Cuando encuentres a Malinowski y otros relatos de periodismo literario, de Ezequiel González, Ana María Caballero y Andrés Nef
La historia de un poeta argentino perdido en la Barcelona de los 80; la de una administrativa que monta un prostíbulo en su propio piso y se convierte en madame para escapar de una vida mileurista; y la reconstrucción emocional del atentado de ETA en la petroquímica de Tarragona en 1987 son los tres reportajes que componen «Cuando encuentres a Malinowski y otros relatos de periodismo literario» (Editorial Base, 2014), distinguido con el I Premio MeCoPH de periodismo literario.
Tras los pasos de los maestros del Nuevo Periodismo, estos relatos periodísticos narran literariamente lo real, deleitándonos con unas historias que muestran el gusto por la palabra y el esmero en el detalle.
EZEQUIEL GONZÁLEZ CARRERA, argentino y cordobés. Magíster en Comunicación, Periodismo y Humanidades. En la Barcelona del 2013 terminó su formación como escritor de no ficción y persiguiendo a Malinowski se encontró con su primera novela. Actualmente divide sus días entre la escritura, la docencia, y la revista digital La Alcachofa.
ANA M. CABALLERO (Tarragona, 1988). Licenciada en Periodismo, estudió en universidades de Barcelona, Praga y Buenos Aires. Su carrera profesional ha transcurrido por las redacciones de diversos medios de comunicación como Cuatro, CNN+, Barcelona Televisió y Radio Praga, entre otros. Actualmente trabaja para el sello Grijalbo de Penguin Random House.
ANDRÉS NEF (Barcelona, 1977) es un periodista de empatía sigilosa, furtivo en la caza de detalles y adicto a los microcosmos humanos, que desengañado ante el inmovilismo y la precariedad de su sector profesional, decidió especializarse en periodismo literario para ver cumplida su vocación: contar historias reales para vestirlas con un traje tan a medida como lo permite la actual literatura de no ficción.
Crítica en Culturamas | Historias de vida: Cuando encuentres a Malinowski y otros relatos de periodismo literario
Por Nil Rubió
Una buena historia. Esto es lo que las ficciones yanquis sobre periodismo siempre destacan para hacerse un hueco en el espacio mediático. Quién no ha visto nunca un editor con camisa clara y corbata medio suelta, con un teléfono en mano manteniendo un reportero en espera y pidiendo esto, una buena historia, a los sufridos obreros de las palabras y los hechos. Ahora no tiene ni que ser buena, con que sea una historia (que se pueda vender como tal), bien constreñida entre espacios muy limitados, bajo las prerrogativas de impacto más que de relevancia, con estructura de videoclip, de breve tipográfico, de cámara sensacionalista en mano, bajo el influjo ideológico del propietario… Nada fluye, todo se atropella. Alguien empezó la vorágine, desató la manivela, y el tren se llevó por delante todo lo que encontraba, bajo una espesa nube negra de carbón, quemando las pausas, destruyendo el tempo, perdiendo el hilo y el quehacer tradicional (que no conservador) de los artesanos. Lo que deja a su paso la máquina, precariedad en el terreno personal, una sociedad desinformada en lo social y la perversión conceptual de los objetivos ideales del arte de hilvanar palabras, por las prerrogativas de mercado. (Leer más…)