“La soledad”, de Natalio Grueso, un insólito viaje al mundo de los sentimientos
«Vivo en un pequeño apartamento en el barrio de Dorsoduro. Y en ese apartamento, cada noche, ocurren cosas que hacen justicia, que desafían a la realidad y al destino, y que mitigan la terrible condena de mi maldita soledad.»
Actualidad editorial:
Natalio Grueso debuta en la novela con La soledad (Editorial Planeta, 2014), un trabajo que es casi un largo poema, una obra que ya viene avalada por escritores de la talla de Vargas Llosa, Coelho o Pérez Reverte. Fábulas, historias tristes, parábolas, un fresco de personajes a la deriva, historias crepusculares que conforman un todo que se descubre poco a poco. Historias que recorren el mundo, de dolor o de amor, de guerra o de paz, de injusticias seculares, de pobres ilusionados y ricos decadentes con palabrería de poderosos. Pequeñas historias de perdedores solitarios en la trastienda de la Historia. Podría decirse que La soledad es un viaje por lo más íntimo del alma humana, un relato que conduce al lector alrededor del mundo de París a Buenos Aires, de Venecia a Shanghai, de Bagdad a Guatemala y que muestra que la soledad y la felicidad son emociones universales y que el mejor objetivo es siempre la búsqueda de la felicidad de los otros.
«Llega un momento en que la soledad es tan profunda que te cala en los huesos, como te cala la humedad de los callejones de la Serenísima al relente de las madrugadas de enero, un frío atroz que te devora las entrañas, te paraliza el habla y te adormece los dedos. Un frío miserable que te impide respirar, que transforma tu rostro en el de un payaso patético que no para de llorar, lágrimas que al poco se convierten en hielo, pestañas que son de escarcha.»
¿Quién es Bruno Labastide? Es, sin duda, un hombre solitario, pero también es un trotamundos algo cobarde pero encantador que ha vivido del trapicheo, de embaucar a las mujeres, de viajar por todo el mundo buscando no se sabe qué; ladrón de guante blanco o de piel de seda, como alguien le definió. Bruno no ha querido nunca a nadie de verdad. Es un francés que rechazó la vida para la que estaba destinado, una vida gris de empleado de hotel, y se embarcó en una aventura vital que le hizo recorrer el mundo viviendo de su ingenio y de su atractivo. Ahora, ya en la madurez, colmado de soledad, avejentado más que viejo, deja pasar el tiempo en el lugar más bello y melancólico del mundo: Venecia. Y allí el alma de Bruno va a cambiar para siempre. Porque será en esa ciudad donde conozca a Keiko, la bellísima japonesa que se acuesta cada noche con el hombre que consigue emocionarla con un verso o una historia. Sin embargo, Bruno Labastide, el gran fabulador, el embaucador de sonrisa irresistible que desarma a las damas, no tiene acceso a ese paraíso porque, para su sorpresa, se queda sin historias ante la bella japonesa.
«Muy temprano, con las primeras luces del amanecer, con la piel erizada aún por las caricias, el elegido debía marcharse, con la seguridad de que nunca jamás volvería a vivir nada igual, de que nunca más volvería a visitar el paraíso.»
La soledad es un delicado viaje al interior de nuestros sentimientos, una aventura desbordante de imaginación en la que confluyen el deseo, la gratitud, la justicia y los sueños. El libro de Grueso es como un río sinuoso, que discurre calmado en ocasiones y en otras se lanza por aguas turbulentas. Y en ese río caben muchas historias que, como un cuidado puzzle, terminan por encajar en un paisaje completo. Son historias de personajes inolvidables, como Horacio Ricott, “el recetador”, el argentino que receta libros como otros recetan fármacos. O Ricardo Kublait, su mejor amigo, un antiguo y famoso periodista de deportes que arruinó completamente su carrera por amor. Es también la historia de Jonás, el adolescente centroamericano lleno de ingenuidad y sabiduría de siglos, y de la leyenda del “cazasueños” y el viejito que soñaba con tener una pitillera de plata… Historias que recorren el mundo, historias de dolor o de amor, de paz y de guerra, de pobres anónimos, de ricos decadentes, de poderosos que juegan con la vida de los mansos. Pequeñas historias en la trastienda de la Historia. Y, entretejida entre todas ellas, la propia historia de Bruno Labastide, desde sus comienzos de botones en un hotel de París, cuando, siendo aún adolescente, descubrirá la sensualidad al intuir bajo el albornoz de una clienta la curva de un pecho firme y torneado.
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Natalio Grueso ha dedicado su carrera profesional a la gestión cultural y a las relaciones internacionales, ocupando puestos de responsabilidad en diversas instituciones de relevancia mundial. Actualmente es director del Teatro español y director de artes escénicas de la ciudad de Madrid.
La soledad. Natalio Grueso. Editorial Planeta, 2014. 286 páginas. 18,50 €