«Fuego y cenizas». Éxito y fracaso en política por Michael Ignatieff
«Cuanto más tiempo dejes sin contestar un ataque, más dañino será, y si rechazas otorgar dignidad a los ataques a través de una respuesta, ello implica que te has dado por vencido. La dignidad no tiene ningún papel. Si no te defiendes, la gente piensa que eres culpable de aquello por lo que se te acusa o que eres demasiado débil para luchar. Después de todo, si no te enfrentas por ti mismo tampoco te enfrentarás por ellos. Esta es la forma en que pierdes tu derecho a ser escuchado ante tus votantes».
Actualidad editorial:
Fuego y cenizas. Éxito y fracaso en política recoge las conclusiones de la experiencia de un reconocido intelectual que se convirtió en político de primera línea en Canadá. En 2004, el panorama del Partido Liberal canadiense era pesimista. Aunque Paul Martin había renovado legislatura como presidente (el partido llevaba 13 años en el poder), el desgaste por las luchas internas era crítico y la oposición mantenía una postura agresiva después de los escándalos financieros de Quebec. Fue entonces cuando «Los Hombres de Negro», un grupo de reclutadores, llamaron a la puerta del canadiense Michael Ignatieff, escritor, comunicador y catedrático en Estados Unidos. Lo que le proponían era, según sus propias palabras, «subir a un barco que navegaba directo hacia las rocas», es decir: regresar a su país y presentarse como candidato del partido. Buscaban una cara nueva que pudiera asear el Partido Liberal.
Fue el comienzo de la fascinante pero desafortunada vida política de Ignatieff, que llegaría rápidamente a la cumbre de la oposición para caer desde allí sin alcanzar la presidencia. A Ignatieff, que se había divorciado de la política a los 21 años, cuando emigró a Estados Unidos, lo proponían como la salvación de un partido en crisis. Llegaría a su país con varias lacras: se le tenía equivocadamente por un defensor de Bush (por una interpretación superficial de su libro El mal menor), era percibido casi como un visitante descastado por haber vivido treinta años en EEUU, y era fácil achacarle poca experiencia en política pese a sus abrumadores conocimientos teóricos. Ignatieff era un ciudadano, y pronto se las vería con el mundo de la política, tras un salto vertiginoso.
«Lo que aprendes de tus propios errores es que la política es un juego con las palabras, pero no es el Scrabble. Nadie que entra en política por primera vez está preparado para este nivel de enemistad. Cada palabra que pronuncias se convierte en una oportunidad para que tus adversarios contraataquen. Es inevitable que te lo tomes como algo personal, y este es tu primer error. Debes aprender lo que hace tiempo que saben los que llevan ahí toda la vida, con el conocimiento que dan los años de experiencia: nunca es algo personal. Es el negocio».
La experiencia política de Ignatieff, recogida en este libro, comprende el tiempo desde su regreso a Canadá hasta que, siendo líder de su partido, pierde unas elecciones y se retira. A lo largo de esos años se articulan los capítulos, que hablan de las capacidades y las carencias de los políticos profesionales, de la limpieza y la vileza del juego parlamentario y de la gran diferencia entre la postura del ciudadano y la del político. Ignatieff escribe desde una posición privilegiada, fecunda en ideas teóricas, combinada con la experiencia más personal y descarnada.
Como una valiosa hoja de ruta para futuros políticos, este libro es un alegato por la ciudadanía y su derecho a sentirse representada, una crítica sin medias tintas al enrarecimiento parlamentario y una honrada humanización del político en una época en que nuestros representantes a menudo nos parecen seres arrogantes de otra galaxia. Fuego y cenizas es una inmersión en la salvaje vida política moderna, y una contribución esencial al debate sobre la participación en ella. ¿Está justificada la pérdida de la fe en la política democrática? ¿Hacen bien en conservarla los idealistas? En un momento en que la ciudadanía reclama con fuerza transparencia y ética, Ignatieff refleja la política como una materia cruel, impredecible e implacable, pero ofrece argumentos para que sigamos creyendo.
«Un buen político tiene que entender la magnitud de la brecha entre los partidos, tiene que apreciar que, fuera de los pasillos del Congreso o del Parlamento, la mayoría de la gente contempla el espectáculo de la lucha política con una mezcla de disgusto y alarma, que rápidamente se convierte en indiferencia. […] La Cámara de los Comunes puede ser la casa del pueblo, pero el pueblo no está muy interesado en lo que sucede allí».
Michael Ignatieff (Toronto, 1947) es autor de obras como El honor del guerrero (1999) e Isaiah Berlin. Su vida (1999), y ha presentado varios prestigiosos programas de televisión. Dirigió el centro Carr para los Derechos Humanos de la Universidad de Harvard. Fue líder del Partido Liberal de Canadá y de la Oposición Oficial entre 2008 y 2011.
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Fuego y cenizas. Michael Ignatieff. Editorial Taurus, 2014. 256 páginas. 19,00 €