Iván Martínez Hulin: «Utopía es imperfecta porque fue escrita cuando era muy joven y el espíritu de esa juventud sigue muy reflejado en el libro»
Por Sara Roma
Iván Martínez Hulin ya ha realizado una importante trayectoria en el mundo de la narrativa de ficción. Es autor de Diario de un cazador y El vuelo del cisne (ambas publicadas bajo el sello de la malograda y desaparecida Aladena), dos novelas que apuntaban los cimientos de un estilo narrativo que se consolida en su última novela, Una isla llamada utopía (en Editorial Independiente).
La presentación en el Centro Andaluz de las Letras de Málaga fue todo un éxito. La sala estaba completamente llena. ¿Qué te dijeron los lectores que se acercaron a que les firmaras el ejemplar?
Hubo muy buenas expectativas. Gustó lo que comenté en la presentación, aunque soy enemigo de revelar muchos detalles durante las presentaciones. Pero lo poco que conté causó muy buena impresión y la audiencia tenía mucho interés por conocer de qué trataba.
Llama la atención que Una Isla Llamada Utopía fuese la primera novela que escribiste y la tercera editada, en esta ocasión, de la mano de Editorial Independiente. ¿Por qué ha estado tanto tiempo guardada en el cajón?
Pues son estos asuntos accidentales. La novela iba a salir con mi anterior editorial. Pero por unas circunstancias o por otras no vio la luz. Finalmente, Editorial Independiente se interesó por ella y, como dije durante la presentación de la obra en el CAL, todo sucede cuando tiene que suceder.
Una Isla Llamada Utopía narra la historia de un joven reportero que recibe un misterioso encargo para cubrir una crónica internacional por parte del diario en el que colabora. Esto le hará emprender un peregrinaje que le conducirá desde su Málaga natal, pasando por capitales como Madrid o París, hasta alcanzar Pekín, el corazón de la milenaria China. Te gusta decir que esta novela es un viaje iniciático, ¿verdad?
Sí, como dicen los expertos en cuestiones místicas, es un viaje iniciático. Hay un viaje físico, pero a la vez hay otro espiritual del protagonista.
También me gusta que esta novela abogue por mantener la esperanza. Se aprecia bastante crítica en ella porque denuncias esta sociedad globalizada, aunque a la par destacas lo mejor del ser humano en estos tiempos. ¿Existe un objetivo moralizador en tu obra?
Intento no introducir lecciones en mis novelas porque no me considero una persona preparada para aleccionar a nadie. Pero sí hay una pequeña crítica desde el punto de vista de aquel Iván joven que escribió esta novela. Yo en aquel entonces tenía 18 años y me comportaba como cualquier joven: era contestatario, rebelde, inconformista…Hay mucho de ese Iván en el libro.
¿Y queda todavía algo de ese Iván en ti?
Sí, sí, algo quedará. La edad nos atempera, nos vuelve más tranquilos pero sí que es importante no perder ese espíritu.
Desde que escribiste esta novela han pasado muchos años y tu estilo ha evolucionado. ¿Cómo has vivido el proceso de rescatar esa novela, releerla y apreciar que en ella había estilos narrativos diferentes? ¿Qué has tenido que cambiar y qué ha permanecido de la esencia primigenia de la novela?
Lo que he intentado respetar en todo momento es el espíritu original del libro, su esencia. Con respecto a la forma, sí ha variado con el tiempo porque estructuré la novela de una manera peculiar. Quise darle tres tonos narrativos diferentes: un tono más juvenil, al inicio; un tono más maduro en el intermedio; y un tono más literario para terminar. En definitiva, lo que pretendía era demostrar la evolución del personaje y su madurez a través de la narrativa. Finalmente, esta idea la descarté porque pensé incluso que podría ser contraproducente y que confundiría al lector y que no todo el mundo lo iba a captar.
Entonces, tuviste que fusionar el estilo, como se aprecia en la narración.
En efecto. Ese es uno de los cambios esenciales a nivel narrativo. Después sí se ha ido perfilando con la experiencia, con los años y porque cuando eres joven no contemplas todo el abanico de posibilidades que la madurez te va ofreciendo.
Y, a la hora de editar este libro, ¿has contado con el consejo y la sabiduría de expertos? Me refiero a profesionales o amigos escritores que han leído el manuscrito y te han confiado su impresión.
Sí, he tenido alguna crítica constructiva porque tengo la suerte de trabajar con un buen equipo. Especialmente, me ha sucedido con mi correctora, Lydia Rodríguez de Correcciones de Estilo. Las críticas constructivas son siempre bienvenidas. Pero también es cierto que soy muy terco y cuando estoy convencido de que algo tiene que ser así lo defiendo hasta el último término.
En el prefacio de la novela aseguras que este es un libro imperfecto. ¿Por qué dices eso cuando ha sido una de las obras que más has mimado y a la que más cariño tienes?
Bueno, yo es que soy un gran defensor de la imperfección porque la perfección me suena a sociedad mecanizada. Prefiero las cosas imperfectas porque son artesanales. Y digo que Utopía es imperfecta porque fue escrita cuando era muy joven y el espíritu de esa juventud sigue muy reflejado en el libro. Y aunque sé que hay aspectos que no son todo lo correctos que deberían ser, no he querido modificarlos.
Para finalizar. ¿Hacia dónde camina la literatura de Iván Martínez Hulin? Vas a continuar con la misma narrativa o te gustaría desarrollar otro tipo de ideas.
Mi problema es que soy un escritor muy camaleónico, lo cual es positivo y negativo. Es bueno porque escribo en todo momento lo que me apetece y lo que creo que tengo que escribir pero es malo porque tiendo a confundir al público. Algunas personas están acostumbradas a seguir una línea concreta con los autores y en el momento en el que saltas se quedan descolocados.