Entrevista a Paco Gómez Escribano por “Yonqui”, su último trabajo
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«Y sobre todo, con todas sus miserias y toda la mierda que había tenido que tragar… ¿por qué echaba de menos el jodido barrio?»
Por Víctor Fernández Correas.
Yonqui. Paco Gómez Escribano. Editorial Erein, 2014. 16,80 €
Paco Gómez Escribano (Madrid, 1966) es lo que se podría denominar, de manera cariñosa, un culo inquieto. Ingeniero industrial en la rama de Electrónica, es profesor de instituto, poeta, músico y escritor. Tras ‘El círculo alquímico (2011) y ‘Al otro lado’, ahora se descuelga con ‘Yonqui’, novela con la que cambia de registro para decantarse por el género negro. Todo ocurre en Canillejas…
· Curioso salto. De dos novelas de corte misterioso o esotérico, como queramos llamarlas, pasas a una radiografía de lo que fueron los comienzos de los 80 en el extrarradio de las grandes ciudades de este país. ¿A qué se debe este salto?
Es un cambio de registro que, como escritor, me apetecía realizar. Siempre he sido lector de Novela Negra, aunque tras varias lecturas cambiaba a Histórica o Costumbrista. Era un cambio voluntario porque yo veía que tras leerme una novela negra, lo demás me parecía flojo. Vi enseguida que el género negro enganchaba, impidiéndote disfrutar de todo lo demás. Por eso siempre alternaba géneros. Últimamente, bien por edad o por la situación de crisis que vivimos, ando siempre leyendo novelas negras, y creo que definitivamente me he quedado enganchado. Supongo que esto ha influido también en mi forma de escribir, y como vivo en un barrio que es un filón en cuanto a historias he tirado de ese hilo.
· ¿Por qué Yonqui? ¿Qué te lleva precisamente ahora a escribir una novela como esta, tan alejada de los estereotipos que se estilan en estos tiempos?
Supongo que es algo que llevo dentro porque me marcó de joven. En el barrio, los que bajábamos a la calle empezamos a beber y a fumar. Yo dije no a las drogas más fuertes, pero tuve colegas que no se resistieron al encanto y a la fascinación que por aquel entonces ejercía el caballo en los jóvenes. Desafortunadamente hoy están muertos. Así que cuando decidí escribir una novela negra lo que me salió fue “Yonqui”.
· Quien conociera el Canillejas, el Carabanchel, el Vallecas o el San Blas de aquellos años se sentirá plenamente identificado con lo que ocurre en la novela. ¿Se puede hablar del barrio, en este caso Canillejas, como un personaje omnisciente?
Efectivamente, el verdadero y principal personaje de la novela es el barrio. Por muchos personajes que haya inventado para protagonizar la novela, quien habla por boca de todos es el barrio.
· En esta novela descubriremos perdedores anónimos, putas de baja estofa y peor suerte en la vida, mucha policía, los inicios de una maravillosa edad musical, pero también la redención que a veces concede una segunda oportunidad. ¿Qué mensaje es el que has pretendido transmitir con la novela?
En la novela hay redención, música, poesía e incluso amor. Pero te puedo decir que en el 99,9% de los casos los yonquis no salieron del infierno en el que penetraron. Y la mayoría de los que pudieron desengancharse, pocos, lo hicieron reconvertidos a alcohólicos con secuelas como la hepatitis C o el sida. Alguien me ha dicho que la novela es una crónica de aquellos tiempos, y en parte es cierto. Nada como la novela negra para hacer crítica social. Literariamente no hay otra forma mejor.
· Con referencia a los personajes, ‘El Botas’ es una formidable descripción del chaval de dieciséis años que vivía en aquellos barrios a comienzos de los 80. ¿Cuánto hay de ficción y cuánto es real en él?
Es un personaje inventado, de ficción. Ahora bien, dicho esto, tú sabes que los escritores crean sus personajes con retales de personas reales. Para escribir la novela me he basado en mis experiencias. Hay aventuras que las he vivido yo y otras me las han contado. Es más, hay cosas que no he puesto porque aun habiendo ocurrido, los lectores no se las creerían. Por tanto, dejémoslo así: aunque ‘El Botas’ es un personaje de ficción, bien podría haber existido.
· Yonqui forma parte de una trilogía que has venido en denominar ‘Thriller Quinqui’. ¿Qué es el ‘Thriller Quinqui’?
Lo del Thriller Quinqui es un cachondeo que yo me monté en las redes sociales y que ha acabado consolidándose. Incluso tiene su propia página en Facebook. Cuando escribí “Yonqui” me di cuenta de que se habían quedado muchas cosas en el tintero, así que seguí escribiendo. Tengo otras dos novelas más, situadas en épocas distintas, con distintas tramas y diferentes personajes, pero el protagonista sigue siendo el barrio.
· Yonqui es acción pura, y es sobre todo un lenguaje muy personal, distinto, único. ¿Consideras que ese es uno de los principales aciertos de la novela, pues gracias a ese lenguaje se puede sentir y vivir cada escena como si el lector formara parte de su trama?
Cuando me planteé escribir la novela, el primer problema que surgió fue la voz del narrador. Yo quería contarlo en primera persona, pero sabía que utilizar la jerga de los delincuentes podría resultar muy duro. Es más, me daba miedo de que no me la publicaran. Aun así, finalmente opté por hacerla como yo quería y en la editorial Erein han sido valientes. He leído otras historias que tratan la temática, buenas historias de buenos escritores. Sin embargo, parecía que los yonquis habían ido a estudiar a los Escolapios. No resultan creíbles.
· En Yonqui tratas de manera directa la droga, sus estragos, la familiaridad con la que se hablaba y se consumía en aquellos años. ¿Eres consciente de que es un tema que despierta muchas susceptibilidades?
Claro, y la Guerra Mundial también, por poner el caso. Pero desde otro punto de vista, podríamos decir que es una novela histórica, ya que narra hechos verdaderos que ocurrieron, no hay nada que sea mentira. En España, al contrario que en los demás países europeos, hay tendencia a ocultar los hechos históricos, sobre todo los que son desagradables. Esto es un error, cualquier historiador lo sabe. Nuestra generación es la primera que no ha empuñado un fusil para ir a una guerra. Sin embargo, hemos tenido tantas bajas como en cualquier contienda. Mis colegas han muerto sin dignidad, en la acera, como perros. Y nadie fue a su entierro a imponerles una medalla a título póstumo. Y yo no quiero que esto se olvide.
· Yonqui se lee de un tirón y es una novela directa, sin florituras ni artificios. ¿Qué recomiendas al lector que la tenga en sus manos y esté dudando si leerla o no? ¿Por qué debería leerla?
Porque es una novela cojonuda. Puede parecer una pretenciosidad por mi parte, sin duda lo es. Estoy seguro de que no me van a dar el Premio Nobel por ella y de que a lo mejor -ojalá me equivoque- no va a salir en los suplementos culturales -para eso hay que tener enchufe-. Pero es una novela sincera y sin duda interesante para los que no conozcan aquellos años, aquellos modos de vida con su jerga, su idiosincrasia y sus leyes. Y para los que los conozcan, sin duda les va a resultar agradable recordar aquellos años.
· Una pregunta capciosa para acabar: ¿quién toca mejor la guitarra, ‘El Botas’ o el autor que lo ha parido?
El Botas, sin ninguna duda. Tanto él como yo tenemos oído musical como cualidad innata. Pero yo no he tenido el tiempo suficiente en mi vida como para practicar y hacerme un virtuoso. Él sí, ya que durante un tiempo se encierra en casa y practica obsesivamente hasta que logra reproducir las canciones que escucha en los elepés.
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· En definitiva, ¿qué somos, Paco?
No somos ná…
Enhorabuena por la entrevista que nos ha acercado de esta forma tan sincera al autor. Sin duda, después de leerla dan unas ganas enormes de salir a comprar el libro y devorarlo.
Gracias, Esther.