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Captados en amazon, esclavos de la pluma

Por Gala Romaní. Este título no es mío y esta entrada tampoco, ya que la autoría de la misma es de Mercedes Pinto Maldonado, pero me ha parecido lo suficientemente grave para darle voz.

Se trata de su experiencia como escritora autoeditada, tras su éxito en amazon con grandes ventas llega la oportunidad que muchos esperan, la de firmar un contrato con una editorial, una de esas consideradas grandes y serias, “¡que afortunada!”, pensaréis, pues no, ha sido todo un calvario.

Reproduzco sus palabras tal y como ella las expuso y vosotros mismos juzgaréis. Yo personalmente, me he quedado realmente impactada con su experiencia.

Mucho ojo compañeros, las buenas oportunidades a veces no lo son.

 

CAPTADOS EN AMAZON, ESCLAVOS DE LA PLUMA (Mercedes Pinto)

 

He estado dándole vueltas a cómo podría explicar, sin que resulte demasiado farragoso, mi experiencia económico-literaria comparando el tiempo que estuve autopublicada con el que he estado, y sigo estando, con dos grandes editoriales. Mi intención es despejar las dudas de todos aquellos que me escriben pidiendo consejo. Sin poner demasiados datos, que los tengo, intentaré ser clara, valiente y totalmente sincera. Aunque sé que esto traerá cola.

El post es extenso, pero os aseguro que merece la pena.

Voy a redondear cifras para más comodidad, pero de ninguna manera es mi intención disfrazar la realidad.

La desesperación al no encontrar editorial me llevó a subir cuatro de mis novelas a Amazon:

En un año en AMAZON…

Conseguí:

―Tener dos títulos entre los 10 más vendidos de España, Alemania, Francia e Inglaterra (hablamos de meses y meses, una de ellas año y medio en el Top 100, justo hasta que firmé).

―Cientos de reseñas y comentarios positivos en la red que fomentaban el boca-oreja y abrían camino para mi próxima obra.

―10.000 lectores que pagaron por mis libros (las descargas piratas son otro tema digno de discutir ampliamente).

― Una media de 500€ mensuales, que Amazon me ingresaba puntualmente.

― Control absoluto sobre mis obras: la posibilidad de corregir erratas, rebajar precios, poner gratis alguna de mis novelas en determinadas fechas… Y, sobre todo, tener conocimiento absoluto de todos los datos de ventas y posición en las listas, al instante.

 

Realmente, después de mil peripecias, y de gastar en publicar mis obras y promocionarlas por todas España un dinero que no tenía, esto de Amazon me parecía un milagro.

Fue entonces cuando se pusieron en contacto conmigo dos grandes editoriales. La una se quedó por 7 años con los derechos de los cuatro libros que ya tenía en Amazon. Y la otra con los derechos de una novela inédita.

Podéis imaginaros mi alegría, ¡dos de las grandes!, mis libros con los mejores sellos editoriales y, además, hacía tiempo que había conseguido agente literario. ¡Lo más! La envidia de miles de escritores.

 

Bien, después de firmar con las dos, casi al mismo tiempo, y que una de ellas me diera un pequeño adelanto, pasado casi un año, con DOS GRANDES EDITORIALES…

Conseguí:

―Tener todos mis libros fuera, no del Top 100, no, del Top 1.000.

―No más de treinta reseñas y comentarios positivos, ni el 5% de lo que conseguía sola (cosa lógica, habían desaparecido de las listas y escaparates, todo mi esfuerzo se había perdido).

―A la editorial que me dio el adelanto de 2.000€, de los cuales hacienda solo me dejó “disfrutar” 1.400, como mis royalties EN UN AÑO han sido de 150€, le debo 1.850. Atentos a la jugada, que esto tiene su aquel: recibo 1.400 y después de un año debo 1.850, quiero decir, no recibiré ni un euro de las ganancias hasta que no supere esta cifra. Y, lo mejor de todo, dudo mucho que a este paso pueda saldar la deuda en los seis años de contrato que restan.

Y la que contrató mi novela inédita, sin adelanto, como firmé con agencia de por medio, le ha pasado a ella, a mi agencia, 250€ de royalties, de los cuales tiene que coger su parte.

―Cero control de mis obras y beneficios, no me queda más que tener fe ciega en lo que me dicen o me hago el haraquiri.

―Han publicado una de mis novelas en papel y está muy bien distribuida, pero de esto solo ha pasado un mes y no podré contar qué pasa con las ventas y royalties hasta el año que viene por estas fechas.

