Shakespeare sufre, canta y bosteza en`Como gustéis´
Por Horacio Otheguy Riveira
El original de Shakespeare irreconocible, metido a saco en un festival de canciones y juegos con moderada gracia. Un ejercicio de dirección megalómano con notable reparto y dos protagonistas estupendos.
Menudo esfuerzo el de los actores y las actrices de esta «comedia con música» de tres horas con incomprensibles libertades de puesta en escena. Mucho esfuerzo por parte de todos, aunque el mayor lucimiento corresponde a unos pocos. Sobre todo a la pareja protagonista, que ha de vérselas en un tinglado de muchacho débil que se hace fuerte en la huida, y de una chica que se fortalece en la misma fuga… pero convirtiéndose en hombre para desafiar las inclemencias. Un amor que tarda en desarrollarse y que se mece entre canciones y correrías hasta llegar a los anhelados besos del final.
Como gustéis es la comedia de Shakespeare que el Centro Dramático Nacional ha elegido para festejar el 450 aniversario del escritor en el Teatro Valle Inclán, mientras en la otra sala del CDN, el Teatro María Guerrero, se le rinde un paródico homenaje con Los Mácbez. Dos buenas ideas igualmente maltratadas con una sorprendente superficialidad. Al comienzo de temporada conocimos una brillante antología en versión bilingüe de Marc Rosich con actores españoles y británicos: Forests, dirigida por Calixto Bieito.
No hay una única manera de representar a los clásicos, pero si se replantean los propios textos lo menos que puede pedirse es una nueva creación, enriquecer la propuesta del siglo XVII y convencernos de que hay alternativas sobre bases sólidas.
En esta concepción del director italiano Marco Carniti con música y canciones sumamente convencionales y reiterativas (aunque con un propósito musicalmente muy ambicioso), se ha eliminado mucho texto de un autor que se caracteriza por su riqueza verbal, a menudo caída en picado por las traducciones —aquí con versión y traducción de María Fernández Ache, «pero» con dramaturgia del director, que es donde creo que está la raíz de todos los problemas de la representación—.
Las situaciones, los personajes y las palabras que se dicen resultan prometedoras en el primer acto. Una primera parte de hora y media que no pesa y se ve con mucho interés, con una escenografía atractiva y en general una presentación de conflicto y personajes interesantes. Todo se ve con una sonrisa y un poco de asombro ante la intriga planteada. Sonrisa, asombro, suspense, por parte del espectador ingenuo que quiere introducirse en una trama lúdica donde se debate el poder de unos personajes ricos y autoritarios, sobre otros pobres y desvalidos que han de fugarse al bucólico bosque de Arden… donde acabarán encontrando una felicidad de cuento de hadas.
Llega el segundo acto, y el desarrollo de la trama se desenvuelve con una serie de situaciones muy banales con parejas cruzadas que intentan generar diversión, mientras una secta de bondadosos da cuenta de un paraíso de dulces placeres: un bufón y su bufona, un sufridor y su sádica, una rebelde y un ex-malvado… y por supuesto la chica-chico que vuelve a ser chica para caer en los brazos de su excesivo adorador que la estuvo cortejando cuando era un chico que le quería enseñar a dejar de amar a su chica… Un enredo encantador en el original que aquí se torna cansino y empalagoso.
Todo sucede en un marco visualmente monótono, y teatralmente reiterativo con un empeoramiento paulatino de todo el conjunto, dejando para el rápido desenlace el retorno de la primera intriga, de aquel ya lejano suspense... en un final feliz que apenas interesa… aunque se puede llegar al final con cierto agrado gracias al trabajo impecable, esforzado, difícil de toda la compañía.
Un notable reparto con la mayoría de sus integrantes muy desaprovechados, en el que destaca ampliamente Beatriz Argüello —en un personaje muy similar al que hizo en la Noche de Reyes de Shakespeare, según Eduardo Vasco; y opuesto a su extraordinario trabajo en Kafka enamorado—, quien logra una interpretación con mucho lucimiento en varias facetas, todas llevadas a muy buen puerto, un puerto en el que la espera con ilusión su galán, Iván Hermes, dominando cuerpo y voz con mucha soltura y riqueza de matices en el pobre chico que acabará triunfando sobre el terrible destino que se le había prometido. Destacan las interpretaciones del también formidable director en otras ocasiones, Alberto Castrillo-Ferrer, en el papel de bufón, Alberto Frías, actor-cantante y hombre de teatro muy completo, que aquí brilla como contratenor, una especialidad masculina que confunde su voz con la de una soprano logrando momentos tan sublimes como los que consigue, también cantando, Verónica Ronda, y en situaciones de genuino humor musical, Karina Garantivá.
Cuando acaba la función se les aplaude a todos con ganas. Han hecho un trabajo colosal. Y también se les aplaude con tristeza, pues las ilusiones de la primera parte han ido desapareciendo con efecto dominó, sin que su loable trabajo lograra sustituir las palabras en verso y prosa de un escritor que quiso rendir homenaje a la naturaleza humana en su esplendor de bondad frente al mal, tantas veces triunfante en sus tragedias.
Como gustéis
Autor: William Shakespeare
Traducción y versión: María Fernández Ache
Dramaturgia y dirección: Marco Carnati
Música: Arturo Annecchino
Letras de las canciones: Alice Sforza
Intérpretes (por orden alfabético): Beatriz Argüello, Carmen Barrantes, Alberto Castrillo-Ferrer, Victoria Di Pace, Roberto Enríquez, Alberto Frías, Karina Garantivá, Pedro G. de las Heras, Iván Hermes, Carlos Jiménez-Alfaro, Pedro Miguel Martínez, Manu Mencía Calvo, Sergio Reques, Verónica Ronda, Mitxel Santamarina, Edu Soto, Víctor Ullate Roche
Escenografía y vestuario: Elisa Sanz
Iluminación: Felipe Ramos
Dirección musical-vocal: Francesco Lori, Miguel Tubía
Asesora vocal: Verónica Ronda
Espacio sonoro: Poti Martin
Fotos: marcosGpunto
Producción: Centro Dramático Nacional
Lugar: Teatro Valle Inclán
Fechas: Hasta el 15 de junio de 2014
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