Si te casas sé tú misma
Por Gala Romaní. Normalmente me dedico al género fantástico, pero debido a un impulso incontrolable y, cansada de las recomendaciones de algunos sectores sobre cómo debe comportarse una mujer casada y el papel que tiene que desarrollar para ser «perfecta» y no molestar al macho, que casi siempre describen como un elemento inútil que sirve de cajero automático, me decidí a escribir «Si te casas sé tú misma».
Es una obra cortita, de apenas 90 hojas, y está escrita en clave de humor, entre otras cosas porque las reglas que se supone que todas debemos seguir, tampoco me parecen serias.
Os dejo un extracto de la novela, que se divide en dos partes, la primera trata de las recomendaciones para las mujeres en la España de 1950 y la segunda de una obra mucho más «actual» como es: Cásate y sé sumisa.
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SI TE CASAS SÉ TÚ MISMA
Cuando nací nadie me dijo que era diferente a mis hermanos varones, que tenía que ser una persona dulce y comedida y sentir una especie de imán en la base del cráneo que me indicaría que es crucial en mi vida permanecer en la cocina como lugar al que pertenezco por naturaleza. Ahora ya es tarde para todo eso y, si no lo es, espero que al menos cuele.
Creo que ante todo debería presentarme, mi nombre es Gala, ama de casa, escritora, casada desde hace quince años, madre de dos hijos biológicos y un perro adoptado, todos varones.
Mi novela no está patrocinada por la iglesia, no he pedido permiso para escribirla ni a mi marido ni a mis hijos ni a mi perro, puede que cuando la termine pida su opinión, pero jamás su permiso.
Voy a desgranar punto por punto los aspectos que parecían imprescindibles para ser una buena esposa en 1950, añadiendo comentarios al respecto para daros una visión lógica de esa forma de pensar y, más adelante, en otra parte de este libro, os enseñaré cómo algunas personas tratan de que regresemos a esa época con frases resumidas y sacadas de textos mucho más recientes, de algunos meses atrás en concreto.
Las buenas maneras en el hogar (1953)
“Prepara a los niños. Cepilla sus cabellos, lava sus manos y cámbiales de ropa en caso de ser necesario. Son sus pequeños tesoros y él los querrá ver relucientes.”
Igual es cosa mía, os aviso, pero tengo serias dudas de que a mi marido le haga ilusión ser capaz de saber qué están haciendo sus angelitos desde el trabajo, gracias a que yo les eche tal cantidad de colonia que pueda distinguir en qué habitación de la casa se encuentran por el olor que desprenden.
Hay que tener en cuenta varios factores antes de tomar la decisión de seguir este gran consejo, el primero es el horario, un Español medio que tenga trabajo… (¡va!, vamos a llamarle ser afortunado o mitológico), sale de su trabajo a las ocho u ocho y media de la tarde, por lo que cuando llega al paraíso del hogar, sus hijos o están acostados o poco les falta.
Esto es importante para tener en cuenta el segundo factor, la mente del niño, ya que los chiquillos crecen y crearles un trauma cada vez que se van a la cama no es lo mejor para su desarrollo como persona.
Si cuando llega tu marido, pongamos a eso de las nueve, tú te presentas en la puerta con tu hijo perfectamente vestido y peinado, es probable que los dos te hagan la misma pregunta:
“¿Adónde vamos?”
No es una pregunta trampa, ojo, es que la gente normal se arregla para salir de casa, no para meterse en la cama o cenar.
Cásate y sé sumisa (Julio 2013)
“¿Tengo que darle la razón aún cuando no la tenga? Yo diría que sí.”
¡Claro que sí!, como a los tontos, puedes también decir frases tipo: “Lo que tú digas guapo”, “Venga, venga, que tienes razón genio”, “No voy a discutir contigo, prefiero hablar con la pared que me resulta más productivo”, no sé si como mujer perfecta es efectivo, ahora os puedo confirmar que es la mejor forma de cabrearle.
Si tu marido es un tipo que no soporta que le lleves la contraria y le gusta que te sometas, que deja la crianza de tus hijos a tu cargo y espera que le hagas propaganda ante ellos para no tener que realcionarse porque dice que no es de macho, tu marido es un plasta y es mejor pasar de él.
Demuéstrale constantemente que tienes la capacidad intelectual de un molusco evitando llevarle la contraria y dándole sistemáticamente la razón. No serás más feliz, él no sabrá jamás lo que te gusta, pero oye, mantendrás el misterio hasta el final, cosa importante también.