La familia Abe
La familia Abe. Mori Ōgai. Trad. Jesús Carlos Álvarez Crespo. Introducción de Carlos Rubio. Satori ediciones, 2014. 208 pp. 19,00€
Por Sara Roma
Nuevamente Satori —editorial especializada en literatura japonesa— nos sorprende con un nuevo título que recoge por primera vez en español tres de los relatos más brillantes de Mori Ōgai (1868-1922), narrador elogiado por haber fraguado un lenguaje literario revelador del pulso espiritual de la llamada Era Meiji (1868-1962). Bajo el título de la novela breve La familia Abe (Satori editores, 2014), se publican por vez primera tres historias que certifican la vitalidad del Japón feudal en una sociedad que vive a caballo entre la modernidad y la tradición.
Antes de analizar el libro, merece la pena destacar y felicitar el trabajo de Jesús Carlos Álvarez Crespo como traductor y de Carlos Rubio por la excelente introducción en la que ofrece una completa visión del marco histórico y social en el que se escribieron y se inspiraron estas obras que tratan un mismo tema, el acto de inmolarse como señal de lealtad al señor y el conflicto entre autoridad (la del señor) e individualidad (la del samurái), pero con una perspectiva distinta en cada uno de ellos.
El primero de ellos, El testamento de Okitsi Yagoemon (1912), es una muestra del virtuosismo del lenguaje literario de su autor. Mediante un estilo epistolar que recuerda a las crónicas medievales, Mori Ōgai nos traslada al Japón del siglo XVII para mostrarnos con total sencillez y naturalidad la tradición samurái que obligaba a los vasallos a hacerse el haraquiri para seguir a sus señores hasta la misma tumba. Sin embargo, la trama de esta historia es bien distinta. En su testamento, el samurái Yagoemon narra lo que acaeció tras una pelea que se saldó con la muerte de un compañero. Para expiar su pena, pide a su señor permiso para quitarse la vida, pero este lo exculpa, por lo que deberá esperar a que muera para cumplir su deseo. Antes de suicidarse, redactará un testamento para que sus herederos conozcan los motivos que lo llevaron a ello.
El segundo, La familia Abe (1913), es el más brillante y redondo. Nuevamente, se basa en las mismas fuentes históricas pero traslada la historia a 1641 y se centra en las consecuencias de la muerte de Hosokawa Tadatoshi. Dieciocho de sus vasallos más allegados reciben permiso para quitarse la vida y acompañar a su señor en la muerte, pero su servidor más fiel, Abe Yaichiemon, ve denegada su petición pues Tadatoshi le ordena que viva para servir a su joven heredero. Cuestionado por el resto de samuráis y sometido a burla, convocará a sus cinco hijos para que asistan a su inmolación.
El último, Sahashi Jingoro (1913) está inspirado en la obra Isuko Ichiran, gracias a la cual el autor se permite ahondar en este periodo histórico del pasado de su país que tanta admiración le provoca. Sin embargo, su protagonista, Jingoro, es un hombre racional que elude la obligación moral de hacerse el haraquiri a la muerte de su señor.
Existe, por tanto, a lo largo de las tres historias cierta evolución o cambio en cuanto a los ideales y tradiciones: al principio del libro, la vida carece de valor, ya que es más importante la honra y el prestigio; después, el junshi es examinado desde el punto de vista del señor y del vasallo (pesa más la tradición o la presión social que la honra); finalmente, el pragmatismo y el deseo de vivir pesan más que el deber y honor.
La familia Abe es novela breve e intensa, narrada con un estilo claro y sobrio, pero con abundantes descripciones sobre el linaje o la sociedad feudal. Este libro es una muestra de los temas que inspiraron y motivaron la literatura de este autor: fortaleza, tesón y obstinación, conceptos que describen la idiosincrasia del espíritu guerrero japonés.
Mori Ōgaiposee la capacidad de transformar los compromisos de su vida cotidiana en creación literaria.