La escala de los mapas
Por Rosa Berbel.
“Pensé en decirte: hazme un hueco en tu pasado. Las edades perdidas del otro, sin embargo, no nos pertenecen; jamás conoceré la materia prima de tu nostalgia, el domingo tapiado de canciones, la cara del amigo que llamó por teléfono. El pasado no puede ser tocado y el futuro es una conjugación aguda y áspera: yo me equivocaré, tú viajarás, ella nos perseguirá, nosotros tropezaremos.”
La primera vez que oí hablar de “La escala de los mapas” fue gracias a este fragmento de apenas cinco líneas. Las palabras eran directas y firmes, y tan bellas que pensé en dejar de escribir para siempre. Para qué, si al fin y al cabo toda verdad ya había quedado plasmada, todo sentimiento había sido trasladado al plano ficcional y el amor no podía existir más allá de este romanticismo fundamental. Pensé, además, que debía de ser fruto del azar el hecho de que esas líneas pudieran amoldarse a mis vivencias, a todas esas emociones fugaces que había experimentado antes o después, al miedo a ser amada y al terror a amar.
Lo primero que nos llama la atención de la obra es el hecho de que supusiera el debut de Belén Gopegui. Contra todo pronóstico, nos encontramos con una voz férrea, implacable e íntima, y con un estilo minucioso y pulido, próximo a la poesía. Cada palabra encaja a la perfección en la frase, en la imagen, en la idea. Se trata de una novela corta, que nos obliga sin embargo a levantar la vista casi a cada párrafo, a respirar entre líneas.
Escrito a partir de un único diálogo interno, nos sumerge en la mente de Sergio Prim, un geógrafo obsesionado con encontrar un hueco indoloro, un refugio en que protegerse de las inclemencias de la realidad. Es notable la profundidad psicológica del personaje, la forma de describir la imposibilidad a la hora de medir las distancias para con el resto, la entrega absoluta a la pasión y el nerviosismo ante el compromiso, circunstancias que lo impulsarán a buscar este objetivo de forma insistente.
“Se horadan puertas y ventanas en los muros de una casa, y es el vacío lo que permite habitarla” (Libro del Tao XI)
A partir de aquí, la autora escinde asimismo en el mundo de Brezo, la amada eternamente idealizada que regresa tras el paso de los años con varias certezas en el bolsillo. Ese amor irracional y platónico comienza a virar en torno a la posibilidad de ser un amor real, casi palpable. Y con esta posibilidad llegan también las dudas, el deseo, los temores, el pasado. Gopegui se desenvuelve de forma generosa en la complejidad de este amor, en las relaciones humanas, los sentimientos esenciales y la abstracta dimensión espacio-tiempo.
Tras leer y releer, sentir y resentir, escribir y reescribir, puedo decir que me equivoqué en un punto: yo podía haber sido protagonista de esas líneas, pero también del resto de líneas, y al igual que yo, el resto de lectores. Este libro podía ser universal, apto para cualquier lector e imprescindible para cualquier ser sintiente. Y precisamente por eso, me dije, por poder aspirar a ese sentimiento comunal, merecía la pena seguir escribiendo y leyendo.
Información del libro:
La escala de los mapas. Autora: Belén Gopegui. Editorial: Anagrama. Precio: 6,00€