Ángela Armero a propósito de “Oliver y Max”, su último trabajo
«En mi casa no nos caen bien los franceses. Ni los británicos, ni los rusos (la abuela dice que son todos unos salvajes), ni por supuesto los judíos. En mi edificio vivía una familia judía y ya no está. Mamá me dijo que otros vecinos los habían delatado a la policía. A ella le dio mucha pena, pero mi padre dijo que si se los habían llevado era porque algo habrían hecho.»
Diplomada en guión por la ECAM, Ángela Armero lleva más de una década escribiendo para cine y televisión. Guionista de series como Hospital Central, MIR, Ciega a citas, Galerías Vélvet, ha coescrito el largometraje El diario de Carlota (2010). También ha escrito y dirigido los cortos La Aventura de Rosa (2008) y Entrevista (2011), ambos premiados en distintos certámenes. La primera incursión de Armero en la literatura fue la novela infantil Alexandra y las siete pruebas (2012). Además imparte clases en la ECAM y en la escuela creativa Hotel Kafka, y colabora con diversos medios de comunicación.
Oliver y Max. Ángela Armero. Editorial Nube de Tinta, 2014. 224 páginas. 14,95 €
A sus ocho años, Oliver no recuerda otra cosa que el ruido de las sirenas y el zumbido de los aviones sobrevolando el cielo de un Berlín devastado. Su madre trabaja como enfermera y se muestra cada vez más crítica con el régimen, mientras que su padre, Max, es cocinero del Reich y parece no advertir la magnitud del horror nazi. Una tarde, cuando Oliver y su madre regresan a casa, una explosión divide irremediablemente sus destinos… Inspirada por las salvajes prácticas del programa Aktion t4 –concebido para eliminar a enfermos incurables, niños con taras o adultos improductivos–, Oliver y Max es una conmovedora historia que sitúa al lector en una época oscura. Habla del amor fraternal entre padre e hijo, pero también, de la capacidad de amar y redimirse que tiene el ser humano, que en los peores momentos, es capaz de dar lo mejor de sí mismo.
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P.- ¿Por qué enfocaste una historia con una temática tan dura y terrible hacia la literatura juvenil más crossover?
Fue más que una idea previa, una pulsión. El programa Aktion t4, aparte de eliminar aquellas personas que consideraban inservibles para trabajar (basándose en la pureza de raza), también implicaba ejecutar a niños con taras o enfermedades. Pues bien, cuando investigaba ese programa descubrí que a los niños se les iba a recoger en unos autobuses grises sin ventanas desde los que no se podía ver nada, y con unas promesas de regalos, juguetes y amistades… Me pareció una reformulación de los cuentos que nos contaban nuestros padres pero moderno, un cuento gótico de terror con la salvedad de que realmente ocurrió. De ahí que me lo planteara como una historia terrible y cruel enfocada a los más jóvenes.
P.- Todo arranca siguiendo un poco la línea de Hansel y Gretel, pero reforzando las crueldades que arrastra la guerra.
Buscaba edificar un puzzle que se completase en la cabeza del lector. Al mismo tiempo era realista con el punto de vista del niño, al que nunca le dicen que le abandonan por alguna razón concreta. Eso hace que todo se vea de manera más tremenda, pues en el fondo, Oliver no sabe por qué está viviendo todo aquello. Por otro lado, mi primera voluntad era la de intentar entender a aquella gente y sus abominables actos… pero después de haber leído mucho sobre el tema, sigo sin entenderlos. Es la sin razón, la terrible fascinación por no poder entender aquello. El punto de vista del padre y su evolución simbolizan el paso de la aceptación de los dogmas oficiales al descubrimiento del horror; el régimen le hace aflorar la peor parte de sí mismo, pero cuando llega hasta ahí, ya solo puede buscar lo bueno… El niño representa todos los miedos que tenemos de pequeños (pérdida de los padres, miedo al desamparo, a lo desconocido, a la muerte…) mientras que el padre nos sitúa más en el contexto histórico y en el descubrimiento interior.
P.- Novela que trasluce la inevitable influencia de tu habitual trabajo como guionista. ¿Te costó mucho separar las dos facetas?
