«Los justos»: filosofía pacifista, terroristas arrepentidos
Por Horacio Otheguy Riveira
Albert Camus ha tenido un prestigio inmerecido: es un escritor de ideología blanda, difusa, que en tiempos de la ocupación alemana de Francia optó por una actitud pacifista que siguió manteniendo hasta su muerte a los 46 años en un accidente automovilístico anunciado por una gitana que se lo leyó en las manos, y al que no hizo caso, y más bien se burló. Su acercamiento al teatro se debió a su apasionada relación con la actriz española radicada en Francia, María Casares.
Recibió el Premio Nobel dos años antes, en 1957, por «el conjunto de una obra que pone de relieve los problemas que se plantean en la conciencia de los hombres de hoy». Eran los intereses que entonces convenían en plena guerra fría. Fue anarquista, pacifista, filósofo, dramaturgo de escaso vuelo, con poca producción de la que lo mejor es Calígula, y novelista gris en un quiero y no puedo desafiando las luchas sociales y políticas, enfrentado a sus colegas que abrazaban causas revolucionarias, como Jean Paul Sartre.
Escribió Los justos en 1950, ya terminada la segunda guerra mundial, clamando por un mundo en paz. En esta obra juzga a los revolucionarios rusos de 1905 en su primer atisbo rompedor, mucho antes de la victoriosa revolución de febrero de 1917 comandada por Lenin. Camus cuestiona la violencia, pero no aporta solución alguna ante la violencia del Estado. Para Camus el terrorismo de Estado no existe, y para esta compañía teatral no existen matices entre aquel planteamiento y este otro en el que en lugar de los personajes rusos de comienzos del siglo XX que intentan liberarse del yugo esclavista de los zares se ocupan de un grupo de terroristas de Euskadi que martirizan a los españoles en la transición democrática hasta que llegan a la conclusión de que su lucha de cobardes atentados contra gente indefensa carece de sentido porque «Ahora somos todos asesinos».
Un espectáculo con trabajos de buenos profesionales de bajo relieve que han de dar vida a diálogos muy poco convincentes, con un texto que organiza una muy libre versión del original de Camus. Lo cierto es que me pareció una función de rara combinación de metáforas visuales, símbolos extraños y textos ampulosos para ofrecer muy pocas alternativas, ya que contando con intérpretes de excelente trayectoria, no hay personajes de peso ni puesta en escena de creciente interés.
Un espectáculo basado en la obra de Albert Camus
Dramaturgia: José. A. Pérez y Javier Hernández-Simón
Dirección: Javier Hernández-Simón
Ayudante de dirección: Oscar Sánchez Zafra
Reparto: Lola Baldrich, Alex Gadea, Ramón Ibarra, Rafael Ortiz, José Luis Patiño y Pablo Rivero Madriñán
Iluminación: Juan Gómez Cornejo
Escenografía y Vestuario: Bengoa Vázquez
Espacio Sonoro: Álvaro Renedo Cabeza
Asesora de Movimiento: Marta Gómez
Lugar: Naves del Español-Matadero
Fechas: Del 1 al 26 de octubre de 2014