Te arrastrarás sobre tu vientre
Por José Vaccaro Ruiz.
La postrera novela de este prolífico escritor, que cabe situar entre la crónica histórica, el género policíaco y el negro, viene a demostrar la difícil facilidad que tiene para dar con el tono adecuado al coser los personajes, la trama y género, adecuando la prosa, el vocabulario y el tempo a cada uno de esos tres géneros que transversalmente recorren la narración. Aparte de su talento reconocido como inventor de historias, diré que los renglones de su escritura están henchidos de una cualidad hoy en desuso e incluso vilipendiada por algunos, pero que es un valor necesario y apriorístico para los que manchamos de tinta la virginal blancura de la celulosa: el oficio, algo que se echa en falta en los tiempos convulsos que corremos. Y José Luis Muñoz lo posee en grado superlativo.
El mundo de la prostitución en la Barcelona del Tardofranquismo tiene un papel relevante en la novela de José Luis Muñoz, con una descripción sin prisas y sin pausas de la fauna y flora, la química y la física del barrio chino donde se desenvolvía, con parada y fonda en las pensiones por horas de la calle de Robadors o Las Tapias, los bares de alterne con juke-box en cuyos altavoces se oía a Antonio Machín cantar aquello de: “Camarera, camarera, tú eres la camarera de mi amor”, y los portales sin luz en donde por dos duros una vieja desdentada y legañosa ofertaba sus servicios a demanda. El escritor, con la adolescencia pasada en la Ciudad Condal como yo mismo, debió vivir en primera persona las visitas de ojeo que, saltándonos las clases de Matemáticas o Gramática –en mi caso las que impartían los escolapios de la calle de Balmes–, nos llevaba a los aspirantes a bachiller de entonces, Ramblas abajo, a conocer mundo llenando nuestros ojos de ligueros, regateras y visos festoneados de puntillas, colmando nuestra pituitaria de aroma a sobaco y entrepierna y nuestros oídos del regateo de cama y revolcón que se cruzaban cliente y ofertadora.
Es un placer leer ese ambiente de la pluma de un maestro como Muñoz cuando nos habla de la Sexta Flota, las faldas tubo y las clínicas de lavajes e irrigaciones. Los que conocimos aquello cerramos los ojos y lo vemos en Technicolor, Cinemascope y sonido estereofónico-magnético, y los que no, tienen el literario placer de descubrirlo a través del bisturí de cuatro filos y sin anestesia de su pluma.
En todas las historias de Muñoz la mujer es protagonista y casi siempre vencedora. La astucia, el saber esperar para clavar el veneno o el estoque, el dominio que ejerce sobre el otro sexo merced a las armas con que le ha dotado la sabia naturaleza –quiero decir la inteligencia, que nadie se confunda–, la lleva más pronto que tarde a conseguir los objetivos que se propone. Como ejemplo tenemos a la heroína de la novela, Perlita, un camaleón capaz de adaptarse y sacar provecho de cualquier circunstancia, aunque siempre con los pies en el suelo y moviendo los hilos de los supuestos machos dominantes que la rodean para hacerles bailar a su aire: Vázquez, el propio Gaspar Noriega… Y más que no desvelo.
Noriega, ese es el protagonista masculino. Un ex-boxeador que va escalando posiciones en el mundo del hampa, pasando de ser un matón tabernario a un white collar de las altas finanzas, un experto en la codicia y la ambición humanas. Las pinceladas con que Muñoz traza la corrupción del urbanismo son, aparte de reales, pedagógicas. Y lo dice un servidor que lo ha vivido muy de cerca. Un mundo donde se hace realidad la impagable sentencia del conde de Romanones: “A los amigos el culo, a los enemigos por el culo, y a los indiferentes la legalidad vigente.”
La segunda parte de la novela se mueve en el barrio de la Bonanova, la zona alta y rica de Barcelona donde tiene su asiento una clase que orbita en los grandes negocios, incluyendo los paraísos fiscales, los bocadillos de billetes de 500 euros y las papelinas de farlopa. Pero en el fondo no existe diferencia entre los especímenes humanos del norte y el sur, en unos y otros los siete pecados capitales campan a sus anchas.
Si todos los personajes, en el espacio temporal de varios años que contempla Te arrastrarás sobre tu vientre, sufren una evolución, el de Noriega es quizá el que más cambia, hasta el extremo de, en ciertos momentos, hacerle abrir y bajar la guardia para permitir a su oponente que le noquee con un crochet. Me ha recordado lo que un colombiano, uno de los internos del círculo de lectura de novela negra que con un amigo hemos montado en la Cárcel Modelo de Barcelona, me dijo que es el undécimo mandamiento de la Ley de Dios, un precepto que debe cumplirse a rajatabla si se quiere sobrevivir: No dar papaya. Es decir: no des ocasión al enemigo, vigila y estate atento porque en cualquier descuido ese enemigo puede matarte.
Información del libro:
Te arrastrarás sobre tu vientre. Autor: José Luis Muñoz. Editorial: El humo del escritor. Precio: 18,50€