Yo creo que el que cuenta en imágenes hace sobre todo cine. Mientras que la parte más visual de mi libro está sobre todo relacionada con la herencia de todo el cine que he visto, más que con el hábito de escribir cine. He leído muchas novelas, pero también he visto mucho cine, de ahí que haya recibido gran cantidad de imágenes. Prefiero utilizar un lenguaje sencillo que se apoya (sin abusar) en imágenes que hacerlo más recargado. Ese camino era el que me aportaba seguridad a la hora de escribir, con independencia de las poderosas imágenes que captas a la hora de documentarte.
P.- La ingenuidad de Oliver y su ignorancia de la realidad hace que todo resulte mucho más duro y atroz…
El horror es tan inabarcable que hacer un descubrimiento a los ojos del niño es una de las mejores formas de explicarlo. También me interesaba abrir los ojos al lector sobre la realidad que tuvieron que sufrir muchos niños bajo el yugo nazi. El niño es un ser limpio incapaz de entenderlo todo. En esos huecos que el niño no llega a comprender se halla lo más terrible de todo, el auténtico terror.
P.- ¿Cómo llegaste hasta el plan Aktion t4?
En un viaje a Berlín visité una exposición sobre las atrocidades del nazismo. Allí fue donde tuve contacto por primera vez con aquel programa que de matar niños con taras hereditarias o adultos improductivos, pasó a ejecutar personas sanas que para el régimen nazi no tenían derecho a existir (disidentes políticos, homosexuales, gitanos, judíos…). Se trataba de un ensayo general para la llamada Solución Final que se aplicaría con mano implacable en muchos campos de concentración. Impresionada por aquello comencé a documentarme más en profundidad: internet y sobre todo el libro de Michael Tregenza, Aktion t4: le secret d’etat des nazis. Tremendo. Sin entrar en detalles del trabajo de desinformación asociado a cada acto: se justificaban las muertes o los traslados con explicaciones peregrinas o totalmente aceptables para los afines al régimen. Sigo pensando que es imposible comprender tanta maldad, lo que impulsó a tantas personas a infligir daño de forma meticulosa y sostenida.
P.- ¿Dónde queda la conciencia de aquellos que apoyaron el régimen y sus actos?
Es difícil de explicar. Ni en su día las razones que esgrimían para ese exterminio eran lógicas. Solo se sustentaban en un odio visceral hacia las minorías, en especial la población judía, que resulta imposible de extrapolar, porque ni siquiera los judíos estaban aislados socialmente, sino que estaban totalmente integrados en la sociedad con sus negocios y sus trabajos artísticos o intelectuales. Es como si se decidiera dar un hachazo a la mitad de la sociedad solo aferrándose al odio cultivado durante años. Pero, ¿dónde están las razones para ese odio?
P.- El recorrido del padre apunta a la redención y al arrepentimiento, como si fuese posible encontrar finalmente una salida…
Hablar de un tema implica hacerlo de su opuesto. Así que si hablamos de miedo también surgirá la valentía. Si se trata la mentira acabará surgiendo la verdad. En el caso de Max, el odio inicial se verá limitado por una nueva visión de los hechos. La redención en su caso llega como esa virtud que permite afrontar y subsanar el error inicial. La luz o una chispa de generosidad son posibles en todo un mundo dominado por el horror. En ese sentido me gustan mucho las novelas y las películas que hablan de la bondad. Vivimos en una época dominada por el materialismo, y en una situación así, necesitamos de mucha gente buena para sobrevivir como civilización. Si mi idea inicial era hablar del miedo, fui descubriendo sobre la marcha que la bondad y la satisfacción que supone realizar buenos actos (o ser testigo de ellos) también están presentes en la novela.
P.- ¿Qué buscas en la literatura?
La literatura es un espacio de libertad y de descubrimiento. En el cine o la televisión trabajo en equipo y por encargo, que no deja de ser algo creativo y maravilloso, pero no responde a tu propia individualidad. La literatura entonces se asemeja a una habitación cerrada donde puedes aprender, localizar tus limitaciones, dar forma a la historia, encontrar la voz de los personajes… representa libertad, pero también un gran reto pues se trata de un duro ejercicio de soledad… y mucho trabajo. Aunque en el fondo, ser el demiurgo de tu propio planeta es toda una gozada.
P.- ¿Cuántos proyectos e ideas tienes entre manos?
Ahora estoy con un guión basado en hechos reales sobre prisioneros españoles en Matausen. También tengo en mente una novela, muy distinta, pero hasta dentro de unos meses no voy a poder ponerme de lleno con ella.
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Por Benito Garrido.
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