de anticiparle el futuro. La conexión entre el protagonista y su mejor amigo es fuerte y certera. Cuando el lector se siente conectado y comprometido con el protagonista podrá disfrutar de lo que siempre hemos estado buscando: del reconocimiento de su importancia como lectores, dándole en primicia la información importante, informándoles antes de que ocurra, satisfaciendo su curiosidad y agradeciendo que nos esté leyendo…
¿Pero como puedo conseguir que el lector se identifique con el mejor amigo del protagonista?
Todos, absolutamente todos, tenemos una imagen real y una imagen proyectada. Para poder conectar con el lector debemos centrarnos en la imagen proyectada, deseada o aspiracional. El mejor amigo del protagonista puede ser un cúmulo de virtudes con la que te puedas identificar. No hace falta que sea una identificación total, con que nos sintamos identificados parcialmente será suficiente. Un mejor amigo escucha, analiza, apoya, anima, aconseja y acompaña a su mejor amigo… nada que no sepa hacer cualquier persona, nada que no necesite cualquier persona.
También puede sentirse identificado con la sensación de reconocimiento de la amistad compartida, por la curiosidad sobre la historia o por el deseo de disponer de información preferente y exclusiva.
Además no descartes que el lector se pueda sentir identificado con el mejor amigo del protagonista gracias a algunas debilidades toleradas que resultan simpáticas, que no sean importantes y que le permitan darse cuenta de que no hace falta ser perfecto para ser el mejor amigo del protagonista y de que no pasa nada por tener algún que otro defectillo…
Al final, como nos sugiere esta interesante reflexión de Séneca, cuando uno es amigo de sí mismo, lo es también de todo el mundo. En mi novela, no olvides que soy psicólogo, trato de ofrecer herramientas y recursos al lector para que comprenda mejor el mundo que le rodea, para que pueda ser más feliz y para que entienda lo que ha vivido y como puede vivir mejor… Quizás en este caso, el protagonista acabe siendo el mejor amigo del lector.