Novela

Entrevista a Anna Genovés quien vuelve con su nueva obra, «La caja pública»

Por Pilar Martínez.

Mostrando 5.jpg1. Buenos días, Ana. Te encontramos de nuevo en el primero plano del mundo editorial con tu nuevo libro «La caja pública». En primer lugar darte la enhorabuena por esta nueva aventura, pero cuéntanos, ¿Cómo surgió la idea de esta nueva obra?

Buenos días, Pilar. Muchas gracias. ¿Cómo surgió La caja pública…? ¡Uf! Bueno, soy una persona aventurera, y, siguiendo los consejos de diversos amigos (acérrimos a los relatos que he publicado en mi blog y otras plataformas literarias), decidí reunir las historias que más habían gustado en un ejemplar. Todo sea por salpimentar un poco esta vida. En ocasiones, algo anodina.

2. Sabemos que hay mucho géneros y estilos en el mundo de la escritura pero, ¿Por qué un libro de relatos?
Porque hay tantas historias que contar, que siempre encuentras ese relato en el que te ves reflejado. Me gustaría llegar a todo el público. Sin importar la edad, el sexo, la religión o la ideología.

3. Tras esta nueva aventura en la que te has sumergido de lleno en el mundo de los relatos, ¿Has sentido más satisfacción con este libro que con tus dos anteriores?
Soy tan apasionada que me entrego por completo a todo lo que hago. Escribir, en mi caso, es algo innato. Casi instintivo. Cuando me sumerjo entre las letras olvido el resto de mi vida. O mejor aún, la escritura ocupa todas las horas de mi existencia.

4. Dicen que para que un libro sea merecedor de buenas impresiones debe surgir de una buena inspiración ¿Cuál o cuáles han sido las tuyas para este libro?
Me gusta revisar algunos clásicos. Releer los cuentos completos de Edgar Allan Poe, me animó a ello. De hecho, el interior de La caja pública tiene una apariencia similar a la edición de Alianza Editorial del maestro de los relatos.

5. Los escritores, o al menos la mayoría, tienen fama de perfeccionistas a lo que sus creaciones se refiere, supongo que habrás hecho decenas de borradores antes de conseguir el resultado que querías ¿Estás orgullosa de esta nueva aventura y de este libro?
He hecho tantos borradores que los relatos que pululan por la red, poco o nada tienen que ver con los presentados en esta edición. Partiendo de la premisa de tenerlo que hacer todo, con medios no profesionales. Y me refiero a cosas tan técnicas y precisas como la maquetación o la portada. Te aseguro que estoy muy orgullosa del resultado.

6. Muchas veces he escuchado que los libros son como los hijos, y que a veces se siente más predilección por unos o por otros, ¿Cuál de tus tres libros ha conseguido robarte el corazón por completo?
No tengo hijos. Pero todo lo que escribo (sea pésimo o extraordinario), es mi progenie. Y como dicen los padres: “a mucha honra”. Jijiji…
¿Cuál es mi debilidad? Bovary 21, nació prematura. Entre Tinta Amarga y La caja pública | relatos, no puedo elegir. Son tan distintas como atrayentes. Tinta amarga, es la cara oscura de una mujer que juega con fuego. Pese a ello, decide seguir adelante y quemarse de un modo metafórico… Un thriller erótico con todos los ingredientes necesarios para enamorar a los apasionados del Noir. La Caja Pública, escenifica todos los rostros que una persona pueda imaginar con un “toquecito” de humor ácido. Además, es imposible que no acabes riendo a mandíbula suelta. Pienso que habrá lectores que al leerme dirán: “pero que bruta es la Genovés”. Sobre todo si me conocen. Mi fisionomía, es contraria a la esencia de mis letras… A ese ramalazo descarado, lo he bautizado con el nombre de “retamín”. Me río muchísimo cuando leo a Álvaro Retama.

