Tales of Old Gran Daddy, de Marcus Hook Roll Band. Los hermanos Young antes de AC/DC
Por Kepa Arbizu.
Todo tiene un principio, unos orígenes, y lo que hoy suena a clásico o establecido tuvo un primer paso, su semilla. Marcus Hook Roll Band desempeña esa misión en el libro de la historia del rock. Aunque el nombre del grupo probablemente a una mayoría no le transmita demasiada información, quizás sí lo haga echar un vistazo a su formación. En ella nos encontramos con los hermanos Angus, Malcolm y George Young, además de con Harry Vanda. Es decir, la columna vertebral de lo que sería posteriormente AC/DC junto a integrantes provenientes de los no menos relevantes The Easybeats.
“Tales of Old Grand Daddy” fue el primer y único disco que publicaron y que ahora, en un ejercicio de casi espeleología rockera, sale reeditado con los pertinentes añadidos. En estos casos, casi tiene mayor relevancia que el propio contenido artístico en sí su carácter genealógico. Una situación que tampoco puede obviar el interés musical que desprende este trabajo, donde se observa un espíritu desenfadado e iconoclasta que entronca muy bien con el desarrollo de las propias sesiones de grabación, en las que según se cuenta corrieron ingentes cantidades de alcohol.
La variable temporal referente al disco es realmente importante y significativo. Por un lado hay que hacer mención a que fue grabado en 1973, lo que le dota de ese espíritu propio de la época, consistente en servirse de las raíces del rock pero con un espíritu empeñado en escudriñar diferentes formas de plasmarlas. A eso hay que añadirle que se da cita en sus filas la mezcla entre savia nueva, poco más de un año después darían forma al primer disco de AC/DC Malcolm y Angus, este incluso menor de edad por entonces, y una relativa veteranía en manos de su hermano George y de Harry Vanda, llegados de los exitosos The Easybeats.
Un buen número de temas de este “Tales of Old Gran Daddy” tendrán su base en el rock americano clásico más musculoso, a lo Humble Pie, con representaciones ortodoxas como la de “Goodbye Jane”, pero al que sin embargo decorarán con elementos de lo más diversos en otras ocasiones . Por ejemplo en “Can’t Stand the Heat” se apoyarán en el saxofón, interpretado por otro Young (Alex), para imprimir un toque funky. Pero sobre todo llama la atención la aparición de la sombra de lo que será el patrón dominador de AC/DC: esos riffs característicos y estribillos rotundos y coreables. Esos mismos que se hacen muy patentes en la sensual “Quick Reaction” , imbuida por el rhythm and blues, o en la menos áspera pero pegadiza, y todavía más cercana al espíritu de los míticos australianos, “Natural Man”.
En esa amalgama de sabores que recolecta este disco tiene una significación especial el glam, visible de forma ostensible en la robusta y delicada a partes iguales “Red Revolution” o en “Watch Her Do it Now”. La omnipresente influencia de la música negra toma su representación más obvia en “People and the Power” o en “Moonshine Blues”, en las que se pueden ver reflejos que abarcan desde Sly & the Family Stone a Creedence Clearwater Revival. Otro nombre que evocan algunas de las composiciones es el de los Rolling Stones, y además desde varias de sus vertientes: ya sea el rock and roll más chulesco (“Shot in the Head”), el deje sureño (“One of These Days”) o el folk-country de “Ride Baby Ride”, estos dos últimos temas inéditos que presenta la reedición. Y como no podía ser menos, también hay espacio para bajar las revoluciones y tirar de creaciones más lentas, donde el piano tomará una presencia prioritaria. Ahí están por ejemplo “Silver Shoes”, que en su tono épico recuerda a Led Zeppelín, o la algo más emotiva “Cry for Me”.
Dejando de lado la importancia histórica del disco/grupo, que no es poco ser antecedente de una de las bandas más grandes de rock, es obvio que en él se dan cita una serie de talentos, unos en ciernes otros confirmados, que se comportan de forma desinhibida y sin ningún tipo de cortapisa a la hora de saltar y mezclar estilos, dando forma a un trabajo realmente interesante en sí mismo y que marcó un punto de partida que luego ya sabemos el desenlace brillante que tuvo.
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