Entrevista a Víctor Moreno
Por Luis Argeo.
Liberada el pasado 7 de febrero, la película Edificio España vuelve a proyectarse por todo el país tras un largo e incómodo “secuestro” por parte de la entidad financiera que había concedido los permisos para su realización y divulgación. Su director, Víctor Moreno, ha emprendido una gira para presentar este largometraje documental, una metáfora fílmica-arquitectónica del desmantelamiento social al amparo de la crisis económica. El joven cineasta presenta la película, del 9 al 12 de junio, en la Sala Berlanga de Madrid, dentro del Ciclo de Cine Documental Testimonios de la crisis.
-Dime qué es lo que originalmente te llevó a querer meterte con la cámara en el Edificio España. ¿Qué captó tu atención en ese edificio antes de pensar en hacer la película?
Yo vivía cerca del edificio y, en cuanto tuve conocimiento de que iba a empezar un proceso de rehabilitación integral, decidí impulsivamente que ese proceso debía ser registrado. Ese impulso nacía de la necesidad de registrar un edificio emblemático, el primer rascacielos de España y durante mucho tiempo centro de la vida social de la ciudad. Lo primero que hice fue un inventario del lugar. Grabé todos los espacios del Edificio que, curiosamente, parecían los restos de un naufragio, ya que allí se habían quedado muchos objetos personales. Después, en cuanto fui entablando confianza con los trabajadores de la obra, me desvié hacia ellos. Y con estos dos elementos me encerré en el edificio.
-¿Cómo planteaste y planificaste la producción de Edificio España? Desvélanos algunos entresijos de esta película.
La primera fase de grabación no hubo tiempo de planificarla. Entré sólo al edificio cuando empezaban las obras. Tenía solo mi cámara y unos ahorros que me permitieron afrontar el rodaje y no tener que trabajar. Al cabo de cuatro meses se acabaron, y tuve que dejar de ir al edificio durante un mes y medio aproximadamente. Recuerdo que en aquel momento lo sentía como una traición hacia la memoria del edificio y los trabajadores. Pero lo interesante fue que, a la vuelta, ellos me habían echado de menos y comenzaron a surgir momentos muy importantes para la película. Después, en 2008, cuando la primera fase de la obra se terminó, yo me puse a trabajar en mi primera película –Holidays– que estrené en 2010. Fue en ese momento cuando supe que el proyecto de reforma del edificio se había suspendido y, de pronto, descubrí que las 200 horas de material grabado –que por otro lado yo nunca había visionado– eran un testimonio no sólo del Edificio sino de la historia reciente de nuestro país. Y con ese planteamiento busqué financiación, que conseguí muy rápidamente y pude contratar a mi equipo más cercano con quienes trabajé durante un año el montaje y la posproducción de la película.
-Un proceso muy orgánico, de fábula… Una vez dentro de la ballena, ¿qué te encontraste allí?
Al principio, lo que más me sorprendió fue lo enorme y laberíntico que era el edificio. No era sencillo ubicarse entre sus módulos, plantas, ascensores… Además, el edificio había tenido reformas internas en diferentes viviendas y oficinas que, a pesar de la simetría de la estructura, hacían complicado ubicarse. Lo que más me llamó la atención fue ver tantos objetos y espacios recién abandonados. Parecía como si quienes habían vivido allí se acabaran de ir o lo hubieran hecho después de un desastre nuclear. La memoria del lugar estaba muy presente a través de esos objetos, un poco a la manera de Georges Perec y su Vida, instrucciones de uso. Recuerdo una de las viviendas que aún tenía los muebles de cuando se inauguró el edificio. La recorrí y grabé hasta llegar al dormitorio donde descubrí que, antes de irse, quienes habían vivido en ese apartamento habían dejado la cama hecha. En momentos como esos sentía la presencia de quienes habían habitado ese lugar y creo que la memoria del espacio estaba muy presente. Después, a medida que fui acercándome a los trabajadores, fui descubriendo la vida en presente del edificio y, dado el momento histórico que atravesaba España, pude ver la multiculturalidad de los trabajadores y la enorme fraternidad que existía durante aquellos años. Eso convirtió también al edificio en una especie de “torre de babel” y a mí me marcó profundamente. Siempre he dicho que conocer a aquellos trabajadores fue una lección de humanidad y, por eso, creo que la película tiene un importante aspecto humanista. La película está dedicada a ellos.
-Con la película terminada y estrenada en festivales, llegaron los problemas…
Sí, así es. La película se estrenó en el año 2012 en el festival Bafici de Buenos Aires, y después se vio en otros como en el de San Sebastián, Documenta Madrid… Y fue estando en DocLisboa cuando nos llegó la notificación para frenar la exhibición. Fue muy doloroso. Desgraciadamente, el cine documental tiene una distribución limitada y Edificio España estaba empezando a despegar. Desde Octubre de 2012 tuvimos que rechazar más de 30 exhibiciones, muchas de ellas realmente importantes. Han sido 15 meses en nuestra vida que nunca olvidaremos y que nos costará cicatrizar.
-Después de tanto tiempo, si visionas tu película de nuevo… ¿Ves en ella algo que pudiera llevar a un banquero a movilizarse hasta negarle la circulación? ¿Qué crees tú que pudo haber molestado en los despachos de Goliat?
