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Vuelven los «10 negritos»: crimen y misterio entre inmorales de la buena sociedad

Por Horacio Otheguy Riveira

La novela de Agatha Christie se publicó por primera vez en 1939: «And Then There Were None» (Y entonces no había ninguno). Fue un gran éxito en la recién desatada segunda guerra mundial. Ha sido traducida a muchos idiomas y ya ha superado los 100 millones de ejemplares vendidos, y esto teniendo en cuenta que la producción de Christie es la más vendida del género policiaco en toda la historia de la literatura.

 

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Diez negritos se fueron a cenar;

uno se asfixió y quedaron nueve.

Nueve negritos estuvieron despiertos hasta muy tarde;
uno se quedó dormido y entonces quedaron ocho.

 

En 1943 la propia autora escribió la versión teatral, su única experiencia al respecto (algunas de sus novelas fueron adaptadas por otros escritores), y fue un acontecimiento mundial. Seis versiones en el cine (dos británicas, dos estadounidenses, una alemana y una rusa), siendo al mismo tiempo la escritora más versionada para la gran pantalla y la televisión: un fenómeno exclusivo de una personalidad fascinante; una mujer de educación conservadora, pero muy culta, con modos y maneras rompedores, independiente, y con un conocimiento admirable de la psicología y la sociedad de su tiempo.

De hecho, su obra, de un estilo literario poco elaborado, muy lineal, con apariencia de ligero entretenimiento, suele guardar un mensaje más escalofriante que el propio crimen que se investiga. Y es que la mayoría de sus personajes son personas inmorales que viven a lo grande a cambio de traiciones y estafas, una sociedad colonialista del Imperio Británico a la que critica con mucha dureza, aunque con maneras elegantes.

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Quim Capdevila y Lara Dibildos. De espaldas, David Zarzo.

 

Ocho negritos viajaron por Devon,

uno dijo que se quedaría allí y quedaron siete.

Siete negritos cortaron leña;
uno se cortó en dos y quedaron seis.

Seis negritos jugaron con una colmena;
una abeja picó a uno de ellos y quedaron cinco.

Cinco negritos estudiaron Derecho;
uno se hizo magistrado y quedaron cuatro.

Ya en su propio título Diez negritos ridiculiza el sentimiento de superioridad de los colonos, pero además cuenta con un par de personajes que lo expresan directamente (abuso de poder con el personal doméstico; historias oscuras en las que es mejor pasar por despreciar a los nativos que protegiéndolos…)… y así los 10 personajes encerrados misteriosamente dentro de una isla promueve una idea de justicia humana implacable (que no divina) a la vez que muestra con bien urdida intriga los datos, temores y arrogancias de gente muy interesante o muy vacía o muy necesitada de que le prestemos atención porque algo grave podría sucederles… si se tiene en cuenta la canción infantil que escuchamos desde el principio…

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Lara Dibildos, Antonio Albella y Lydia Miranda.

Cuatro negritos fueron al mar;
un arenque rojo se tragó a uno y quedaron tres.

Tres negritos pasearon por el zoo;
un gran oso atacó a uno y quedaron dos.

Diez negritos vuelve a escena 16 años después de que el mismo director la estrenara con éxito (y con un montaje diferente) e inmediatamente después del éxito de La Ratonera. En su primera semana en Madrid puso varios días el cartel de No hay localidades.

Como siempre, el mero nombre de Agatha Christie atrae sobremanera. El irresistible encanto del mundo criminal bien sumergido en la vida cotidiana. Esta vez el director Ricard Reguant ha utilizado una ambientación al estilo de la serie Mad Men con el galán fumador de impecable traje y la dama arrogante y la dulce secretaria más ardiente de lo que parece… Personajes que oscilan entre el irónico humor británico —con toques españoles muy bien colocados— y el drama de vidas muy aparentes que empiezan a desestabilizarse por hacerse públicos crímenes del pasado.

El suspense está servido. El público que llena el teatro se muestra encantado: desde el momento en que se levanta el telón se entrega a la representación de una historia muy conocida, pero no por eso menos atractiva, sólo por ver cómo cada actor compone su personaje, qué elemento nuevo le añade, qué tono de voz, y espectadores e intérpretes se entregan a la gran convención de representar un drama con mucho de humor negro que puede suceder en cualquier cultura y en cualquier época, incluso en esta de la España actual, tan fértil en estafadores y delincuentes de sonrisa puesta y estupendas maneras de la «buena» sociedad.

 

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Todos los intérpretes con el director en medio de las actrices.

La Compañía cumple rigurosamente con los arquetipos que implican todos los personajes en una labor de equipo muy notable de la que destaca la morbosa elegancia de la dama que odia envejecer y dejar de seducir (Lara Dibildos), la falsa ingenuidad de la modosita secretaria (Lydia Miranda), la actitud sabihonda del juez (Paco Churruca), la engolada seducción del galán maduro (Quim Capdevila), el joven exaltado e irresponsable (David Zarzo) y el médico atormentado con síndrome de abstinencia (Antonio Albella).

Dos negritos se sentaron al sol;
uno de ellos se tostó y sólo quedó uno.

Un negrito quedó sólo;
se ahorcó y no quedó… ¡ninguno!

Y atención, a pesar de la canción que escuchamos desde el principio, a pesar de contar con mucha información y hasta de que incluso se haya leído la novela: estos 10 negritos de Agatha Christie del teatro mantienen su lozanía, despertando inquietud entre sobresaltos y sonrisas, dejando en el espectador la divertida sensación de juego (Usted también puede ser un asesino), y a la vez una reflexión propia del mejor género policiaco británico que asegura que hay que andarse con cuidado porque, al menor descuido, de cualquier armario surge un cadáver que nos traerá muchas complicaciones…

 

image005Autora: Agatha Christie

Adaptación y dirección: Ricard Reguant

Ayudante de dirección: Nuria García

Intérpretes (por orden de aparición): Mónica Soria, Pablo Viña, Quim Capdevila, Lydia Miranda, David Zarzo, Diego Molero, Jorge Lucas, Paco Churruca, Lara Dibildos, Antonio Albella. Con la colaboración virtual de Manuel Galiana

Diseño escenografía y vestuario: José Miguel Ligero

Diseño de iluminación: Carlos Alzuela

Música original: Chimo Austin

Teatro Muñoz Seca desde octubre 2014.

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