Jorge Riechmann a propósito de «Ahí es nada», nuevos ensayos sobre el mundo y la poesía y el mundo
«Por más páginas que acumule, nunca diré la verdad. Por más poemas que intente, no atinaré con el nombre exacto de las cosas. No soy uno de esos niños tocados por el ala de un ángel rimbaudiano, ni una de esas doncellas suicidas cuyo verso definitivo coincide con la última exhalación desesperada de la cabeza dentro del horno de gas. Sé que soy de los que buscan, no de los que logran».
Jorge Riechmann (Madrid, 1962) es poeta, traductor literario, ensayista y profesor titular de filosofía moral en la Universidad Autónoma de Madrid. Dos extensos tramos de su poesía están reunidos en Futuralgia (poesía 1979 a 2000, 2011) y Entreser (poesía 1993 a 2007, 2013). Otros libros de poemas son Ahí te quiero ver ( 2005), Conversaciones entre alquimistas (2007), Pablo Neruda y una familia de lobos (2010), El común de los mortales (2011) y Poemas Lisiados (2011). Es autor de una treintena de ensayos (en solitario o en colaboración) sobre cuestiones de ecología política y pensamiento ecológico. Su reflexión reciente sobre poesía (en un contexto de crisis ecológico-social) se ha plasmado en Fracasar mejor (2013), El siglo de la gran Prueba (2013) y Ahí es nada (2014). Ha traducido extensamente a poetas como René Char y dramaturgos como Heiner Müller. Escribe regularmente en su blog (tratarde.org).
Ahí es nada. Jorge Riechmann. Ediciones El Gallo de Oro, 2014. 178 páginas.
Ahí, el lugar en el que somos. El poeta y ensayista reflexiona en su nuevo trabajo sobre la idea de “ahí” y lo que ello nos supone, la diferencia entre estar o no estar. Un argumento reflejado en sus últimas creaciones que redunda en la esencia real del ser humano, casi en su propia definición como persona. Para ello bebe de fuentes clásicas y contemporáneas, además de exponer sus propias teorías sobre las que ya ha escrito en poemarios anteriores.
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P.- Nuevos ensayos sobre el mundo y la poesía y el mundo. ¿La poesía como camino para hacer especial o extraordinario el mundo?
El mundo, los mundos donde vivimos (y que nosotros/as modificamos, construimos, reconstruimos y también destruimos) ya son lo suficientemente extraordinarios como para necesitar demasiados añadidos en esa dirección… Basta con contemplar algo con atención durante un rato, tratando de poner fuera de juego algunos automatismos perceptivos e intelectuales, para quedarnos pasmados ante lo que descubrimos. Ésa es una de las dimensiones de lo que en las páginas iniciales de este libro llamo el ahí.
P.- Meditaciones o reflexiones sobre muchas cuestiones del mundo y la poesía pero agrupadas en forma de ensayo fragmentario. ¿Cuándo, cómo y por qué se te ocurrió escribir este libro?
Siempre llevo conmigo un cuaderno de trabajo donde voy anotando reflexiones, impresiones, citas, comentarios, sucesos, encadenamientos de ideas… (Una parte de ese trabajo desemboca en mi blog “Tratar de comprender, tratar de ayudar”, http://tratarde.org/ ). A menudo eso cristaliza en lo que llamas ensayos fragmentarios, después de un tiempo suficiente de sedimentación: ahí las reflexiones sobre el ahí, o la meditación en torno a los milagros (en sentido laico: la irrupción de lo nuevo e inesperado en la historia humana). Los textos que componen este libro están escritos, si no me equivoco, entre 1999 y 2013: un recorrido de casi tres lustros.
P.- Jorge Riechmann es un hombre y escritor comprometido. ¿Es indispensable hoy día el compromiso con nuestro mundo para apreciar realmente su valor?