Sinceramente me cuesta mucho entenderlo. Ellos alegaban razones comerciales con la venta del edificio pero, realmente, resulta complicado de entender, especialmente cuando en la película no se habla de operaciones comerciales ni se les menciona. A nosotros no nos parecía una razón justificada, ya que las cuestiones comerciales en el edificio ya estaban cuando se empezó la obra. Edificio España es un testimonio crucial de nuestra historia reciente, todos conocemos lo que ha pasado en estos últimos años y la imagen que muestra nuestra película es una representación directa de este periodo. Esto no debería molestar a nadie y, es más, debería ser necesario para la construcción de nuestra sociedad presente y futura.
-Y tras el “secuestro” de la película por parte del monstruo financiero, ¿cuál fue tu reacción como cineasta?
Realmente lo pasé bastante mal. Todos sabemos lo difícil que es hacer una película y lo complicado que es que llegue a proyectarse, sobre todo cuando se trata de cine documental como es nuestro caso. Durante el año y tres meses que la película ha estado sin exhibirse, no hubo un día que, al levantarme, no pensara en ella. Era como tener una herida abierta que, además, cada día se hacía más grande, especialmente cuando me la pedían de algún festival o, muy frecuentemente, alguien que había investigado por Internet y me solicitaba verla. Afortunadamente, durante todo este proceso he estado muy bien acompañado por mi pareja, mi familia, mi abogado y compañeros cineastas y amigos. Desde luego sentí en todo momento solidaridad y fraternidad. Nunca olvidaré este periodo de mi vida.
-¿Has podido sentir, mínimamente, la frustración de algún director silenciado, Martín Patino, Panahi, Patricio Guzmán…?
Por supuesto. De hecho, mientras la película estaba sin poder exhibirse, tuve ocasión de ver This is not a film de Panahi. A parte de que me pareció una obra maestra y salvando, como es lógico, las distancias, ya que su situación es muchísimo más dramática que la que yo he pasado, sí que me sentí reflejado en el sentido de no perder la ilusión a pesar del “secuestro” impuesto en el que vive. Me identificaba mucho en esa reacción de Panahi de, a pesar de todo, continuar grabando. Coger una cámara y grabar en el ascensor de tu casa o con el móvil las obras de enfrente o incluso tratar de construir los decorados de la película en tu salón. Esa energía, en mi caso al igual que en el de Panahi, se ve reforzada en una experiencia como la que he vivido. De hecho, he seguido rodando durante este tiempo y si alguna idea he reforzado es precisamente la necesidad del cine documental como reflejo y construcción de lo que somos, es decir, como construcción de sociedad. Y creo que esto sí que me une a los cineastas que mencionabas.
-¿Cómo se desatascó todo este embrollo?
Lo habíamos intentado en diferentes encuentros con el banco y de muchas maneras hasta mayo de 2013. Pero era imposible y lo que nos pedían era para nosotros inaceptable. No fue hasta el pasado 31 de enero, día en que la noticia se hizo pública en eldiario.es, con la consecuente repercusión que tuvo y el enorme apoyo que recibió a través del manifiesto quieroveredificioespaña así como las redes sociales y la suma de muchos medios, cuando conseguimos su liberación. Siempre he dicho que sin el apoyo, empuje y fraternidad ciudadana nunca hubiera sido posible su liberación.
-¿Crees que tanto jaleo ha venido bien a la vida de la película?
La verdad es que nunca lo hicimos público buscando un fin promocional. Lo único que queríamos era la liberación de la película y que se pudiera ver en condiciones normales y tal y como la habíamos concebido. Por eso lo hicimos público. Ahora bien, es innegable que, a partir de la enorme repercusión que ha tenido una vez lo hicimos público, ahora la película es más conocida que lo que nunca imaginamos. Hemos decidido gestionar nosotros mismos la distribución para evitar que la película pierda el espíritu desde el que fue creada y que permitió su liberación y, de esta forma, evitar que pueda ser instrumentalizada. En todo caso, por momentos pienso que la película ya traspasa a todos los que la hicimos, incluido yo, claro.
-Un banco, ¿puede callar al arte, la cultura, el cine de una sociedad moderna?
No debería bajo ningún concepto. Me da la sensación de que no somos conscientes del enorme silencio con el que se ha construido nuestra sociedad. Hay determinados temas que, inconscientemente, el conjunto de la sociedad y, por supuesto, muchos medios, ya no tocan por miedo, temor a represalias o, directamente, por intereses económicos. Es lo que podríamos llamar la autocensura que, en ocasiones, es mucho más grave que la censura más agresiva. Cada día estoy más en contra del silencio y creo más en la dialéctica como forma de construcción de sociedad. Y en ese objetivo deberíamos estar todos, desde los bancos hasta cualquier colectivo.
-Y nuestra sociedad, ¿puede interferir en las malas artes de un banco?
Debería, por supuesto. Otra cosa es que tenga los mecanismos. Hoy, más que nunca, yo creo en una sociedad activa, crítica y que sea capaz de construir lo común. Y en eso estamos todos en nuestro día a día, en lo micro y, evidentemente, en lo macro. Ahora bien, esto requiere mucho esfuerzo y sacrificios.
Sobre el director:
VÍCTOR MORENO
Ha realizado los largometrajes Edificio España, Holidays y el mediometraje La Piedra que se presentaron en los festivales de cine de San Sebastián, Visions du Réel, DocLisboa, Bafici o DocumentaMadrid y premiados en el Festival de Cine de Las Palmas o Alcine. Sus trabajos han sido exhibidos en más de 20 países.