Entrevista a Elena Tova, una de las fundadoras del santuario de animales El Hogar ProVegan
Por Ignacio G. Barbero.
Como miembros de una sociedad determinada, tendemos a asumir desde nuestra infancia los valores y las perspectivas ideológicas preponderantes en ella. Éstos funcionan como ejes de nuestra comprensión del mundo, como creencias en las que «estamos» y desde las cuales observamos e interpretamos la realidad. Esas observaciones e interpretaciones están completamente normalizadas y son compartidas por nuestro entorno personal y social. Por ello, reflexionar sobre ellas, criticarlas y ponerlas en crisis (mediante actos o palabras) nos saca de la zona de seguridad moral que entre todos hemos construido y aceptado.
La relación que solemos mantener con los animales no humanos está dentro de esa zona de seguridad. Lo natural, entendemos, es que los intereses humanos primen, que el resto de animales nos provean de todo lo que necesitamos, sea alimento, ropa o diversión, y que disfrutemos de ello sin problemas ni remordimientos. Sin embargo, cada vez hay más personas que se han replanteado esta manera de comportarnos y que han comprendido que nuestro trato a los demás animales debe tener en cuenta que son individuos únicos y sensibles, dueños de sus vidas, de su presente y de su futuro. Elena Tova, una de las fundadoras del santuario de animales El Hogar ProVegan, pertenece a ese admirable grupo de seres humanos. He tenido el enorme gusto de poder entrevistarla; las respuestas que da a mis preguntas exponen una manera diferente, marcada por la empatía, de relacionarnos con el resto de animales. Pasen y lean:
–¿Qué es un santuario de animales? ¿Cuál es el ideario que lo fundamenta?
Un santuario es un lugar en el que los animales viven sus vidas a salvo de cualquier forma de explotación, un espacio físico que es su hogar y en el que se les proporcionan tantos cuidados y atenciones como necesiten.
La idea fundamental sobre la que se sustenta un santuario es el antiespecismo; esto quiere decir que ningún individuo debe ser discriminado, menospreciado ni utilizado por razón de especie. Estamos absolutamente en contra de la utilización de animales como recursos, bien sea para alimentarse, vestirse o divertirse. Es por esto por lo que en un santuario se vive de forma vegan y se promueve el veganismo como la forma de vida más respetuosa y justa para con los animales de cualquier especie, incluida la nuestra.
-¿Qué diferencia o diferencias hay entre un santuario de animales y un zoo?
La diferencia principal es que en un zoológico los animales son mantenidos para ser exhibidos, es decir, para que los humanos disfruten viéndoles. Un zoológico es un lugar donde priman los intereses humanos frente a los del resto de especies. Además, los animales son utilizados con fines económicos. No son lugares en los que se denuncie el especismo, no son lugares en los que se respeten las necesidades de cada individuo, no son lugares que ejemplifiquen el respeto por otros animales.
En un santuario no se busca el lucro, no se busca la exhibición de los animales ni es un sitio de recreo para los humanos. Aquí ellos son lo primero, su bienestar es lo más importante y satisfacer sus necesidades de cualquier tipo es nuestra meta diaria.
-¿Cuáles fueron los motivos que impulsaron la creación del Hogar Pro Vegan?
El Hogar ProVegan comenzó siendo un refugio temporal para animales rescatados de las perreras. La idea era proporcionarles un lugar en el que vivir, un hogar, mientras les buscábamos una familia que les adoptase.
Para ello, alquilamos un terreno en la sierra de Madrid, con una pequeña casa, donde los animales vivían libremente. Tener este terreno nos fue abriendo puertas para rescatar animales que de otro modo no hubiesen tenido otra oportunidad, como cerdos, gallos, gallinas, ovejas, vacas… Animales procedentes de la industria de explotación, o animales abandonados en perreras, víctimas de las modas (como los cerdos vietnamitas, por ejemplo). Y fue así como nos convertimos en este hogar multiespecie.
-¿Cuánto tiempo tardó en ponerse en marcha y qué problemas os encontrasteis a la hora de llevar a la realidad vuestra iniciativa?
Fue inmediato, una vez tomamos la decisión. Teníamos a los animales en nuestras casas y residencias que pagábamos y donde no creíamos que se les tratara correctamente, y había tantos que salvar que urgía encontrar ese espacio donde se podrían salvar más vidas. Así que nos pusimos a buscar con muy poco dinero los sitios más humildes que podíamos pagar, en cuanto lo encontramos lo llenamos de gente bonita que necesitaba nuestra protección. Siempre el problema constante y más pesado ha sido la falta de recursos económicos, ¡pero somos expertas en hacer mucho con muy poco agudizando el ingenio!
-Actualmente, ¿cuántos animales no humanos habitan el Santuario y cuántos animales humanos ayudan en las labores de cuidado de las instalaciones y sus habitantes?
En El Hogar viven unos 300 animales no humanos, y residen de manera permanente tres humanos: María, la veterinaria, Jonás, el codirector de El Hogar ProVegan y yo misma.
Contamos con habitaciones en las que recibimos a voluntarios residentes por temporadas y también tenemos un grupo de amigos y voluntarios que acuden asiduamente, días puntuales para ayudarnos con las tareas de mantenimiento y cuidado de los habitantes. Pero siempre necesitamos más manos amigas que nos ayuden con tanto trabajo como hay, desde aquí os animamos a uniros al proyecto, será un experiencia inolvidable para vosotros.
