“Pixar, 25 años de animación”: cuando el arte parece cosa de niños
Por Lara Marchante.
Caixafórum Madrid. Paseo del Prado, n. 36
De lunes a domingo, de 10.00h a 20.00h.
Hasta el 22 de Junio de 2014
El cine del siglo XXI se cuela en Caixafórum Madrid con “Pixar, 25 años de animación”. Una exhibición dispuesta a batir los récords de taquillas, como ya lo hicieran algunas de las películas de la compañía cinematográfica homenajeada. Hasta el 22 de Junio, el séptimo arte vuelve a ser objeto de exposición en la capital con una muestra que ya ha hecho sus pinitos por el reputado museo MoMA de Nueva York y que centra su atención en el flexo saltarín más famoso de la gran pantalla.
La tercera planta de este espacio cultural se convierte, principalmente, en un recorrido por los ‘making-of’ de los archiconocidos largometrajes de este estudio de animación digital (las sagas de Toy Story, Monstruos y Cars, así como los films deBichos, Buscando a Nemo, Los increíbles, Ratatouille, Wall-E y Up), mostrando la fusión que se da entre las disciplinas artísticas tradicionales y la innovación tecnológica en la confección de cada una de estas películas.
El impresionante trabajo artístico y esfuerzo creativo queda sintetizado en esta colección de más de 400 obras de distinta naturaleza, muchas de ellas empleadas para la construcción de estas aventuras. Las maquetas de resina y yeso pintado, los bocetos realizados con distintas técnicas y materiales (témperas, pastel, rotulador o lápiz), los vídeos y dibujos digitales son hoy piezas de museo, además de la materialización de las soluciones de muchos quebraderos de cabeza, como apuntan algunas de las citas que acompañan a estas creaciones.
Pese a que cada uno de estos títulos de animación se subdivide en su trastienda expositiva en personajes, historia y mundo (conforme a las directrices apuntadas al inicio de la exhibición por su director creativo, John Lasseter), los problemas y necesidades de cada película requieren de arduos estudios previos, relacionados con la verosimilitud de dichos personajes y espacios ficticios.
En esta antología, descubrimos, por ejemplo, que los pelos de Lotso son el resultado de complicadas ecuaciones matemáticas, que en Bichos se crearon microcámaras del tamaño de hormigas para conocer las dimensiones de una hoja a vista de insecto, o que las texturas y vegetación de muchos enclaves de Cars2 y Up están basadas en análisis minuciosos de las zonas a retratar o en las que inspirarse.
Pero a través de este paseo por el `cómo se hizo’ no solo conocemos los entresijos de los films que son, sino de los que pudieron ser: en las secciones de Toy Story o Monstruos S.A encontramos retratos de los protagonistas alternativos, muy distintos a los que conocemos (como ‘un Woody’ de marioneta o ‘un Sulley’ con tentáculos y cinco ojos), mientras que en Buscando a Nemo encontramos ‘storyboards’ de fragmentos de la historia que no llegaron a ver la luz.
Por si quedaban dudas sobre la complejidad en la elaboración de una obra audiovisual de estas características, la compañía Pixar nos revela sus inicios cinematográficos a través de una cronología de la empresa, sus primeros cortos y un mural explicativo del ‘Proceso de producción’ -plagado de tecnicismos- de Toy Story 3. Una trilogía clave para esta compañía, pues Toy Story fue el primer largometraje de animación digital de la historia del cine.
Como toda muestra dirigida al público infantil -al menos de corazón- que se precie, esta ya posee una instalación ‘estrella’ de enorme impacto visual, llamada ‘zootropo´: una especie de carrusel en el que los juguetes Buzz Lightyear y compañía, repetidos en distintas posiciones, parecen cobrar vida con los parpadeos de luz y el movimiento. Toda una paradoja en la sala, si tenemos en cuenta este invento del siglo XIX es el tatarabuelo analógico del cine de animación al que se rinde culto en esta exhibición. En términos visuales aplicados al ‘logo’ agasajado por su cuarto de siglo: la vela saltarina que vendría a suplantar a la ‘i’ de Pixar.
