Entrevista a Paloma Rodera, artista presente en la Internazionale d’Arte LGBTE de Turín
Por Inmaculada Real.
La sección de arte de Culturamas presenta a Paloma Rodera, artista polifacética especializada en pintura, escultura, fotografía y diseño, disciplinas que compatibiliza con sus aportaciones al ámbito teatral. Una simbiosis de lenguajes y expresiones que comienza a tener sus primeros reconocimientos, como es su participación en la muestra Internazionale d’Arte LGBTE de Turín donde figura entre los expositores
El lenguaje escultórico lo consideras como la lengua materna de tu obra donde percibes directamente la influencia de Fidias, Miguel Ángel y Rodin. De cada uno de estos artistas ¿qué elementos de inspiración te aportan en la ejecución escultórica? ¿No tomas como referente ningún escultor más actual?
De Fidias la increíble técnica de los “paños mojados” con la que dibuja a la perfección las líneas del cuerpo humano. Miguel Ángel es monumental, me impresionó desde niña el trabajo anatómico de sus esculturas. Y Rodin… Rodin es un ejemplo a seguir por la filosofía que esconde su obra, la fe ciega en la belleza que se encuentra en la naturaleza.
Mi relación con la escultura, como bien dices es una lengua materna, y como tal mis influencias son clásicas, ya que este lenguaje ha supuesto mis inicios en el mundo del arte. No obstante, admiro la obra de Chillida por su inteligente estudio sobre el espacio o las piezas de Jaume Plensa.
Como artistas totales, me ha interesado, desde muy pequeña, Picasso por su producción prolífica, el gran desarrollo que una larga carrera le procuró y por su actitud ante su obra. Posteriormente Pina Bausch y Marina Abramovic, que han introducido el movimiento en mi concepción del arte.
En tus trabajos se vislumbra una herencia de formas arcaicas que se fusionan con un lenguaje clásico. Sabemos de qué base partes pero ¿Hacia dónde evolucionan estos trabajos?
La escultura es un lenguaje que dentro de mi obra ha evolucionado hacia otros. Sigo proyectando piezas escultóricas, pero hay una evolución tanto en la formas como en los materiales. Raramente uso terracotas o arcillas, que he cambiado por alginato o piezas con una técnica mixta con celulosa y vinilo. En cuanto a la forma, mis piezas han invadido el campo de la instalación, convirtiéndose en pequeñas escenografías, influenciadas por mi formación escénica.
Formas figurativas en las esculturas que sin embargo tienden a la abstracción en las obras pictóricas, donde se concede una mayor predilección de los colores frente a las formas. Dos visiones muy distintas que erradican cualquier atisbo de inspiración de la misma fuente. ¿Qué influencias directas constituyen la base de tu pintura?
En mis cuadros no hay una influencia directa. A nivel conceptual quedé extasiada cuando vi ‘verde sobre morado’ de Rothko en el museo Thyssen. Es una pintura que vista en una postal no trasmite mucho, pero al situarse frente a ella en el museo uno se siente envuelto, por sus dimensiones. En ese momento comprendí que la pintura que me interesa es aquella que es capaz de transmitir sensaciones directas al espectador. Aquéllas que uno no puede expresar con palabras. Esta idea ha teñido otras disciplinas como mis performances.
Los rostros arcaicos inexpresivos de las esculturas modeladas, que evocan a la escultura ibérica, contrastan con los trabajos fotográficos, llenos de historia y testimonio, que ofrecen una nueva perspectiva del análisis fisonómico con una visión evocadora de la realidad. ¿Qué lecturas ofrecen estas obras llenas de realismo?
Creo que de mis primeros trabajos unidos a la edad temprana en la que comencé con el arte (a los seis años), a mis proyectos actuales, la diferencia radica en la experiencia biográfica. Es decir, el contenido de mis obras se ha ido volcando gracias a todo aquello que me ha ido nutriendo como persona, que inevitablemente revierte en aquello que muestro en mi obra. En concreto, con el rostro humano creo que la fotografía con la potencialidad del instante es capaz de captar momentos que otros lenguajes no me permiten. En especial hay algo con la mirada de las personas. Sigue siendo un misterios que me atrapa.
Diferentes disciplinas con diversas lecturas. ¿Existe en todas ellas un punto de confluencia?
La razón por la que me dedico al arte es porque creo que es el acto de comunicación más potente que existe. Esta idea ha pasado a ser el eje de mi obra, no como resultado, si no como parte vertebral de cada uno de mis procesos. La construcción de la identidad, la inevitable puesta en relación con ‘el otro’ en la que estamos situados, son obsesiones en mi trabajo.
En breve muestras tu obra en una exposición individual en Valladolid
Se trata de una exposición de esculturas en las que a través de distintas piezas se hace un recorrido por el papel de la mujer desde diferentes momentos vitales e históricos. Hay piezas sobre la adolescencia, el embarazo, la madurez o una revisitación de las Tres Gracias de Rubens. La exposición corresponde a la convocatoria ‘Paredes Abiertas’ en el Espacio Joven de Valladolid.
También participas en la L’Internazionale d’Arte LGBTE de Turín, ¿Qué supone esta oportunidad para ti? ¿Qué se puede contemplar de tu obra?
Participar en una muestra internacional siempre es una gran oportunidad. Ya que ofrece la posibilidad de conocer como se está moviendo el mundo. En otras ocasiones, como en Estados Unidos o Argentina no pude asistir a las muestras en las que se exponía mi obra, por ello ésta en Turín ha tomado un cariz más especial, al poder estar el día de la inauguración. El confronto con el público y la crítica es fundamental. Esta vez es algo que he podido vivir.
Las obras que han sido seleccionadas corresponden a dos esculturas compuestas de varios rostros femeninos y a la última pintura que estoy trabajando en Calabria, que se ha convertido en un lugar perfecto para trabajar mis cuadros.