7. La mayoría de escritores no suelen ser fieles a un solo género o estilo. Como algunos sabemos además de narrativa, escribes poesía y muy bien por lo que hemos podido leer. Si te dieran a elegir entre la poesía y la narrativa ¿Hacia dónde se decantaría la balanza?
Sin vacilaciones: tengo alma de poeta. Pero soy una cuentista nata. De verdad. Me lo han preguntado amigos escritores, poetas… y he llegado a esa conclusión.

8. El proceso de creación de un libro, a diferencia de lo que mucha gente piensa, es arduo. Su creación, publicación etc. ¿En qué momento te sientes más gratificada por tu trabajo?
Cuando veo que ya he terminado, respiro tranquila. Hasta ese momento, cualquier piedrecita que se cruza en mi camino; me parece el Everest por su cara más abrupta. Estoy incrustada en mi trabajo y llevo muy mal no cumplir los plazos que me impongo.

9. Se suele decir que cuando se lee un libro, se encuentra algo del autor en él ¿Que podemos encontrar de ti en estos maravillosos relatos?
Como sabrás, La caja pública, consta de tres apartados: relatos actuales, relatos eróticos y relatos fantásticos. Es en la primera sección, donde encontrarás fragmentos de Anna Genovés. Son historias (al margen de su etapa cronológica), en los que he intervenido por uno u otro motivo. Las he escuchado, me las han contado o las he vivido… Son muy realistas. Cualquier hijo de vecino puede verse en el escenario o en las conversaciones. Face to face, soy muy tímida. Sobre el papel, una conversadora nata. Adoro los diálogos.
En el segundo y el tercer apartado, prima la ficción. Cuando los releo, sonrío o pongo cara de pocos amigos. Dependiendo de aquello, que posiblemente, pudo o no suceder…

10. Licenciada en Historia Antigua y en Arqueología-Prehistoria, profesora, monitoria deportiva y hasta encargada de moda. Como podemos ver una vida llena de retos y actividades ¿Ha sido la escritura la que más satisfacciones te ha dado?
A ver, ¿cómo te lo explicaría…? Hubo un tiempo en el que quise ser Indiana Jones. Sin embargo, lo cierto es que prefiero vivir sus aventuras –o imaginarlas— y después, escribirlas. Tengo varios cajones repletos de libretas, servilletas, tickets de compras, trozos de papel de higiénico, clínex… Cualquier retal de papel era y es bueno para garabatear letras. Te cuento una anécdota… Hace años, estaba en la sala de espera del geriatra de mi madre, y me puse a escribir… Frente a nosotras había una pareja de edad avanzada. En un momento indeterminado –desconocía que me observaban—, escuché: “¿Jovencita, qué escribes?” –preguntó el caballero—. Una historia que me acabo de inventar –contesté más roja que un pimiento morrón—. El señor se encaró a mi madre y le dijo: “Señora, he sido periodista durante más de tres década y le aseguro que nunca he visto escribir tan rápido a nadie. Su hija llegará lejos”. Aún no tengo claro a dónde…

Mostrando 6.jpg11. Echando la vista atrás, al pasado, observando tu juventud, tu niñez ¿Siempre soñaste con escribir?
La primera historia que escribí, fue el día que mi papi falleció. Acababa de cumplir cuatro años. Demasiado pequeña para utilizar el lenguaje escrito. Pero me inventé una historia –muy gótica—. Algo así, como un pasillo luminoso que ascendía al cielo. Detrás de unas nubes; papá me esperaba.
Años después, escribí mis primeras poesías y alguna historia que todavía conservo. Aún no he parado. Mi primera novela larga, la escribí con apenas veinte años.

