Verso a verso, pared a pared

Por Pilar Martínez. Nuestra vida está llena de frases, palabras, versos…que viajan a través de ella hasta llegar a nosotros. Algunas de ellas, tal y como vinieron, se van. Sin embargo, otras nos calan tan hondo que se quedan con nosotros para siempre. En los últimos años hemos sido testigos del surgimiento de una nueva corriente que pugna por la unión del arte urbano junto a fragmentos de literatura de grandísima calidad. La popularmente denominada Acción poética ha conseguido hacerse un hueco no solo en las esquinas de nuestras ciudades, sino también en nuestro día a día. La fotografía con la que comenzamos esta nueva sección es un claro ejemplo de esta genial unión. Si dijera que esta frase pertenece a Ricardo Neftalí Reyes Basualto, quizá la mayoría de los lectores no sabrían a quién me refiero. Pero si transformamos este nombre por el de Pablo Neruda, tal y como él hizo, la cosa empieza a cambiar, pues todos en algún momento hemos oído hablar de este genio de la literatura. Pablo Neruda nació en Chile en 1904 y a pesar de su muerte en el año 1973 no dejó de cosechar éxitos hasta la actualidad. La vida del que para muchos es la máxima representación de la poesía latinoamericana del siglo XX estuvo siempre marcada por su activa participación en política, llevándole a comprometerse y participar en algunos hechos de gran relevancia -como la guerra civil española-, y que le llevaron a exiliarse en 1949, llegando a vivir meses en la clandestinidad. Además, se convertiría en miembro del comité central del Partido Comunista, precandidato a la presidencia de su país y embajador de Francia, mostrándose así como activista político de gran importancia. Pero si algo ha supuesto la fama de Pablo Neruda han sido sus magníficas obras literarias, entre las que destaca su libro más famoso y aclamado 20 poemas de amor y una canción desesperada, obra publicada en 1924, perteneciente a su edad más temprana y que debido a ello sigue guardando ciertos rasgos modernistas. Su obra posterior, no obstante, es de carácter más experimental y vanguardista. A dicha obra pertenece el verso protagonista de este artículo, concretamente al poema número XIV que de manera conjunta a otras piezas forman este maravilloso libro. Su obra no solo quedó sembrada en el imaginario latinoamericano, sino que influyó a diversos escritores como por ejemplo Jaime Sabines. Comenzó a publicar en 1917, utilizando el seudónimo de Pablo Neruda por primera vez en 1921, intentando evitar así problemas con su padre por haber elegido el camino de la poesía. Si bien Neruda nunca aclaró el origen de su nombre artístico, nunca desmintió, e incluso apoyó, la conjetura de que lo habría escogido en honor al escritor checo Jan Neruda. Son muchos los regalos que en forma de versos y escritos nos ha dejado Pablo Neruda. Tantos que hasta los diferentes premios que el escritor recibió, como el Premio Nobel en 1971, solo servirían para agradecérselo una mínima parte. En torno a 25 publicaciones póstumas completan la excepcional obra de Neruda. Una obra en la que su alma y toda su vida se encuentran presentes. Pero si de algo estuvo caracterizada su vida y el propio Neruda fue por su gran amor hacia el arte de la literatura y su lucha comprometida con varias causas. A lo largo de ella forjó amistades con escritores de renombre como el fusilado García Lorca, al que tras su muerte incluso le dedicó uno de sus poemas.

                               «Si pudiera llorar el miedo en una casa sola,

                                   si pudiera sacarme los ojos y comérmelos,

                                     lo haría por tu voz de naranjo enlutado

                                     y por tu poesía que sale dando gritos».

  Amor, aventura y pasión quizá serían los adjetivos que mejor describen la vida de este grandioso escritor. Una vida llena de arte, lucha y compromiso. La vida del que García Márquez bautizó como «el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma».