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Los cuerpos extraños

Los cuerpos extraños. Lorenzo Silva. Destino,  2014. 352 pp. 18.50 €

Redacción Novela

 

los-cuerpos-extranos_9788423348299El tiempo pasa también para el brigada Rubén Bevilacqua y la joven sargento Chamorro. El primero, eterno divorciado, padre de un chaval que ya no es niño y tocando ya el medio siglo, comienza a ver el final de un recorrido que teme hacer en solitario. En la anterior entrega de esta serie se imaginaba a sí mismo como un guardia civil jubilado que cada tanto recibe a su exsegunda de a bordo, que acude en busca de consejo profesional.

En cuanto a la joven (aunque ya cerca de los cuarenta) sargento Chamorro, es la primera vez que su determinación y su fortaleza parecieran flaquear por algo que, de momento, prefiere no confiarle a su jefe y amigo. También ella, aunque intente sonreír, teme a la soledad.

Esta nave de irónica melancolía en la que navegan estos dos investigadores será abandonada de forma repentina: Se llamaba Karen Ortí Hansen, era joven, decidida y con ganas. Era la joven alcaldesa de un pueblo de la costa levantina, y ahora es un cadáver abandonado a la intemperie.

¿Quién y por qué querría eliminar a esta joven que había entrado en política con vocación verdadera y voluntad firme? La constelación de personajes que Bevilacqua y Chamorro tienen ahora que interrogar es variada e inquietante. No se trata —y por si eso fuera poco— de una simple investigación de asesinato. Hay muchos otros crímenes —que tienen que ver con el ladrillo— que desde hace tiempo en esa comunidad permanecen impunes.

«—Se ha topado alguna vez con los políticos, en su trabajo como investigador?
—Alguna vez, de refilón.
—Esto es otra cosa. Esto es darse de frente con ellos. Ha entrado en su cortijo, donde se juegan sus cuartos, su ser y su no ser. Posiblemente, el entorno más hostil para un policía en este país.»

Impone la figura del gran jefe del partido de Karen, y la ambigüedad del concejal de urbanismo, o la trágica máscara de miedo y ansiedad de quien fue jefa de prensa de la alcaldesa. Y el exalcalde, antigua figura que califica a la difunta de «arribista lunática», por el simple hecho de que aquella chica le despojó de su sistema de privilegios que, como muchos en esta novela —y en este país—, consideraba vitalicio.

Cada uno de ellos habla y a la vez esconde. Desde el funcionario de carrera al dueño del puticlub que Karen combatió con firmeza. Pero sólo Bevilacqua y unos pocos saben que esta investigación de homicidio tiene por detrás otra no menos grave, paralela y anterior al asesinato. Hace tiempo que en la Guardia Civil, en delitos económicos, se sigue el recorrido de un dinero negro cuyo rastro se pierde allí, en el mismo lugar en donde cada vez es más delicado avanzar (y en donde había planes de construir un casino): La investigación de asesinato no puede alertar a sospechosos que, con la misma habilidad que roban —y nos roban—, borrarían pruebas.

La complejidad entre la vida privada y pública se pone aquí al trasluz. ¿Qué es realmente importante en el talante de un político, la transparencia de su gestión o su vida sexual? ¿Importa que un gobernante tenga relaciones extramatrimoniales, tanto como para ser chantajeado? ¿O importa que llene —o no— sus bolsillos?

Entre mentiras cruzadas, destaca el temple extraordinario de un juez fuera de lo común. Y el de dos investigadores —Bevilacqua y Chamorro—, observados con lupa por los suyos, acechados por los otros, incansables y constantes. El territorio por donde avanzan es un campo minado. Pero ellos saben andar con buen pie. Y señalan y explican al lector el mecanismo del enriquecimiento ilícito.

Una obra pública, un proyecto grandioso que dará para que muchos llenen sus bolsillos (y sus cuentas secretas). He aquí el paisaje creado por quienes desde antiguo, como un mal endémico, sostienen la idea de un pueblo o ciudad o país como coto de caza y explotación privado.

Esta historia habla del crimen internacional alojado cómodamente gracias a la codicia de unos cuantos. Desde la camorra napolitana a la antesala de un político ilustre. Una red de testaferros y funcionarios a sueldo. Y habla de la posibilidad —o la imposibilidad— de salir a flote y limpio del fango de las miserias ocultas bajos trajes de marca.

«A los dos nos han soltado en territorio enemigo para defender la causa de una muerta que por lo que parece era a la vez más imprudente y más íntegra de lo conveniente.»

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