12. Muchas gracias por esta entrevista Ana. Como se suele decir, el escritor nunca para, solo se toma un pequeño respiro ¿Hay algún proyecto ya en el horizonte tras «La caja pública?. Muchas gracias nuevamente Ana, y mucha suerte con tu nueva creación.
La novela que acabo de mencionarte… Está remasterizada y pulida. Podría ser real en breve. Cuando la escribí quería ser la Victoria Holt del siglo XXI. Por cierto, la envié a varios Agentes Literarios y tuvo un contrato de tres años con una prestigiosa agencia. Pero no llegó a mayores. Yo estaba volcada en el trabajo que realizaba por aquel entonces y no le prestaba demasiada atención a mi carrera literaria. Decir: “quiero ser escritora” era lo más parecido a verme con una camisa de fuerza y un cencerro en el cuello. Claro, no sabía que –dicha Agente— era tan poderosa. De haberlo sabido, le hubiera prestado muchísima atención.
Por otro lado, tengo material para varios poemarios. Hace unos meses, acabé la segunda parte de Tinta Amarga. Mucho más policiaca. Un género en el que saco toda la ira y la frustración contenida. Por eso son tan crudas. Realismo sucio; puro y contundente
Al margen, tengo dos o tres novelas por revisar. Espero llegar a todo. Cuando has cruzado la línea de la mitad de tu vida, ves de manera muy diferente el mundo que te rodea. Sé que es muy difícil hacerse un hueco dentro del mundo editorial, del mismo modo que veo imprescindible ganar un concurso literario importante. No obstante, la paciencia y la tenacidad son unas de mis mejores virtudes…
Pilar, he pasado un rato muy agradable sincerándome en estas “particulares confesiones”. Acercándome un poco a ese público que poco o nada me conoce. En el fondo, siempre he sido bastante hikikomori. Tal y como dijo Kafka: “para escribir nunca se está demasiado sólo.
Muchas gracias, Pilar y a todo el equipo de Culturamas, un placer estar con vosotros.

Presentación de la caja pública

La caja pública | relatos, acoge tres apartados: 1. Relatos actuales (historias acaecidas en diferentes épocas y con una base verídica). 2. Relatos eróticos (narraciones de género que incluyen las publicadas en el portal erótico Pasionis). 3. Relatos fantásticos (reúne un pequeño conglomerado de cuentos de terror).
Están editados siguiendo un orden alfabético. Por lo general, poseen un toque de humor ácido y comienzan con un cuarteto (a modo de entradilla provocativa y simpática) que anuncian lo que se va a leer.
El relato que acompaña esta presentación Los gatos de angora, es el octavo del último apartado. ¡Disfrutarlo!

