El último sueño (surrealista) de Offenbach
Por Eloy V. Palazón
La imagen del artista que sufre y que crea su obra desde el sufrimiento y el dolor es una imagen que se inició con tanta fuerza durante el Romanticismo que aún sigue existiendo esa mitología (o mitomanía incluso). Y el sufrimiento por excelencia es el del amor, evidentemente. Precisamente, así podríamos resumir en una línea esta ópera de Offenbach: es la historia de un escritor que sufre por amor. Lo que la hace especial es que no es cualquier autor: es E.T.A. Hoffmann, sin duda alguna, uno de los personajes más relevantes y populares, gracias a sus cuentos, del Romanticismo alemán. Pero no es una figura trivial ni mucho menos, es bastante compleja y su obra lo es aún más. Rüdiger Safranski, en su importante libro Romanticismo. Una odisea del espíritu alemán, dice de Hoffmann que “mira a lo cercano, que de este modo se convierte en lejanía. Mas para esto es necesario estar dispuesto a dejarse sorprender, hay que despedirse de juicios preconcebidos y costumbres a la manera de ver, pues todo esto estrecha la mirada y con especial intensidad convierte lo ordinario en realmente ordinario. Hoffmann descubre por medio de la fantasía lo monstruoso detrás de la fachada lisa de lo real, pero también la fantasía le proporciona la distancia frente a lo terrible que existe en la realidad”, y esto se conjuga con la mordaz ironía que sabía emplear Hoffmann de forma muy aguda, al igual que sus compañeros Ludwig Tieck y Clemens Brentano. Para el director musical, Sylvain Cambreling, el romanticismo de Hoffmann “era tan diferente del francés, sobre todo en su aspecto fantástico, lo explota de tal forma y es tan exhaustivo en la recopilación de toda la tradición fantástica germánica, que resulta muy singular. A ello se suma su alto nivel de crítica social a la burguesía. Él desarrolla la idea de un mundo paralelo, intelectual, ideal pero mezclado con la realidad. Eso no existía en el mundo francés”.
Todo esto aparece de forma magistral en una de las partituras más lúcidas de Offenbach: Los cuentos de Hoffmann, que se escenifica este mes en el Teatro Real de Madrid. Sin embargo, no es una música fácil (sí de oír, pero no de interpretar) por su enorme eclecticismo, pero de un resultado muy potente. Fue el 18 de mayo de 1879, cuando Offenbach organizó en su casa una audición parcial de la obra. Estaban presentes Léon Carvalho, director de la Ópera Cómica de París, y Franz von Jauner, director del Ringtheater de Viena, quienes, entusiasmados con ella, se comprometieron a montarla. El compositor falleció el 5 de octubre de 1880, dejando terminada la partitura para canto y piano de los cuatro primeros actos, pero la orquestación sin realizar y el epílogo (acto V) incompleto. Fue Ernest Guiraud, catedrático de composición del Conservatorio de París y excelente músico, quien orquestó los Contes y organizó un epílogo basándose en los materiales de Offenbach. La obra se estrenó el 10 de febrero de 1881, en la Ópera Cómica de París, bajo la batuta de Jules Danbé. El resultado fue de un éxito sonado.
En cuanto a la escenografía pensada por Anna Viebrock, cuando entramos en la sala del Teatro Real sólo podemos sentirnos desconcertados porque el escenario nos recuerda a otro edificio de Madrid: el Círculo de Bellas Artes, lugar de encuentro entre la escenógrafa y el tristemente fallecido Gerard Mortier en los momentos en que se estaba penando la producción. La dirección escénica es de Christoph Marthaler.
Mientras que la dirección musical es soberbia, magistral, con una orquesta entregada y un sonido muy bien cuidado, proyectado y pensado, la dirección escénica es repetitiva, carente de lógica y prescindible en su mayoría. Marthaler introduce momentos desconcertantes, sobre todo en la primera parte, que no sabemos a qué vienen exactamente. Si en el primer acto los bufones abundan (lleva la ironía al surrealismo), la cosa se va calmando poco a poco, cogiendo mayor seriedad y coherencia, la poca que le deja una escenografía que constriñe bastante el desarrollo de las acciones.
Para cantar las desdichas del poeta Hoffmann por Stella, que se proyecta en tres mujeres un tanto escabrosas, el Real contará con cantantes de gran relevancia internacional. El papel de Hoffmann será interpretado por Eric Cutlery Jean-Noël Briend, el de la musa por Anne Sofie von Otter y Hannah Esther Minutillo. Los papeles de Lindorf, Coppélius , Dr. Miracle y Dapertutto serán desempeñados por Vito Priante, los de Andrés, Cochenille , Frantz y Pitichinaccio por Christoph Homberger. Olimpia por Ana Durlovski, Antonia y Giulietta por Measha Brueggergosmany, finalmente, Altea Garridoen el papel de Stella.