Juan Carlos Méndez Guédez a propósito de «Los maletines», su último trabajo

 

«Donizetti comprendió que si la vida fuese una novela, este sería el punto donde él se dedicaría a investigar por qué una familia amanece rociada de balas. Páginas y páginas atando cabos, sorteando peligros, inventando en las palabras conexiones que serían más reales que la propia realidad, hasta cazar una huella que revelaría una conclusión inesperada, pues casi siempre los actos abrigan una respuesta y en muchos lugares la muerte tenía sentido. Pero en Caracas todo era el comienzo de un boceto; todo resultaba un trazo efímero, balbuceante

Los maletines, de Juan Carlos Méndez Guédez.
Los maletines, de Juan Carlos Méndez Guédez.

Juan Carlos Méndez Guédez (Barquisimeto, Venezuela, 1967) está doctorado en Literatura Hispanoamericana por la Universidad de Salamanca y afincado en Madrid. Como novelista es autor de: Arena Negra (Libro del Año en Venezuela en 2013), Chulapos mambo, Tal vez la lluvia (Premio Internacional de Novela Ciudad de Barbastro), Una tarde con campanas, Árbol de luna, El Libro de Esther y Retrato de Abel con isla volcánica al fondo. También ha publicado volúmenes de cuentos: Ideogramas, Hasta luego, Míster Salinger y Tan nítido en el recuerdo. Varios de sus relatos y novelas han sido traducidos en Suiza y en Francia.

 

Los maletines. Juan Carlos Méndez Guédez. Editorial Siruela, 2014. 368 páginas. 19,95 €

Donizetti vive al límite de sus posibilidades: dos hijos, una esposa, una exesposa y dos casas que sostener con sus mermados ingresos. Por eso acepta una enigmática misión: trasladar maletines desde la convulsa Caracas hacia ciudades como Roma, Ginebra, París o Madrid, con la condición de nunca realizar preguntas sobre el sentido de esos viajes o el contenido de los maletines. Pero el entrañable reencuentro con Manuel, su amigo de juventud, despierta en él la determinación de dar a su existencia el giro que le permita salvar a su familia de una realidad marcada por la violencia. En medio de un universo personal poblado de delincuentes comunes, paramilitares, traficantes de armas, espías y sicarios, Donizetti emprende un arriesgado plan para obtener mucho dinero y ejecutar el gran golpe que transformará para siempre su vida y la de sus hijos.

 

P.- ¿Cómo nació Los maletines? ¿Cómo se gestó? ¿Continuas quizás sintiendo esa añoranza de tu tierra que ha estado en otras novelas tuyas?

Una novela surge de muchas maneras. Es como un delta que finalmente desemboca en el mar. Te diría que surgió de la necesidad de escribir una historia vertiginosa, con crímenes, espías, traiciones, disparos, interrogatorios, y que en ella estuviese de fondo una ciudad entrañable y peligrosísima como es Caracas. Yo deseaba reflejar esa ciudad terrible y hermosa, donde se alternan el ruido de los sapitos en los jardines con las ráfagas de una ametralladora.

Por otro lado, quería reflejar la vida de dos perdedores que intentan devolverle a la vida al menos uno de los puñetazos que están recibiendo.

Sucede que en una ocasión un taxista me dijo en la Autopista Valle-Coche: “¿imaginas que uno pudiere un día dar un gran golpe, conseguir una montaña de dinero y escapar, escapar con los hijos del horror que es este país?”, y eso fue lo que hice, comencé a imaginar personajes que tuviesen esa fantasía y que quisieran ponerla en práctica. Entonces me encomendé a las fuerzas luminosas de la escritura de Osvaldo Soriano, de Greene, de Higsmith, de Manuel Puig, de José Balza y Francisco Massiani; me encomendé al Lazarillo de Tormes y a esa maravillosa película llamada El Golpe, y me puse manos a la obra con la idea de escribir una historia trágica pero a un mismo tiempo feliz.

 

P.- Siguiendo la trama me surgen dos cuestiones: ¿Cómo de tremenda es la situación en Venezuela? ¿Hablamos de sobrevivir más que de vivir?

La más negra de las novelas negras no podría reflejar el espanto que es la Venezuela actual. En efecto, todo venezolano común es ahora un superviviente. Sale de su casa cada mañana y desconoce si volverá a ella. Puede sufrir el ataque de la represión gubernamental, el ataque de la delincuencia (que es una variante de la primera), puede sufrir un accidente. Por eso el retorno al hogar es una silenciosa fiesta, un pequeño y cansado milagro.

Pero por otro lado, dentro de la lógica ficcional, un maletín cuyo contenido desconoces es un elemento muy seductor. Me parece recordar que el cine está lleno de maletines que van y vienen portando su misterio y su esperanza.

Yo deseaba que un personaje común y corriente se viese transitando con misteriosos maletines por ciudades que apenas podría rasguñar: París, Zadar, Ginebra, Praga, Roma, Cosenza, Madrid, y que supiese que llevar esos maletines era su salvación o su ruina absoluta. Un asunto de vida o muerte contenido en un objeto común.

