Quevedo aquí y ahora con “La escuela de los vicios”
Por Horacio Otheguy Riveira
No importan los siglos que han pasado desde que el escritor desafiara a la clase dirigente española, la mayoría de aquellas tiranías y corruptelas siguen en pie, como si entre oligarcas y burgueses arrastraran también a los de “medio pelo” para confabularse en un abrumador abuso de poder. Un espectáculo con tres actores y un texto que divierte con su farsa y lastima con su dramática actualidad: “Poderoso caballero es don Dinero”.
En el siglo XVII, Francisco de Quevedo (1580.1645) criticó la tiranía del gran capital sobre una población muda y empobrecida; no se cortó un pelo frente a la barbarie de ministros, magistrados y banqueros con publicaciones que le llevaron a la cárcel y a la miseria. Cuatro siglos después, las cosas han cambiado, ya hay un puñado de politicastros y empresarios entre rejas y ningún autor detenido, como podría estarlo, por ejemplo, Moncho Borrajo, cuya versión es bastante más agresiva que ésta de ahora, Yo, Quevedo.
Sin embargo, el drama continúa y los versos del poeta siguen palpitando con furia, pues entre risas deambula un siniestro “todo-vale” que ha hecho carne en muchos ciudadanos que ven el despilfarro generalizado con inaudita complacencia, seguros de que “también nosotros haríamos lo mismo”.
He aquí a un diablo asexuado interpretado brillantemente, con gran energía, por Mayte Bona, quien paga a los asistentes a su Escuela de los vicios, para que aprendan a medrar sin escrúpulos. Muñoz y Mendoza son dos necios que se consideran muy cristianos, pero no obstante aceptan con el mayor cinismo asistir a las clases donde se les pagará para obtener las titulaciones de “bachiller en mentir, licenciatura en engañar, doctor en robar, y catedrático en medrar”.
Y se esmeran en aprender; aunque torpes son, además de bobos, rápidamente se entrometen en el negro universo donde es normal lo peor de toda convivencia, tan patente en la España del siglo XXI, donde hasta uno de los más respetados presidentes de una Comunidad da una rueda de prensa para confesar que ha llevado a un paraíso fiscal parte de su fortuna, mientras todo el mundo le pregunta: ¿y todo lo demás que también compromete a tu familia?
Así las cosas, Muñoz y Mendoza (Francisco Negro y Felipe Santiago, divertidos bufones de sí mismos) se entregan con entusiasmo a convertirse en lo peor para cualquier sociedad:
“Mal oficio es mentir, pero abrigado:
eso tiene de sastre la mentira,
que viste al que la dice;
y aun si aspira a puesto,
el mentiroso es bien premiado”.
Muchas son las perlas quevedescas que desfilan por escena con estos tres estupendos actores que ya han representado la función en larga gira española y extranjera, con parada y fonda en ciudades de Estados Unidos y México. Con dramaturgia y dirección de Francisco Negro, un trabajo notable que da fuerza a un clásico tan audaz y corajudo que ninguna compañía estatal se ha atrevido a poner en escena, y hablo de los teatros estatales y municipales, muy dados a jugar con los clásicos de la manera más elegante posible, cruzando la acera si por ahí ven venir a Francisco de Quevedo con su natural irreverencia:
Madre, yo al oro me humillo,
Él es mi amante y mi amado,
Pues de puro enamorado
Anda continuo amarillo.
Que pues doblón o sencillo
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.Nace en las Indias honrado,
Donde el mundo le acompaña;
Viene a morir en España,
Y es en Génova enterrado.
Y pues quien le trae al lado
Es hermoso, aunque sea fiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Compañía Morfeo Teatro, especializada en teatro clásico, volcada en la investigación, rescate de piezas poco conocidas en nuestros escenarios. Aportan una mirada renovada, actual, sobre una visión del mundo profunda, expresada con un lenguaje de gran riqueza.
Del 26 de julio al 31 de agosto de 2014.