“Comprometerse y no aceptar compromisos” es una fórmula que empleo desde hace tiempo… Tenemos nuestra muerte, tenemos nuestra pobreza y tenemos nuestro autoengaño. Con esos difíciles mimbres –contra esos problemáticos mimbres— deberíamos ser capaces de construir buenos cestos: una vida buena y un mundo habitable. Para hacerlo, nos queda el humor. Nos queda el amor (amor como eros y amor como cáritas). Nos queda la piedad. Y nos queda la rebelión –sí, nos queda la lucha…
P.- ¿Ahí, o la poesía como forma de ver el mundo, de preguntarse sobre él, de relacionarse con él, de solidarizarse con él?
Los poemas no cambien el mundo, pensaba Paul Celan, pero transforman nuestro estar en el mundo. Esto recuerda la fórmula de Paulo Freire: la educación no cambia el mundo, pero puede cambiar a las personas que pueden transformar el mundo. Y mi analogía: la poesía no cambia el mundo, pero puede ayudar a cambiar a las personas que pueden transformar el mundo. Dos fragmentos de Ahí es nada:
Del lado de la vida, no hay intercambios iguales. Uno da siempre más de lo que recibe o recibe más de lo que da. Las cosas son todas diferentes y todas buenas, como se exaltaba Walt Whitman; por eso quedamos remitidos al ahí.
¿Qué nos enseña la poesía? La presencia del mundo –su ahí–, la multiplicidad del mundo, la inagotable riqueza del mundo. Ahí es nada. Ahí te quiero ver.
P.- ¿Son tus reflexiones, al igual que la poesía, una manera de espantar la soledad?
No sé si lo pensaría en esos términos… Cierta clase de soledad (en forma de distancia reflexiva, por ejemplo; o de silencio frente a los mareantes niveles de ruido que nos abruma) es absolutamente necesaria. Lo interesante es encontrar formas de equilibrio entre soledad y compañía, entre soledad y comunión, entre soledad y trabajo compartido. Copio cuatro fragmentos de Ahí es nada:
La poesía no es literatura, nos advirtió Juan Ramón Jiménez –“no somos literatos, somos poetas”, insistía Raúl Gustavo Aguirre; “la poesía no es literatura”, nos recuerda Antonio Gamoneda— porque su centro, muy visible a veces, otras más secreto, es siempre el silencio. La poesía no es literatura.
No la palabra elocuente, sino la palabra precisa y la palabra reveladora y la palabra verdadera. Desde Rimbaud, por lo menos, sabemos eso: y de ese escalón no podemos ya bajar.
Después de aprender a hablar, aún hay que aprender a balbucear. No se llega a poeta sin tener conciencia de esto.
“Tantos nombres que no existen para decir el silencio”, musita el poeta Herberto Helder.
P.- ¿Hoy día más que nunca se hace necesario indagar en las realidades particulares que se ocultan tras la realidad convencionalmente aceptada?
Completamente de acuerdo. Lo que me asombra y me angustia es la profundidad con que la cultura dominante se ha convertido en denegadora y nihilista. Vivimos –como sociedad– ciegos para lo que ocurre extramuros de la ciudad, si se me permite la imagen: ciegos a ese nivel básico de la crisis civilizatoria actual que es el metabolismo ecológico-social.
A lo más que llegamos, y parece que sólo haciendo esfuerzos sobrehumanos, es a pelear contra la injusticia intramuros… Decía hace poco nuestro compañero Miguel Urbán (un activista de peso en PODEMOS y en Izquierda Anticapitalista) que se trata de intentar echarles (echar a la casta), “entendiendo casta como ese 1% que decide por el 99%, corrompe y se enriquece”. El compañero brasileño Chico Whitaker, uno de los fundadores del Foro Social Mundial de Porto Alegre (desde 2001), precisaría: “No creo que esto sea una batalla del 99% contra el 1% de los poderosos, como defendía Occupy Wall Street. Es una lucha del 1% de críticos para que el 98% despierte y combatamos juntos al otro 1% que dirige el sistema” (entrevista a Chico Whitaker en El País, 13 de mayo de 2005). En lo que hace a metabolismo ecológico-social, el 98% sigue sin despertar… Y no quiere hacerlo, de hecho, porque no son buenas noticias, y resulta difícil ilusionarse con semejantes perspectivas.