 

P.- Y la necesidad, como bien se sabe, conduce a la picaresca y obliga a agudizar el ingenio. ¿Es lo que toca en una sociedad tan al límite?

No sé si es lo que toca, pero desde luego es una reacción muy hispánica. Frente al poder, frente a los poderosos, sólo queda la fuerza del ingenio, un ingenio que atraviesa la frontera de la ética. El individuo sabe que el mundo que lo rodea es malo, así que intenta ser más inteligente y habilidoso que el mundo.

 

Juan Carlos Méndez Guédez
Juan Carlos Méndez Guédez

P.- ¿El humor destemplado y ácido que tiene tu libro es importante a la hora de mostrar la realidad tan problemática que se vive en el país, de relativizarla quizás?

En realidad, para mí el humor es algo natural, inmediato. No se trata de una estrategia, sino de un tono que viene de manera espontánea. Vivir es algo tan hermosamente absurdo que de tanto en tanto hay que echarse unas risas para no enloquecer de dolor o de alegría.

 

P.- Mezcla de novela negra y crítica social con un ocurrente golpe de por medio… ¿Cómo definirías tú esta novela?

Una novela sobre la maravilla que es la amistad, sobre el modo en que los hombres ejercen la paternidad en estos tiempos. Los Maletines es en el fondo la lucha rabiosa de un personaje por salvar a sus hijos del horror, y para eso cuenta con la inestimable ayuda de un amigo con el que no comparte creencias políticas ni preferencias sexuales.

Si tuviese que usar rótulos diría que es una novela tecnomerengue (un delicioso ritmo que yo bailaba de joven: mezcla de merengue, lambada, cumbia, vallenato, balada), porque en Los Maletines se combina la novela negra, con la novela picaresca y la novela de aventuras.

 

P.- Cuándo alguien vive una vida como la de los protagonistas, y pretende cambiarla, ¿se podría justificar de alguna manera el camino para conseguirlo, aunque implique un robo?

Vargas Llosa habla maravillado de los poderes de la ficción, ese espacio donde vivimos todas las vidas que nuestra propia existencia nos niega, ese lugar donde nos asomamos gozosos al abismo y hasta nos hundimos en él porque al cerrar las páginas de la novela o los cuentos que leemos reconstruimos la normalidad de la vida

En el espacio de la ficción todo se justifica por conseguir una historia honda y perturbadora.

Por otro lado, por salvar un hijo, una persona puede sentir el valor de enfrentarse al mundo con los puños muy en alto y guardando en la camisa un martillo.

 

P.- Como te decía antes, la crítica social está presente pero implícitamente también la crítica política. Contra los totalitarismos. ¿Todo es política? ¿Todo se politiza?

No. Para nada. Hay espacios donde lo político no entra. Escuchas a Willie Colón, o a Rubby Pérez o La Pasión según San Mateo de Bach, y allí no hay política, sólo hay un individuo explorando la belleza y su soledad y su memoria.

Pero lo político es fundamental, es un mar que te rodea, y en los totalitarismos todo se politiza para que el poder se consolide. En un régimen fascista o comunista (son lo mismo, cambia sólo el logo) cepillarse los dientes es un acto político que debe realizarse según las pautas que exige el poder o terminarás teniendo problemas.

 

P.- El trasfondo que se respira es de tragedia, desazón y derrota… ¿cuánto de personal hay en este libro?

Todos los libros contienen muchos trozos personales de quien los escribió. En Los Maletines está Caracas, una de mis ciudades amadas y temidas.

Pero por otro lado, en este momento, se encuentren donde se encuentren, muchos venezolanos son seres con los hombros hundidos. Arrastran un cadáver llamado país, llamado fracaso, llamado miedo, muerte, miseria. Arrastran una pregunta, ¿cómo es posible que estos monstruos que nos gobiernan hayan vivido entre nosotros? ¿Cómo es posible que estos torturadores, que estos asesinos, que estos gorilas hayan estado entre nosotros? ¿Cómo pudieron estar allí, acumulando tanta ambición, tanto odio?

 

P.- ¿Qué ha supuesto esta novela en tu carrera narrativa con respecto a las anteriores?

La respuesta entera la tendré dentro de unos años, cuando pueda valorarlo con mayor frialdad. Ahora mismo te diría que esta novela me ha permitido entrar en el catálogo de Siruela, una editorial que adoré desde siempre y que formaba parte de mi biblioteca y de muchos de mis grandes momentos como lector.

 

P.- ¿Planes a corto plazo?

Pronto debería aparecer un cuento infantil que escribí hace algunos años. Y ahora mismo trabajo en dos libros, uno de relatos, en el que hay algunos elementos unificadores: la noche y los libros, una suerte de mezcla donde el insomnio se junta con las lecturas amadas y modifica la vida o la memoria de los personajes. Y trabajo una nueva novela, la historia de una ladrona de joyas y obras de arte que ha sido acusada de un crimen y que desea escapar del sitio donde se encuentra encerrada para encontrarse con el hombre de su vida: un hombre del que no conoce ningún detalle, pero que bailó con ella los cuatro mejores minutos que se puedan bailar con un merengue de Rubby Pérez.

 

Por Benito Garrido.

 

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