José Luis Moreno Malagón: «si somos capaces de reírnos de nuestros dirigentes, a lo mejor somos capaces de reírnos de nosotros mismos que es algo que nos haría mucha falta en este momento»
Por Sara Roma
Qué ocurriría si Rajoy y Rubalcaba tuvieran necesariamente que compartir un espacio diminuto y mísero durante semanas. ¿Hablarían de sus cosas? ¿Acabarían por entenderse? ¿O quizás ya estaban de acuerdo en la mayoría de sus asuntos? Pero, lo más importante: ¿sería alguien capaz de de idear tan descabellada acción? Todos estos interrogantes son los que plantea José Luis Moreno Malagón en su segunda novela, una divertida comedia con tintes políticos, titulada El caso del secuestro de Rajoy y Rubalcaba (Ediciones oblicuas, 2014).
Hace justo un año presentabas tu novela, Irlanda dónde estás y ahora regresas de nuevo a la narrativa. ¿Cómo se puede ser tan prolífico literariamente hablando?
Pues porque tengo mucho tiempo. No hace mucho que me jubilé y el tiempo que tengo lo estoy dedicando a todo aquello que quise hacer en mi vida y no pude porque el trabajo no me dejaba.
Y entre esas cosas está, por supuesto, la literatura. El planteamiento de tu novela es qué pasaría de Rajoy Rubalcaba tuvieran que compartir un espacio diminuto y mísero durante semanas. ¿Hablarían de sus cosas, acabarían por entenderse o quizás ya estaban de acuerdo en la mayoría de esos asuntos? Estos son algunos de los interrogantes que se plantean en esta descabellada acción de El caso del secuestro de Rajoy y Rubalcaba. ¿Cómo se te ocurrió esta trama?
La idea inicial no fue mía, sino de mi mujer Carmen. Un día paseando por la playa yo le comentaba que me gustaría escribir algo sobre lo que estaba sucediendo en España y ella me propuso que escribiera una novela en la que secuestrara a un político. La idea me pareció genial y estaba claro que el político tenía que ser Rajoy.
Pero para que no estuviese solo decidiste que le acompañara Rubalcaba, su adversario.
Bueno, Rubalcaba se me metió entre medias. Ya había empezado la novela había cogido un zulo pequeñito pero Rubalcaba salió al paso y me dije: “para qué voy a hacer el zulo mayor, ellos que nos han metido en una espiral de recortes y estreches que prueben un poco de su propia medicina”.
Lo fácil hubiera sido caer en la crítica burda y en el reproche social y político. Sin embargo, me ha llamado la atención porque tratas tanto a Rajoy como a Rubalcaba desde un aspecto humano.
Sí, mira es que para esas diferencias entre ellos ya tenemos la campaña electoral para qué vamos a gastar papel en el tema. Entonces, yo he querido resaltar el aspecto humano de estas dos personas que, aunque nos parezca mentira, seguro que lo tienen. Seguro que en la intimidad son personas normales, con su familia, sus hobbies, sus vicios…
En la novela también juega un papel importante el Grupo Revolucionario de los Luchadores por un nuevo Mundo, son de todo tiempo de pelaje y condición social: un exgrapo, un policía corrupto, una pija… ¿Cómo ha sido la recreación de estos personajes?
Yo quería introducir un poco de idealismo en la novela. Un hombre como Lucas, el protagonista, que había pertenecido al Grapo pero que mantenía sus ideales. También una mujer que había pertenecido a ETA y se había salido de ella desilusionada porque al principio los ideales de la banda —estemos o no de acuerdo con ellos— eran bastante puros, pero últimamente se estaban dedicando a ser una banda de delincuentes cuya única motivación era vivir del cuento. Ambos son dos personajes muy idealistas con los motivos para abordar la novela desde este punto de vista. Luego, me faltaban algunos personajes histriónicos. No quería meter a un personaje normal, sino a uno al que hubieran echado. Por último, la niña pija madrileña que es la esposa de un funcionario del gobierno, del asesor de Soraya Sáenz de Santamaría.
La novela se construye mediante dos tiempos paralelos. Por un lado la narración de los secuestradores, y por otro la de los secuestrados en el zulo. ¿Cuál fue la que más trabajo o tiempo te llevó?
Los capítulos impares que narran día a día lo que ocurre en el zulo, fueron fluyendo fácilmente porque hay mucha información. Esa es también la parte más humorística de la novela porque les obligo por narices a que hablen, a que se entiendan y se conozcan (porque si lo hubiesen hecho en la realidad, nos iría mejor a todos). Por otra parte, los capítulos pares recrean el momento desde que se construye la banda e idean cómo secuestrar a los líderes políticos. Esta parte ya tiene tintes policiacos y de novela negra.
Sin embargo, los capítulos dedicados a Rajoy y Rubalcaba son mucho más dinámicos, ágiles y amenos, sobre todo porque abundan los diálogos, en oposición a la narración de los hechos y la descripción que forma para de los otros capítulos. ¿Dónde te has sentido más cómo escribiendo?
En las dos partes, pero tal vez en lo que ocurre en el zulo me he sentido más cómodo porque, aunque no les ofendo ni les insulto en ningún momento, les obligo a pasar situaciones extremas y ridículas. Con ellos me he reído mucho. Pienso que en este país si somos capaces de reírnos de nuestros dirigentes, a lo mejor somos capaces de reírnos de nosotros mismos que es algo que nos haría mucha falta en este momento.
¿Qué pretendes con esta novela: ofrecer un mensaje moral, social o simplemente pasar un buen rato? ¿Qué quieres que se lleven los lectores?
El trasfondo es una denuncia social un poco solapada. He metido mucha ideología del 15-M y de cosas que pienso que en la calle se están gritando y me he atrevido a ponerlas sobre un papel. Creo que la gente está pidiendo un cambio, y eso es lo que he hecho en la novela. La gente que ha leído la novela han disfrutado con lo que pasa en el zulo y el final no les ha defraudado, aunque hay división de opiniones. El final es el de una España utópica.