Ese vivir ciegos a lo que ocurre extramuros de la ciudad (un ecocidio que conducirá a un genocidio humano, porque somos Interdependientes y ecodependientes– así titulé un libro publicado en 2012) todavía se ha agravado más, en los últimos dos decenios, a medida que a) se consolidaba la cultura neoliberal de la mercancía y b) nos íbamos recluyendo crecientemente en la ciberciudad o “tercer entorno”, como le gusta decir a Javier Echeverría. La cultura dominante es naturófoba, tecnólatra y mercadólatra: favorece la clase de ceguera a la que antes me refería.
P.- Te vales de citas y pensamientos de otros autores para entrar de lleno en tu propia reflexión. Destácame algunos concretos que hayan sido significativos para este libro.
Me gustaría mencionar a Miguel Romero “Moro”, el editor de la revista Viento Sur que murió prematuramente a comienzos de 2014 (después de pelear durante largos años contra un cáncer), y a quien dedico el libro, llamándole “maestro en saberes, maestro en luchas, maestro en búsquedas” –lo que en verdad fue, para mí y para mucha más gente (desde apuestas políticas como la Liga Comunista Revolucionaria, Espacio Alternativo e Izquierda Anticapitalista). Las lectoras y lectores interesados hallarán análisis de su vida y obra en el número 133 de la revista que él fundó: http://vientosur.info/IMG/pdf/VS133_J_M_Antentas_Revolucionario_irreductible_M_Romero.pdf
Por lo demás, autores muy presentes para mí en el tejido de experiencia y reflexión desde el que está escrito Ahí es nada son René Char, John Berger, Paco Fernández Buey, Manuel Sacristán, Pier Paolo Pasolini, Bertolt Brecht…
P.- Dibújame un poema que pueda ser adecuada rúbrica para Ahí.
Ahí van unos versos:
1 Me atraen las cimas de las montañas//no las cúspides de las pirámides// Frente al sueño del superhombre// la comunidad de los lisiados// 2 Llegar a darnos cuenta/ de lo que damos por sabido/ son más de las nueve/ décimas partes del conocimiento// 3 Estar a la altura del amor de los que aman/ y del dolor de los que sufren:// no traicionar eso// No haría falta más precepto ético/ para vivir con dignidad/ sobre esta Tierra
P.- ¿Qué nuevos proyectos tienes en mente?
Si hablamos de proyectos literarios, se publicó hace poco un libro mío con más anotaciones y reflexiones fragmentarias, Fracasar mejor (Olifante); también un libro de poemas, Historias del señor W. (Eds. de la Baragaña); y estoy trabajando en un nuevo poemario –Himnos craquelados— que posiblemente publicará en su momento Calambur.
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Por Benito Garrido.
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Es curioso como podemos coincidir Riechmann ( un espléndido escritor ) y yo en tantas cosas… y disentir en algo tan importante como aceptar o no la frase de Gamoneda de que la Poesía no es Literatura, que a mí siempre me ha parecido una «boutade». Siento disentir… en este punto. La Poesía es un género literario, grande, intenso, inmenso. Es, precisamente, la quintaesencia de la Literatura. Hablo de la buena poesía, de aquella que sugiere a través de la palabra ( no concibo el poema sin ella, aunque coincido con Jorge en el valor del silencio como elemento necesario para sentir y pensar más allá de los lugares comunes, y como marco fundamental del pensamiento )… Por lo demás, magnífica entrada, magnífica entrevista a un autor que es capaz de plantear que el lenguaje es siempre vehículo de conocimiento. Y luego está la actitud… sí, «comprometerse y no aceptar compromisos» es un gran principio para escribir y tratar de acercarse a la necesaria libertad y a la búsqueda personal del ser en uno mismo. Si la escritura es un modo de conformar la identidad, la escritura de Jorge Riechmann la delimita y expande como en pocos escritores actuales. Gracias, Benito Garrido, por acercarnos a su habitación interior propia.
Emilio, toda una experiencia de aprendizaje y reflexión la lectura de Riechmann. No lo dudes.
Gracias por tus sinceras palabras.
Benito.