Malas adaptaciones
Por Monty Brox.
Con anterioridad nos ocupamos de algunas buenas adaptaciones de novelas, e incluso algunas que habían dotado de algún retoque positivo a su versión en papel. En esta ocasión trataremos justo lo contrario: películas basadas en libros que hacen poco o nulo honor a la idea original de la que proceden. Siempre desde mi más humilde y subjetiva opinión, pues ya se sabe que para gustos… los colores.
Empezare por el plato fuerte, en el que seguramente menos gente esté de acuerdo conmigo. Y no es para menos hablando de lo que ya es una franquicia como esta. Os hablo de “El Hobbit” de J.R.R. Tolkien, que a falta de la última entrega de la trilogía, terminó por disgustarme con la segunda parte “La desolación de Smaug”. De la primera, “El Hobbit: Un viaje inesperado”, apenas recuerdo nada y eso ya dice mucho. Aunque sí retengo en la memoria que mantenía cierta congruencia con la trilogía de “El señor de los anillos”, cosa que tiempo después solo he podido justificarme a misma como un autoengaño para aplacar mi morriña por la calidad, riqueza en matices y profundidad, de las primeras entregas. Con “La desolación de Smaug” me tuve que quitar el antifaz, en mayor parte porque me pase toda la película con la sospecha de que en cualquier momento podían cambiar a los actores que hacían de enanos y yo, no cegada por el gran despliegue de efectos visuales y especiales recreados por ordenador, sería la única que se daría cuenta. Atrás quedaron los personajes marcados, las frases memorables, los dilemas profundos, la amistad y lealtad insondables. Dejando un gran espacio vacío para largos, muy largos, episodios de acción trepidante sin ningún peso, ni importante ni de relativa importancia, para la trama. Visualmente espectaculares estas dos precuelas, eso no lo voy a negar, pero poco más. Allí donde todo fluía con una mágica naturalidad, en estas se ha convertido en un exceso artificial. Y quizá el fallo resida en la intención de exprimir esta franquicia que tan buenos ratos ha dado a los seguidores, y tan buenas cifras económicas ha aportado a la factoría. No olvidemos que las anteriores son películas individuales basadas cada una en un libro de alrededor 500 páginas, y la segunda trilogía de películas se basa en un único libro de 288 páginas.
Todos conoceréis, aunque sea de oídas, “Entrevista con el vampiro”. Bien, tranquilidad, no voy a hablar de esta magnífica adaptación del libro de Anne Rice (que no me gustó tanto como el film) que bien merecería estar en el anterior artículo sobre el tema. Solo la menciono para situarnos, ya que el segundo intento de llevar las palabras de Anne Rice convertidas en imágenes a la gran pantalla, fue un estrepitoso chasco. “La reina de los condenados” no solo mezcla sin arte alguno el contenido de dos libros (Lestat el vampiro, y La reina de los condenados), sino que además carece de la sutil y polvorienta elegancia del mundo clásico de los vampiros. Dejando fuera todos los sentimientos centenarios encontrados para ocuparse de una opulencia popera exagerada al máximo. A los responsables les quedó una película superflua y fría, solo salvable por algunas actuaciones femeninas (adoré el papel de Aaliyah) que quedaron a la sombra de la pésima interpretación de Stuart Townsend como Lestat. Después de esto, Anne Rice se desvinculó del proyecto, cosa que no me extraña. Y poco más puedo decir de este pequeño gran desastre.
Sin dejar los despropósitos volvemos a una actualidad más reciente. En estos días lo que más en auge están son las sagas fantásticas juveniles, las cuales te pueden gustar o no, como es de recibo. A mí me encantan, las veo sin complejo ni culpa. Lo que no quita que muchas de ellas, me atrevería a decir que el cincuenta por cierto, no me gusten. Y ese porcentaje aumenta considerablemente cuando cambio el papel por el cine. Un claro ejemplo es “Yo soy el número cuatro” de Pittacus Lore. El libro… me costó terminarlo, con lo bien que empezó. La idea de extraterrestres adolescentes tratando de vivir en nuestro planeta ocultos me recordaba a Superman, y por ahí van bien los tiros. Pero con el paso de las páginas el libro se vuelve lento. Y quizás la falta de costumbre de un narrador masculino no me ayudo a captar la dinámica. Pero es que su conversión a película fue (siempre para mi gusto) mucho peor. La parte en la que explican el argumento está bastante bien definida y entretenida, y ya. En cuanto esos primeros minutos trascurren, el tiempo se para. El romance es torpe, no porque sea entre adolescentes, sino porque es inexistente pero a la vez te quieren dejar claro (con silencios incómodos y largos planos de miradas) que está ahí. Lento, lento, lento, todo es lento. Y las escenas de acción son entre tinieblas y a cámara batida. Solo los cinco primeros minutos, por ser interesantes, y los últimos cinco, por su trepidante acción, merecen la pena. Solo leí el primer libro de esta saga, esperando que la película me convenciera para leer el siguiente: no lo hizo.
Otra dudosa adaptación de estos tiempos: “Vampire Academy” de Richelle Mead. Es sorprendente lo difícil que me resulta decir dónde está el fallo en esta adaptación. Tiene un altísimo porcentaje de fidelidad al libro y un buen ritmo. Pero… no llega. Confieso que la saga me encantó y que pasó mucho hasta que me atreví a ver la película. El tráiler me aventuraba que me iba a destrozar mi visión y recuerdo de la historia y lo flui aplazando hasta casi olvidarme de ella con el tiempo. Reconozco que al final el tráiler resultó ser bastante peor que la película en sí. Que no es que sea “MALA”, más bien algo cutre, ese tipo de películas para la tele del canal Disney. Y como tal se deja ver un domingo de esos en los que el sábado saliste y tus exigencias de calidad son bajas. Aunque sigo pensando que el peor enemigo de esta adaptación fue su propio tráiler, ya que muestra lo peor de la película: las peleas y efectos especiales más mal hechos, los diálogos más tontos, las escenas más insustanciales… Además de a verse enfocada a un público que no supera los quince, cuando esta saga cuenta con una franja de lectores en una edad algo más elevada. En fin, que más que una “mala adaptación” es una “no-adaptación”, ya que carece de toda la tensión sexual de sus personajes, del oscuro entorno que los rodea, de la verdadera intriga… vamos, es una versión fiel pero edulcorada y rebajada.
Esto son solo cuatro películas que a mi parecer pudieron hacerse mejor, o simplemente no haberse hecho nunca. Pero de malos, y buenos aunque son menos, ejemplos está el mundo lleno. Quizá más adelante podamos ocuparnos de más… ¿Alguna sugerencia?
Información de los libros:
El Hobbit. Autor: J.R.R. Tolkien. Editorial: Minotauro. Precio: 6,60€
La Reina de los condenados. Autora: Anne Rice. Editorial: Zeta Bolsillo. Precio: 12,00€
Soy el número 4. Autor: Pittacus Lore. Editorial: Molino. Precio: 17,00€
Vampire Academy. Autora: Richelle Mead. Editorial: Punto de lectura. Precio: 8,99€
La peor adaptación que yo he visto de un libro es «Deuda de sangre», y eso que la peli está protagonizada por Clint Eastwood. No sé si fue el director, el guionista o el productor (o quizá se trató de una conjura entre todos), pero no se les ocurrió otra cosa que cambiar el final, y lo fastidiaron bien…