Mitos del Pop: la paradoja de los contestatarios del arte
Por Lara Marchante.
Museo Thyssen-Bornemisza, Paseo del Prado, n.8
De martes a domingo, de 10:00 a 19:00 h. Los sábados la exposición permanecerá abierta hasta las 21:00. Lunes cerrado.
Hasta el 14 de septiembre.
El Museo Thyssen ignora los complejos del pseudointelectualismo actual hacia la cultura mainstream en su última exposición temporal “Mitos del Pop”, la primera exhibición del siglo XXI en la capital que aborda el arte pop a través de una mirada globalizadora desde sus orígenes. Hasta el 14 de septiembre, el visitante podrá contemplar bodegones con coca-colas, icónicas latas de sopa de tomate y los retratos de estrellas del celuloide que definieron un importante periodo del siglo XX.
Alrededor de un centenar de obras de distinta naturaleza rinden un meditado homenaje al que está considerado como uno de los movimientos más liberadores de la historia del arte. Su fascinación por el presente, los objetos de la vida cotidiana y la visión del arte en términos de consumo está fuertemente determinada por el auge de los medios de comunicación de masas, pero también por la herencia simbólica cultural y plástica del mundo occidental. Es precisamente en esta musa más desconocida en la que se centra la muestra.
Aunque la egolatría manifiesta de este modelo artístico parte del cuestionamiento de los autores de su campo de trabajo, no cabe duda del respeto y admiración por todos los movimientos anteriores, con la copia de sus técnicas y temáticas. El empleo del collage (cubismo), el uso de las palabras como elementos protagonistas de las pinturas (surrealismo) o la evocación de un estado a través de los colores (expresionismo) son algunos de los ejemplos metodológicos de cómo la ruptura vaticinada y reprobada por los críticos de la época no fue tal.
El viejo arte inspiró al nuevo y lo dotó también de imágenes, como demuestra la selección de esta exposición. Bajo unas nuevas perspectivas, colores y/o formatos se adaptan los géneros menores de la pintura (como en Naturaleza muerta n. 34, de Tom Wesselmann), las obras más elogiadas y reconocidas de nuestro pasado pictórico (como La Salita en el que Equipo Crónica reversiona Las Meninas), así como múltiples escenas de la mitología clásica, una de las fuentes de inspiración más importantes y constantes a lo largo de la historia occidental (El mito de Narciso en Look Mickey, de Roy Lichtenstein).
No obstante, esta profunda reflexión también les conducirá a ver en lo nimio y efímero de la sociedad contemporánea un material digno de museo, principal crítica y seña de identidad de los jóvenes creadores pertenecientes al pop. Las barreras de la alta y baja cultura desaparecieron con esta vuelta de tuerca, con la que buscaban una revisión del arte a través de objetos, personajes y técnicas que hasta ahora estaban al margen de la contemplación.
A la herencia anterior se suman, dentro de esta antología, las obras que encarnan las características genuinas de este arte, sumamente reivindicativo. Su valoración y culto a la estética de los elementos con los que el ciudadano medio estaba en contacto en su día a día quedan claramente reflejados en la exposición: las viñetas de cómic de grandes dimensiones (), la importancia del erotismo y diseño de marca propios de la publicidad (Mujer en el baño, de Lichtenstein, o Coca Cola (Tutto), de Mario Schifano) personajes y noticias de actualidad (Retroactivo II, de Robert Rauschenberg) y el método para colorear dibujos ben day, basado en la tecnología que los periódicos utilizaban para imprimir sus fotografías.
Los que visiten esta nueva gran apuesta del Thyssen podrán comprender que el arte pop va más allá de lo superfluo y pintoresco. Porque este movimiento destacó por su intención e ir más allá de lo anecdótico, el museo nos brinda la oportunidad de familiarizarnos con lo que se esconde tras cada símbolo y concepción. No hay que olvidar que Andy Warhol, el autor que encantado nos auguró a todos unos fugaces 15 minutos de fama mundial, fue el mismo que dijo: “La idea no es vivir para siempre, es crear algo que sí lo haga”.
Panda de intelectualoides, esto lo hace mi nuera con las manos atadas a la espalda, y eso que la pelandrusca esa no sirve ni para hacer pinceles con ese pelo como de cerdas de crin de caballo que tiene. Vaya piara de aprovechaos que me llenan el museo con sus cutreces que parecen recortables de niños de parvulario. Qué poco glamour, a mi que me traigan cosas así antiguas, con señoras en porretas y paisajes ingleses de esos pa decorar el salón. Porque me saco unos eurillos con los paletos que vienen a ver estas mierdas, que si no no pasábais del felpudo del museo. Horteras!