-¿Cómo es el día a día de un Santuario? ¿Qué responsabilidades ineludibles tenéis que atender y cuáles son los imprevistos más frecuentes a los que os tenéis que enfrentar?
Cada mañana, antes del desayuno, salimos al primer paseo con los perros por el santuario. Otros compañeros se encargan de abrir las casitas de los animales (duermen cerrados por su protección durante la noche). Una vez volvemos a casa comienzan las tareas de reparto de desayunos, algo que lleva su tiempo. Luego toca el turno a la medicación de enfermos y atención de necesidades especiales, como por ejemplo el masaje diario de Félix. Cuando todos los animales se han atendido limpiamos la casa, que son dos plantas de casa más terraza, y es un trabajazo.
Mientras unos limpian el Hogar de humanos, otros limpian el Hogar de otros animales. Sobre las 13 del mediodía salimos de nuevo para otro paseo con los perros, y a la vuelta comenzamos con las comidas de otros animales y a cocinar la nuestra. Tras la hora de la comida, llega el momento del trabajo tras el ordenador, antes de que llegue la hora de repartir de nuevo meriendas, cuidados, medicaciones, paseos… Y a todo ello hay que sumarle los trabajos de construcción que estamos realizando, ya que hay mucho que construir en el nuevo santuario antes de que llegue el frío.
En cuanto a los imprevistos, por lo general suelen ser relacionados con algún problema de salud que detectemos en algún habitante, lo cual, según la gravedad, puede ocasionar un importante desembolso económico. El dinero es siempre uno de los grandes problemas de cualquier santuario: garantizar los cuidados a tantos animales no es precisamente barato y los gastos veterinarios en este país son elevados, están gravados con importantes impuestos y para lugares como este, las leyes no contemplan ningún tipo de exención o subvención. Salimos adelante gracias al apoyo de tantas personas que aportan lo que pueden, generosa y desinteresadamente.
-¿Qué respuestas sueles recibir cuando hablas de tu trabajo en el Santuario y de lo que es éste a personas ajenas a él? ¿Percibes aceptación y apoyo en ellas o rechazo?
Un poco de todo. Por lo general la gente se muestra extrañada de que dediquemos nuestra vida a una causa como esta, pues vivimos en una sociedad tremendamente especista, en la que hacer mención por ejemplo a la felicidad de una vaca o la inteligencia de un cerdo a menudo genera una sonrisa burlona.
Sin embargo, también es cierto que gracias a las redes sociales nos es muchísimo más fácil compartir con la gente vídeos o fotografías de nuestro día a día: esto proporciona a muchas personas imágenes que les sorprenden, pues efectivamente ven en ellas la personalidad, la inteligencia y la alegría de animales que nunca habían visto de ese modo. A todos nos gusta ver escenas de animales felices, esto es algo que genera mucha aceptación.
Otra cosa es cuando hablamos de la denuncia del especismo. A nadie le gusta que le digan que los animales sufren como consecuencia de sus elecciones. Este año estamos realizando una campaña de denuncia de las fiestas sangrientas de España, aquellas relacionadas con la muerte o el maltrato de animales, lo cual nos ha traído bastantes críticas por parte de los defensores de cada uno de estos festejos. Sienta bastante mal que critiquen tus costumbres y aficiones, aunque consistan en colgarte del cuerpo de un animal muerto como en Lekeitio, poner bolas de fuego en los cuernos de un toro, o matar bebés de otras especies, como en las becerradas de El Escorial. No nos sorprende ese rechazo. Ni nos preocupa.
-Para terminar: desde la perspectiva de una defensora del bienestar de todos los animales, ¿cómo describirías y calificarías el trato que dispensamos a los animales no humanos en España? ¿Hemos ido a mejor en los últimos años o no?
España tiene una larga trayectoria de maltrato animal, algo que por otra parte ocurre en la mayoría de países, por desgracia.También existe una férrea protección de las instituciones a ciertos sectores, como sucede con la tauromaquia. Es un sector muy potente, que actúa como lobbie de presión y alrededor del cual se mueven muchos intereses y subvenciones.
Sin embargo, soy positiva y veo cambios en la sociedad. Cada vez más gente actúa a favor de los derechos de los animales. Cada vez más gente se implica. Cada vez menos gente participa del sufrimiento, por ejemplo, las plazas de toros están cada año más vacías.La gente toma conciencia sobre el respeto a los animales de otras especies.Ningún cambio es de un día para otro, mucho menos darnos cuenta de que vivimos un estilo de vida especista, basado en una discriminación injusta. Hace falta dedicar tiempo a informarse y a hacer autocrítica, lo cual supone un camino bastante duro, aunque también es gratificante cambiar.
Como digo, soy positiva. Hace siete años no existía ningún santuario de animales en España, nosotros fuimos el primero. Hoy somos 8 santuarios y alguno más que está en proyecto. Esto no sería posible sin la implicación de los activistas, por supuesto, pero tampoco sin el apoyo de tantos y tantos ciudadanos que ayudan al mantenimiento de los santuarios con sus donaciones. Porque, como he dicho, no contamos con ninguna ayuda gubernamental, de modo que el hecho de que cada vez haya más santuarios, más animales salvados, es una prueba irrefutable de que cada vez hay más ciudadanos concienciados.