Los gatos de angora

El amor traspasa fronteras
ella quiere marchar
él la reclama
y se va…

Rebeca está frente a una hilera de nichos. De negro riguroso mirando una lápida con coronas semifrescas que rezan: “Arturo González Pérez. 1980-2013. Quererte fue fácil. Olvidarte, imposible”.
―¿Cómo se te ha ocurrido dejarme en la flor de la vida? ―pregunta la joven viuda con lágrimas en los ojos.
Un viento gélido hace que las ramas de los cipreses aleteen. Las flores marchitas apostadas en el contenedor de basura, se sumergen en un torbellino que levanta una arenisca fina. Una gata blanca de angora se contonea por las tupidas medias de la plañidera y se aposenta entre sus zapatos, de tacón alto.
―No me digas que llegó tu hora y ya está. Estoy harta de oírtelo decir desde que te fuiste ―sigue en su particular memento, la compungida.
Se sienta en un banco de madera roída frente a la tumba. Acariciando a la gatita, como si ésta hubiera perdido a su partenaire y se consolaran mutuamente. Recuerda que se conocieron en la boda de una amiga. Sus miradas se cruzaron en la iglesia. Allí mismo, en la sacristía, se entregaron a una lujuria desmesurada. Unas semanas más tarde, se casaron. De eso hacía un año. Todo funcionaba de maravilla hasta que una tarde, Arturo, cayó fulminado. Un hombre fuerte y joven que nunca había estado enfermo. Desconsolada, había llamado al 112 y después a la funeraria. No podía olvidar la imagen: lo sacaron en una bolsa con asas, como si fuera un violonchelo. El rellano de la finca era estrecho. Rebeca cerró de golpe. Segundos después, escuchó un ruido seco. Miró a través de la mirilla; el cadáver embolsado había golpeado la puerta. Parecía que Arturo le dijera: “¡todavía no me he ido!”… Desde entonces, tenía pesadillas. Siempre la misma historia. Una voz de ultratumba la llamaba: “Rebeca, Rebeca. Ven conmigo”. Repetía hasta la saciedad. Un día y otro día.
―No sé qué hacer. ¿Qué quieres mi amor? ―insinúa Rebeca sofocando su llanto con un pañuelo de hilo con las iniciales A. G. P. bordadas en grana.
―Estoy solo y hace frío… ―hablan las tumbas mudas y las cruces pétreas.
―Tú ganas ―indica Rebeca con los párpados entornados.
Abre el bolso, saca un botellín de Bezoya y un envase de Propranolol Hidrocloruro. Un betabloqueante que utilizaba su esposo ―doctor en psiquiatría― cuando iba a los simposios y tenía que hablar en público. Era hombre de acción y pocas palabras.
―Si cariño. Lo que tú digas. Sé que no sufriré ―sigue parloteando.
Las hojas gasifican un baile sepulcral, ligero.
―Además, estas pastillitas fresadas son muy hermosas. Como mis labios, dirías tú.
Seguido, coge un blíster y extrae las grageas. Las deja en su mano, mirándolas como abducida. La minina ―con un iris verde y otro azul― ronronea. Le guiña un ojo.
―¡Ay mi niña! Quieres tu parte. Deseas irte con D. Gato ―le da una. La felina la chupa hasta dejar un polvillo inocuo.
Rebeca ve cómo se tumba, maullando soñolienta mientras ella la acaricia. Hasta que su cola deja de moverse. Ha sido rápido e indoloro ―piensa―. Hermosa como la porcelana fina, sigue el ritual con una parsimonia escalofriante. Se traga las píldoras. Una, dos, tres… hasta llegar a la docena. Bebe agua y se tiende sobre el banco, mirando el cielo; diáfano, de un zafiro intenso. Experimenta una felicidad inaudita: han desaparecido las preocupaciones. Ve el rostro de Arturo, sonriente. Alza la mano para tocarlo a la par que su corazón enmudece. Entra en una catarsis cuasi divina. Llega al Nirvana con los ojos entornados. Feliz.
***
Tres meses después, la vivienda familiar tiene otros inquilinos. Durante el traslado, la nueva pareja encuentra una fotografía con un hombre y una mujer de perfil, besándose. La flamante novia, la mira y se sobresalta.
―¿Qué te sucede, cariño? ―pregunta el hombre.
―Los perfiles me han mirado… ―contesta ella, blanca como un espectro.
―¡Chorradas! Estás nerviosa. Es normal.
Pasan los días y la novensana sigue intranquila. Experimenta sensaciones extrañas: ráfagas de aire, siluetas difuminadas, risas vagas… Una mañana se despierta ―puesta de somníferos hasta las cejas― y cepilla su melena en el espejo de la cómoda. De repente, chilla con todas sus fuerzas: la dúo del retrato está en la cama rodeada de miaus. Ella, mima a una hembra de angora, nívea como el nácar. Él, la señala con el índice, diciendo: “eres nuestra…”. Los felinos saltan sobre ella y arañan su cara. La sangre gotea por sus pómulos, se introduce en su boca. La rodea un olor metálico con sabor ferroso que anuncia el peligro. Corre hasta la puerta de entrada. Pero los pestillos se cierran. Gira hacia la alcoba, los espíritus le impiden el paso. Los objetos comienzan a volar. Unas sonrisas macabras se funden en sus oídos. Horas más tarde, el esposo encuentra su cadáver sobre el gres de la cocina junto a unas latas de comida para gatos, vacías. El cuerpo está ensangrentado; lleno de rasguños y acuchillado. Como si en un ataque de esquizofrenia, se hubiera rajado a sí misma. Lo extraño es que en la finca, nadie tiene animales de compañía.

Anna Genovés
Copyright © 2014 Anna Genovés
Todos los derechos reservados a su autora
Titulo de la edición: La caja pública
Autora: Anna Genovés
Propiedad intelectual:
V ― 488 ― 14
Disponible en Amazon

4 thoughts on “Entrevista a Anna Genovés quien vuelve con su nueva obra, «La caja pública»

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