Motivación y dudas
Por Fco. Javier Clavero Champsaur.
Reflexionemos sobre las dudas y las indecisiones que se producen en nosotros a la hora de escribir y paralizan procesos adscritos, que no deben obviarse, como son la preparación de documentación para las obras en proyecto, sin olvidarnos de la búsqueda de editorial, la promoción o el seguimiento de las ventas. Todas estas actividades nos producen un desgaste de energía, que no siempre sabemos reponer adecuadamente; dejándonos como resultado el sabor de la duda y la indecisión.
La motivación intrínseca y los recursos que cada uno de nosotros seamos capaces de generar poniéndolos al servicio de los objetivos trazados, serán los que nos abran el camino para producir, esa energía que nos apoye en todas las tareas que la mayoría de escritores debemos afrontar; sin evadir ninguna de ellas. Claves mágicas, ya estamos comprobando que no existen, lo que si hay son fórmulas personales que más o menos se pueden compartir extrayendo de ellas nuestras propias recetas.
Estas hay que estar permanentemente trabajándolas, perfeccionándolas, es decir, dedicándoles tiempo y cariño; de ello depende su eficacia y que siempre tengamos la fuerza del entusiasmo a nuestro favor. Esto es fundamental para que las musas nos visiten a menudo, por no decir que se queden a vivir con nosotros de manera indisoluble. Todo lo que hacemos con pasión es percibido por los demás y eso nos abre puertas, que podríamos pensar cerradas o casi imposibles de franquear llevándonos a lugares, mejor dicho a estados de ánimo que propicien la imaginación y la actividad creativa.
Caso contrario o simplemente nuestra motivación haga “aguas” nos encontramos con esas temibles dudas, que cuando van sobre nuestros hombros no acabamos de verlas pudiendo transformarlas en excusas para no hacer y nos acerquen al mundo de las indecisiones; donde solemos encontrar respuestas para hacer un curso más, leer un enésimo libro y no escribir pensando que no estamos listos, pero la realidad nos dice que no llegaremos nunca a aplicar lo que aprendemos si no ponemos manos a la obra.
Sin contar que en muchas ocasiones hallamos como tedioso el ocuparnos de temas como la búsqueda de editorial, promoción, presentaciones, cuando estas fases de la ejecución de un libro son apasionante, porque nos acercan a la realidad de los lectores, favoreciendo la creación de nuestra imagen y afianzamiento de la marca personal; de la que hablaremos en un próximo artículo. Este tipo de tareas que llevan un consumo de tiempo y energía considerables, eliminan en muchas ocasiones esas dudas que nos ralentizan. Si somos conscientes de que nos hacen madurar como escritores nos proporcionan un termómetro de incalculable valor para nuestro bagaje.
Es más, me atrevería a constatar que las dudas, per se, no son malas si aprendemos a manejarlas y pensamos en ellas como parte del proceso, que cuando uno tira una moneda o mejor dicho un cubo de seis lados de diferentes colores, existen esas mismas posibilidades de que caiga en un color u otro y ya sabemos que todo es según el color del cristal con que miramos, es decir, que lo que hacemos es nuestra responsabilidad. Sí, ya sé que no supone plato de buen gusto, que presentemos lo que hemos escrito con tanto amor y dedicación a un editor y este nos diga que es poco original o que no aporta nada nuevo… Pero también es cierto que de momento ya han tenido a bien leer y dedicarle tiempo a nuestra criatura y si no tiene que ser, pensemos que por algo será o simplemente es una señal de que debemos seguir buscando y tal vez porque no mejorando.
La cuestión es tener o crear la actitud para convertir las dudas en opciones y las indecisiones en sus opuestas, decisiones con las que comprometernos de manera que el resultado sea avanzar en la dirección de nuestros objetivos; de ahí la importancia que se da en esta época a tener las metas muy claras y perfectamente definidas. Además de que nos insisten hasta la saciedad, de que vivamos el presente con pasión y devoción. Lo cual es una excelente idea ya que si las cosas no salen como esperamos o llegan al punto equivocado, no importa hemos disfrutado del camino, del día a día; lo que no es poco y más si consideramos que escribir es una tarea creativa y que necesita de un gran aporte de energía e imaginación.
Si pensamos que dudar no es un síntoma de inseguridad, más bien al contrario, una muestra de la fortaleza que nos asiste para tomar un camino u otro. Encontraremos, incluso cierto placer, en vestir de razones la decisión que tomemos, máxime cuando para alguien que sabe lo que quiere no existen los fracasos, ni tan siquiera las derrotas, son pequeños obstáculos, adversidades a las que uno se adapta para sortearlas y seguir avanzando. Recordemos que un viaje de mil pasos, comienza con un primer paso, continua con un segundo, un tercero…