 

Lo mejor de todo es que lo que verdaderamente me empujó a firmar fue el convencimiento de que al estar apoyada por editoriales de renombre podría dejar la promoción y dedicarme a escribir. ¡Error! No me promocionan en absoluto y no me apoyan en ninguna de mis iniciativas. Jamás he invertido tanto tiempo en publicidad como ahora. Hasta tal punto me ignoran que en la presentación en Madrid de “Maldita”, estando a un paso de las oficinas, ni siquiera hicieron acto de presencia, además de cero apoyo económico, ni el triste cartel que me prometieron; el evento me costó 650€.

 

Resumiendo, mi situación actual es la siguiente:

―No podré recuperar mis obras hasta que no se cumplan los 7 años de los dos contratos.

―Si quiero que los lectores no terminen por olvidarse de mí y mis novelas tendré que promocionar como jamás en mi vida.

―Debo 1.850€, que tendré que pagar con los beneficios de las ventas, además de haber invertido al menos 1.000€ entre pitos y flautas.

―Tengo una agencia literaria por la que no me siento apoyada.

―Tengo por contrato un “derecho de tanteo” (que no tengo muy claro lo que es) que me obliga a ofrecer a una de las editoriales en primicia mi próxima novela. Estoy investigando a ver si me puedo librar de esta cadena, tengo muy claro que sería un nuevo secuestro.

 

Además de todo lo anterior, de repente me encuentro con 160 ejemplares en papel de “La última vuelta del scaife”, porque por medio de un abogado tuve que rescindir el contrato con mi antigua editorial, ya que no me pagaba, y ahora, lógicamente, estos libros no se pueden vender. Naturalmente, si quiero que lleguen a lectores y que no terminan apolillándose, tendré que emplear un tiempo que no tengo y gastarme otro dinero que no tengo.

 

Yo creo que más claro imposible. Las editoriales nos captan de Amazon para quitarse un estorbo (esto ya no son datos, es sentido común). Es un negocio redondo: nos dan un caramelo que tenemos que devolver matándonos a promocionar una obra que ya no nos pertenece; despejan las listas, o sea, eliminan los libros de autopublicados que son un escollo para los que de verdad les interesa promocionar y les dejan el dinero (valores seguros, como viejas glorias o títulos extranjeros que ya vienen promocionados, o “escritores” que trabajan en sus propios medios de comunicación, presentadores, periodistas, colaboradores…); promocionamos su sello, ahora estamos con una grande y lo vamos gritando por todas partes; y, lo mejor de todo, si suena la flauta y alguno de nosotros por arte de birlibirloque consigue despegar y vender a mogollón, pues guay, el 90% de las ventas para ellas y los intermediarios.

He de decir que no soy un caso aislado, aunque muchos callen, mi experiencia es muy parecida a la de la mayoría de los “captados”.

 

Lo tengo clarísimo, desde que tengo editoriales que me “respalden”, he trabajado en promoción como nunca, escribo menos que nunca, debo más dinero que nunca, gasto más que nunca y cobro menos que nunca. Como también tengo claro que de ser todavía mías las cuatro que ya estaban en Amazon y no haber cedido la inédita, que estuvo secuestrada en una plataforma con un sistema de descarga complicadísimo y absurdo y a un precio desproporcionado, ahora mismo tendría mucho más dinero, muchos más lectores, mucho más tiempo y mucha más libertad. Y de no ser porque realmente hay más de 10.000 lectores en potencia que avalan la calidad de mis obras, también habría perdido la moral para seguir adelante. Hablando claro, he pasado de ser señora de mi choza a ser la esclava del rey de palacio, rey que, dicho sea de paso, es un ente abstracto que nadie sabe dónde está ni quién es y que por lo tanto es inaccesible e intocable; a los esclavos de la pluma nos adjudican un contacto, esclavo también, que tiene que atender a chorrocientos autores y contarles el mismo rollo una y otra vez: no hay dinero para nada. Igual es verdad, y están al borde de la quiebra, vale, pues que lo digan antes de firmar.

Estoy escribiendo otra novela, ¿qué pensáis vosotros que debo hacer? Haciendo cuentas, lo inteligente, para un contrato de 7 años, sería exigir mínimo 20.000€ de adelanto, para asegurarme al menos 250€ mensuales, cosa que con una buena obra, trabajando la promoción y en Amazon podría conseguir sin editorial.

 

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