OCHO ERRORES LÁZAROS
Por Juan Luis Marín. La satisfacción por entrar en una sala a rebosar para ver esta película española semanas después de su estreno es inversamente proporcional a la admiración que siento por si director, Emilio Martínez Lázaro. Porque contando con un guión divertido (Borja Cobeaga mola aunque no sea Richard Curtis), un Karra Elejalde enorme (lo ha sido siempre), un Dani Rovira la mar de simpático (con el afán por explotarle de Mediaset va a terminar más quemado que la pipa de un indio) y una Clara Lago más que correcta (esperemos que siga por el buen camino), la película de moda, que bate récords, de la que todos hablan… es FEA. Pero fea de cojones.
La desidia de su dirección, realización, fotografía, banda sonora, vestuario, edición, dirección artística y producción es solo comparable a la que sentiría Nacho Vidal ante la idea de cepillarse una muñeca hinchable. La batuta de Emilio Martínez Lázaro tiene menos personalidad que un mueble del IKEA. Dicen que está muy sorprendido por el éxito de la película. Y no me extraña. Porque da la sensación de que ponía más interés en colocar bien el papel higiénico en la taza del váter para no mancharse el culo cuando iba a cagar que en lo que ocurría delante de la cámara cuando gritaba (si es que lo hacía) “acción”. Y así, la promesa de una comedia romántica se queda en una sucesión de buenos gags (que lo son) a los que dan vida unos actores que junto al guionista son los únicos que parecen ser conscientes de estar trabajando en una película de CINE. Que además de hacer reír debe emocionar. A través no solo de los diálogos, sino de las imágenes, la música, los escenarios… Elementos que brillan por su ausencia de una forma tan evidente como lamentable. Es increíble el fenómeno paranormal que está protagonizando esta película y que lo único que demuestra es la necesidad de reírse que tiene un país como el nuestro, convirtiendo Ocho Apellidos Vascos en la película más taquillera de nuestra historia… con una factura técnica a la altura de El robobo de la jojoya o Sevilla Connection.
Lo que más me sorprende es que nadie hable de esto. Porque sí, está muy bien felicitar el éxito del cine español. Que se haya reconocido el talento de Borja Cobeaga, que esto suponga un trampolín para Dani Rovira (úsalo con cabeza, chaval), que resucite a Karra Elejalde (¿dónde te habías metido?), que descubra la vis cómica de Clara Lago (tocándote bailar con la más fea) pero ¿es que nadie va a hablar de esa fotografía no plana, sino cutre, esa composición de planos sin imaginación, esa edición con menos ritmo que Sergio Ramos corriendo la banda a la pata coja, esa dirección artística no ya de saldo sino de rastrillo. esa banda sonora más triste que el hilo musical de un ascensor? Si incluso el tema principal, el típico “mojabragas” (término muy acertado que escuché el otro día en la radio para definir este tipo de canciones peliculeras) no merece un simple clip musical integrado en la peli y solo aparece cuando la pantalla funde a negro y aparecen los títulos de crédito…
¿Es que directores como Martínez Lázaro van a seguir viviendo del crédito de lo que dirigieron hace más de 20 años, en su caso Amo tu cama rica? ¿Es que no hay nadie en este puto país que le hubiese sacado mayor rendimiento a esa historia y esos actores? Y a los que digan que es que no tenían dinero y bla, bla, bla les diré que me importa un carajo. Porque verla que costó los mismos siete pavos que el Avatar de los cojones. Porque pagué por ir al cine, no por encender la tele. Porque doy por sentado que detrás de una película hay profesionales y no gente que hace el egipcio y cobra por rascarse los huevos. Una falta de respeto para el público, sí, pero sobre todo por toda esa gente que se muere de ganas por hacer cine, con ilusión, talento e ideas que ven como ninguna puerta se abre para ellos porque hay otros que, inexplicablemente, tocados por un “poder” divino, detentan la exclusividad sin dar un palo (creativo) al agua.
Así nos va… Pero por mí que no quede. De modo que Emilio (y compañía) echadle un ojo a esta peli, a ver si aprendéis algo, mecaguendena…