Amélie Chabrier o la embriaguez de una impostura
Por César Ureña Gutiérrez.
La última novela de Erika Bornay, “Amélie Chabrier o la embriaguez de una impostura”, salió a la luz la pasada primavera en la editorial Sd.edicions. Se trata de la tercera novela de su autora, que además ha escrito también un libro de relatos inspirados en algunas obras del pintor norteamericano Edward Hopper. Erika Bornay, prestigiosa historiadora del arte que se ha caracterizado por el estudio de las interrelaciones entre arte y género en obras ya tan emblemáticas como “Las hijas de Lilith”, vuelve a la narrativa de ficción en esta novela con una escritura intimista, de profundo contenido psicológico, sutil y elegante y que, al mismo tiempo, nos ofrece un detallado y penetrante fresco de la sociedad que retrata: el último tercio del siglo XIX parisino. En la obra narrativa de Bornay siempre hay una estrecha vinculación entre arte y literatura, tal vez “Lunes en la calle Slova. (La mujer bosnia)” sea la obra que más se aleja de este postulado. Sin embargo esta “Amélie” se adentra de lleno en él, pues refleja la vida y la lucha de una joven mujer en las postrimerías del siglo XIX por llegar a ser una pintora reconocida. Según ha comentado la propia autora, el personaje de Amélie está inspirado en las dos grandes artistas Camille Claudel y Paula Modersohn-Becker.
Creo que la obra tiene varios aspectos muy significativos. Por una parte podría calificarse como una “novela de formación” (Bildungsroman), al estilo de las de Goethe (“Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister”) o Karl Philipp Moritz (“Anton Reiser”) pues el personaje central, Amélie, se va “haciendo”, se va “construyendo” a medida que la novela transcurre a lo largo de sus más de cuatrocientas páginas; se va formando y creando, al contrario, por ejemplo, que el de Marcel, que podemos considerar su antítesis y que es un personaje “cerrado” y enquistado en sí mismo.
La autora realiza también un estudio documentadísimo y apasionante de la época, que abarca desde las cuestiones políticas y sociales hasta las artísticas y culturales, la moda, los cafés, las costumbres, el sórdido mundo de la prostitución (que Erika Bornay ya había estudiado en profundidad en otras obras de crítica del arte); el trabajo de ambientación es admirable y nos sumerge plenamente en la Francia de las barricadas y de la Comuna pero también nos describe el sitio de París por los alemanes desde septiembre de 1870 hasta enero de 1871 con la posterior proclamación del Imperio Alemán en Versalles el 18 de enero de 1871. Asimismo refleja la profunda transformación que sufrió la ciudad tras la colaboración de Napoleón III con el Barón Haussmann a pesar de las críticas esgrimidas por diversos políticos e intelectuales ante supuestas especulaciones y corruptelas. Se perciben los ambientes, la luz, el color, los aromas…, me parece que todo está tan bien reflejado como si estuviera escrito en la propia época, de ahí ese homenaje, que yo creo explícito, a la gran novela francesa, desde Flaubert y Stendhal hasta Balzac o Zola.
Una tercera vertiente, y no la menos importante, es la historia (o más bien, historias) de amor, reflejadas de forma sutilísima y compleja, como también sucede en sus otras novelas; los sentimientos se manifiestan insinuados, casi velados y al mismo tiempo intensos e ingeniosamente definidos. Los personajes cobran vida y parecen casi tus amigos, tus conocidos, con los que compartes ese viaje, ese periplo fascinante que es esta novela.
Por último –y como creo que no podía ser de otro modo en la obra de la autora– está la mujer. Este concepto aglutina todo lo anterior y le da nervadura, espíritu y pálpito. La historia de Amélie y su “construcción” es verdaderamente emocionante porque refleja también los problemas con los que una mujer, que encima quiere ser artista, se enfrenta ante una sociedad atónita, perpleja y represora. Este mundo “de lucha” de la mujer en una sociedad en profundo cambio está tratado de forma plena y laboriosa, con muchas aristas y contrastes, de un modo muy acabado. La escritura resulta clara, perspicaz, llena de sugerencias y de imágenes imborrables.
Quisiera mencionar también la hermosísima edición de Sd.edicions, tanto por su original formato como por la bella presentación que incluye la reproducción de algunas pinturas de Degas, Manet, María Bashkirsteff y Gustave Caillebotte, cuyo cuadro Femme à sa toilette sirve de portada a esta intensa, bella y emocionante novela.
Información del libro:
Amélie Chabrier o la embriaguez de una impostura. Autora: Erika Bornay. Editorial: SD Edicions. Precio: 22,95€